Paso la vida pensando, pienso en vivirla mirando, vivo pensando que miro, meditando lo que he sido, lo que fuimos.
Pasa la vida, Manuel, y la vivo sin ti pero contigo. Y todas las preguntas las lancé al vacío y todas las respuestas las encontré en el mar una mañana soleada.
MEDITA, MEDITERRÁNEO
Me siento en la terraza
y miro el mar.
Lo veo en calma,
es temprano,
las aguas reflejan un sol
tímido
que no se atreve todavía a quemar.
Me mezo suavemente
entre tus olas
y compruebo que el balanceo me calma
y me engancha,
me gusta que me acune
y me saque los colores
de un sol que empieza a tostar.
Muevo brazos y piernas
a un tiempo,
tú te acercas y me coges,
me giras y me encajas.
Yo me dejo
y me suelto
para volver a tu cuerpo.
La brisa,
antes armoniosa,
se va transformando en canción.
Tu música me invade
y se hace tan cegadora como tu sol,
que ahora quema.
Me siento en la terraza
y miro el mar.
Las aguas embravecidas
me devuelven a la orilla,
tumbada,
exhausta por lo vivido,
recupero un aliento
que anhela el tuyo.
La mente no responde
a más estímulo
que el verte,
a más voluntad
que tenerte,
de nuevo.
Mi mar en calma
ya no existe.
La orilla se antoja tan segura
como insuficiente
a mí,
a mis deseos.
Y tú a lo lejos esperas
yéndote,
te alejas
mirándome,
desapareces
nunca más.
Porque nunca más es mi condena,
la prisión que me libera,
mi cárcel de la que quiero escapar
y volver a ser tu presa
de tus besos y tu lengua,
mi mejor carcelera.
Las olas
que vienen y van
contemplan la escena.
Y a ratos me dejan que vuelva.
El sol ya no calienta,
me abrasa
y a mí, parece que no,
que no me basta.
Me siento en la terraza
y miro el mar.
Las aguas sabias
me vuelven a empujar
a una orilla movediza,
que me engulle
y paraliza.
El sol aprieta de nuevo,
tu música suena
y la metáfora no me deja escapar
de una arena que me quema.
Quema en seco
y quema húmeda.
Ciega el sol,
el mar
y hasta la tierra ciega.
Cierro los ojos y duermo.
Me siento en la terraza.
Y miro el mar.
Las aguas están en calma
pero tú y yo sabemos lo que hay,
lo que hubo,
lo que ahora somos.
Nos lo recuerda la música
que ahora apenas se escucha
por la brisa
que el mar se lleva