85.

El viejo Arkadi desayuna leche con azúcar y vodka en un cuenco, al cual echa también unos trozos de pan y sebo de cerdo para espesar. Agarra el tazón con las 2 manos, y con el rostro metido en ellas, sorbe. Piensa que le hubiera gustado haber tenido algún anillo en los dedos para que hiciera clinc al chocar con las cosas; una manera de limitar o dar forma al mundo. Salvo sus sorbos, todo es silencio en la cocina. Pronto los cerdos empezarán a pedir su ración a gritos. A la izquierda de los fogones, junto a un Cristo y unas fotos de sus padres, tiene colgada en la pared la carátula del Sargent Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Le ha puesto un marco que le dio Vartan, es dorado y tiene unos angelotes que miran en todas las direcciones. Son los que vigilan, le había dicho cuando se lo regaló. En esos 15 minutos que tarda el sol en salir, Arkadi suele mirar detenidamente los rostros que se arraciman en la carátula del disco. Le había tachado la cara a Karl Marx, el único a quien conoce, pero después le pegó encima el rostro, sacado de una foto, de su difunta esposa. La mira. Nunca se habían podido pagar el anillo de boda.