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Entonces encontraron un cuerpo flotando en el lago, boca arriba, con el ojo derecho, el único que le quedaba, abierto y sin signos de aparente agresión humana. El volumen corporal, debido al agua ingerida, a los agentes químicos en suspensión que abarrotaban el lago y a la diferente fauna y flora que había tomado forma en los intestinos y otros conductos internos del fallecido, se había multiplicado casi por 2; en concreto, 1.87. La monstruosa obesidad de Marlon Brando en una selva vietnamita mientras una colección de mariposas tararea ante sus ojos «This is the end», el Taxi Driver que fracasa porque envía sus naves a luchar no contra los hombres sino precisamente contra los elementos, el replicante que al final resultó ser uno de los buenos, la cara de Ingrid Bergman cuando ve que el volcán Stromboli no vomita precisamente caramelo, aquel niño que dijo «en ocasiones veo muertos». Ya encontraron las armas de destrucción masiva, y sólo era una. Estaba alojada en el estómago del dictador.