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JIMENA: BANGKOK Y LOS INEXISTENTES

—Me acabo de pintar las uñas de color azul ciruela. Mando prueba gráfica.

—Son preciosas, Jimena. No sabía que las ciruelas fueran azules.

—Son azules y preciosas, como mis uñas. Me han quedado divinas. Ni tú, Carrie Bradshaw, las llevas tan monas.

—Kaffkka.

—¿Kafka? Hombre, Tailandia me ha cambiado, pero tanto como para una metamorfosis no creo.

—Jajaja. Eso quise poner. Pero el puto corrector del teléfono escribe lo que quiere.

—Te agradezco las risas. ¿Te has fijado en que en España nos reímos con un contundente jajaja y los ingleses lo hacen en plan hahaha?

—Ellos siempre dando su toque diferente. Que si conduzco por la izquierda, que si el volante lo pongo al otro lado, que si soy muy cool.

—Que si el euro me lo paso por el canal de la Mancha, que si Gibraltar is not Spain.

—Por cierto, Jimena, a ver si cuando vuelvas este verano nos escapamos a Londres, que ya toca.

—Prefiero ir a NY. Tenemos pendiente ese viaje.

—Carrie y Miranda de compras por la Gran Manzana. ¡¡Oh, yeah!!

—Joder, Candela. Somos muy tontas. En el reparto de papeles de Sexo en Nueva York podríamos haber pillado alguna a Samantha. ¡¡¡Por lo menos follaríamos mucho!!!

—Cierto. Y te diré más: Carrie y Miranda son unas aficionadas.

—Unas torpes de la vida.

—Con lo fácil que es arruinarse el presente pensando en un futuro que no llega.

—Ellas nunca entenderán el amor.

—Son unas mediocres. El amor hay que sentirlo con intensidad.

—Ese es un coto privado reservado para algunas almas distinguidas.

—¿Qué es eso de recuperarse rápido de una relación?

—Solo mentes puras y privilegiadas como las nuestras pueden vivir instaladas en el drama.

—Hay que sufrir, llorar, reptar. Y más si la relación es una relación de mierda o, mejor todavía, inexistente.

Reptar por inexistentes es un gran título para un relato.

—Da para una serie de televisión. Para una trilogía.

—Reptando por inexistentes I, Reptando por inexistentes II, Reptando por inexistentes III.

—Y la precuela: El diario de la reptante.

—En fin…, un amperio.

—Y las secuelas, Jimena, sobre todo las secuelas: Shock postraumático por un tonto a las tres.

—No te olvides de El atardecer de los reptantes caídos.

—Y para terminar: La inexistencia supina. Y, por último, Sal de mi cabeza porque una cosa te voy a decir: ya cansas, inexistente. Con esta cerraríamos la saga.

—Ay, Candela. Me cago en la cultura de masas y en su idea idiota del amor. Especialmente en la de masas de pizza.

Cuando dijiste que ya

y yo te dije que nunca

Cuando olvidaste llamar

y yo maldije la culpa

Mentira hasta la verdad

Mentira la tuya

#microcuento