Jamás en la Historia de la investigación ovni, un episodio ha despertado tanta controversia como el llamado «caso Roswell». En nuestros días esa polémica es doble. Por un lado, seguimos sin saber con exactitud qué clase de aeronave se estrelló en Nuevo México en julio de 1947 y qué razones llevaron a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos a clasificar como secreta su recuperación. Por otro, la divulgación en 1995 de unas imágenes que recogían la autopsia practicada a los pretendidos extraterrestres caídos en Roswell resituó el caso en las portadas de un buen número de medios de comunicación de todo el mundo.

A mediados de los años noventa del siglo pasado no disponíamos de elementos suficientes para considerar aquella filmación auténtica… pero tampoco para desecharla como un fraude. Ambas posturas fueron durante mucho tiempo meras opiniones. Fue justo entonces cuando escribí el libro que el lector tiene en sus manos.

Hoy, aunque hasta los expertos más crédulos consideran aquel documento fílmico el producto de un fraude singular y quienes lo divulgaron han confesado ya que fue la «reconstrucción» de un documento real, todavía persiste la incógnita de por qué se hizo circular una película como aquélla en vísperas del cincuenta aniversario del misterioso accidente de Roswell, justo cuando todos esperábamos que el Gobierno de los Estados Unidos desclasificara sus archivos sobre el caso.

En este trabajo se contienen algunas pistas que ayudarán al lector a comprender una trama tan intensa y a bucear en los preliminares de lo que, a buen seguro, el futuro definirá como la «noticia» o el «fraude» del siglo.

Y me refiero, naturalmente, al caso Roswell. No a la malhadada filmación de las autopsias.

Mapa de Nuevo México que recoge los diferentes escenarios en los que se supone que se recuperaron restos de ovnis en julio de 1947 (cartografía: Tito Carazo).