Alan Turing, que después participaría en la generación de los primeros ordenadores propiamente dichos, describió los principios de otra máquina tan hipotética como «soltera», sin otra función que una de orden más bien filosófico. Pero, además de plantear interrogantes que siguen vigentes respecto a la inteligencia de las máquinas y al fundamentalismo axiomático de la lógica simbólica, Turing se adelantó a su tiempo al proponer un modelo teórico de lo más simple [basado en decisiones entre síes y noes, entre unos y ceros] para una máquina «universal» capaz de emular cualquier otra clase de máquina. Lo que después se ha llamado un «metamedio»: un medio que [sin serlo en sí], según las instrucciones recibidas, puede simular a otros medios anteriores o incluso a medios sin una encarnación física.
Eugeni Bonet, «El cine calculado»,
revista Zehar, nº 45, 2001