Creo que fue Einstein quien dijo que solo dos cosas son infinitas, el universo y la estupidez humana, y que de lo primero no estaba seguro. Doy fe de que este señor era un genio capaz de detectar no solo la expansión del universo, sino también de la estulticia del ser humano. Soy una prueba fehaciente de ello.
Hay días que consigo ver la luz y darme cuenta de que nuestra historia existió, pero ya pasó. Hay otros en los que me empeño en vivir del recuerdo y los demás días intento olvidarte sin pensar demasiado. Sin mucho éxito.
Esta mañana me he despertado muy temprano, el miedo no me dejaba dormir. Esperaba una llamada importante. Si todo salía bien me iría a vivir fuera de España un año. Me asustaba tanto irme como quedarme. En esa espera angustiosa he decidido darme una tregua. He dejado la mente en blanco, he puesto una canción en el móvil y he seguido tumbada en la cama con los ojos cerrados. Escogí el tema al azar. Salió: Fistful of love.
Y así, justo cuando tenía la guardia bajada, has llegado de golpe.
Te echo de menos, necesito tus abrazos y tu calor. Sé que no debo, que no me lo puedo permitir, que no quieres, que no me convienes, pero así lo siento. También sé que aquello que hubo nunca volverá porque nunca sería como entonces, pero lo siento igual.
Tanto tiempo luchando por echarte de más que había olvidado lo mucho que te echaba de menos.
Le he escrito a Berta para contárselo. Ha sido una especie de desahogo que buscaba mi redención. Quería que desapareciera mi culpabilidad al darme cuenta de que te sigo sintiendo de esta forma.
Ella, siempre comprensiva, me ha dicho que seguiré echando de menos esos momentos hasta que otro hombre me haga sentir así. Está convencida de que llegará alguien que realmente aprecie lo que yo soy capaz de dar. «Llegará el momento —me ha escrito Berta—. Hasta entonces, date una tregua y respira».
Y eso he hecho. Y justo en ese momento, me ha llegado un mensaje de Carlos. Solo quería darme la bienvenida a la nueva estación. Lo ha hecho con una canción alegre, nada de Antony and The Johnsons.
Carlos es un amigo de una amiga. Últimamente esa es mi única fuente de ingresos masculinos: otros amigos. Mi saldo deudor en este aspecto hace que mi entorno se esfuerce en que conozca a otros hombres. Yo lo hago, los conozco, pero enseguida me recuerdan que no eres tú. A veces para bien, otras no tanto.
Qué sabrá mi tiempo perdido, Manuel, si no fue capaz de encontrarte.
Olvidé que para quererte bien tenía que enamorarme de mí antes
#microcuento