La tienda, muy céntrica, estaba vacía.

—¿No me recuerdas, Harper?

—Lo siento, pero no.

—Soy Chicho, el Mexicano. 1968, 1.ª División de Caballería.

Benny Harper cierra los ojos, en actitud pensativa,

—Chicho…, Chicho…, espera, ya caigo… ¡Ah, sí, el Mexicano! —y se abrazan—. Cuánto tiempo, cómo tú otra vez por aquí.

—Pues mira, quiero un revólver; mejor corto.

—Pero ¿no habías dejado los trabajos?

—Sí, sí, ahora me gano la vida con lo de las lombrices, allí en Cancún.

—Joder, quién lo iba a decir, Chicho el Mexicano, el Robert Palmer de la jungla. Cuánto tiempo, joder, cuánto tiempo. Qué alegría. Mira, voy a cerrar dentro de 10 minutos y tengo que hacer un par de llamadas, si quieres espérame en la cervecería de ahí enfrente, y me cuentas. Ya te llevo yo el revólver.