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Y después de tanto imaginarte, Manuel, de tanto soñarte, ya solo me queda quedarme.

Me queda inundarme.

Beberme todos los besos que guardo,

bañarte en mi mar,

tumbarme en tu arena,

sumergirme contigo me queda.

Me queda saborearte.

Amasar los recuerdos tan fuerte

que parezcan reales.

Cocinar lo que imaginé

hasta que vuelvas a besarme.

Tragar saliva para olvidar aquello

y lo otro,

los ojos en sangre.

Masticar el dolor,

que desaparezca

y me abraces.

Degustar tu cuerpo y el mío,

que ya no lo entiende sin ti,

sin que lo ates.

Me queda hablarte.

Y decirte que contigo,

y por ti,

me hice grande.

La niña dio paso a una mujer

desconocida.

Olvidé la inocencia en tus manos

transformaste el gesto,

la mirada.

Me borraste lo infantil

a pinceladas.

Me queda escucharte.

Que me recuerdes lo que dijiste

y traigas contigo tus tequieros

no pronunciados.

Que me susurres lo que espero.

Y que me digas que no,

que no fue inventado.

Me queda soñarte.

Si es que se puede aún más,

si es que es posible menos.

Anhelarte en sueños me queda.

Y con eso me quedo

y sueño