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Hoy hace dos años de la última vez que nos besamos. Fue en aquella habitación de hotel. Allí dejamos nuestro último contacto. Nuestro último beso de Río convertido en despedida vino sin ni siquiera habernos desnudado.

Nunca llegué a decirte que me había comprado lencería para la ocasión. Quería sorprenderte y al final fuiste tú quien lo hizo regalándome la noche más amarga. El conjunto constaba de tres piezas. Negro de encaje con los tirantes ribeteados de seda. Y una pluma. Aposté todo al negro. Y perdí.

Me lo iba a poner al cabo de unos minutos. Te vi aparecer por la habitación antes de tiempo. Habías bajado al coche a por algo. No lo recuerdo. Al verte me lancé a tus brazos, salté y me quedé suspendida de tu cuerpo. Pusiste tus manos en mis caderas y me pellizcaste. Te sonreí y comencé a besarte. Y tú a mí. Los besos son muy importantes. Se mueven muchos músculos, se queman calorías, se desatan las endorfinas. Y por los besos se sabe si uno está enamorado.

¿Sabes que el primer día que me besaste ya reconocí esa sensación contigo? Me recorrió un escalofrío, una especie de descarga. Y lo supe. Esa manera de besarnos, Manuel. Demasiado bueno para que tuviera que dejar de suceder algún día.

Finalmente te flaquearon las piernas y caímos tumbados sobre la cama. Yo estaba encima de ti y aproveché para tomar las riendas. Te inmovilicé los brazos y comenzamos una batalla en la que yo te privaba de mis besos a mi antojo. Y tú subías la cabeza, alargabas el cuello, buscando tu objetivo. Cuando parecía que ya no me ibas a conseguir, te ofrecía una tregua. Me acercaba a ti, dejaba que me intuyeras y con la lengua te daba de nuevo la bienvenida. Aun sin rozar nuestros labios, ellas ya comenzaban a rozarse, hasta que yo sucumbía y accedía a ti con más fuerza. Y así una y otra vez. Unas veces tú. Otras yo.

Así estuvimos un buen rato. No sabría decirte cuánto. No lo recuerdo. Perdí la noción. Y entonces, allí tumbados acariciándonos las pestañas, peinándonos las cejas, mirándonos de cerca, se nos ocurrió hablar de nosotros.

Ese fue nuestro último beso.

Tan dulce como siempre.

Un regalo envenenado.

Te quiero,

me sientes.

Te siento,

me quieres.

Te creo,

me mientes.

Te dejo,

me hieres.

Lo siento,

lo sientes

Te busco,

me puedes.

Te hielo,

me temes.

Te quiero,

me tienes.

Te espero,

no vuelves

Me contaron mis días vacíos

que se llenaron contigo

pero sin ti

#microcuento