5

¿Sabes cuando en las palabras no te cabe lo que sientes? ¿Lo sabes, Manuel? Yo sí. No sé cómo explicar lo que me sucede. Es como si hubieras llenado todos mis recovecos. Cada mirada, cada gesto tuyo, va llenando huecos que parecían condenados al vacío.

Así me sentía yo. Así me hacías sentir.

Me iba fuera el fin de semana y te invité a comer a mi casa antes de emprender el viaje. Tú trajiste el vino y yo improvisé algo en la cocina. Al verte aparecer supe que te quería. Mucho, Manuel.

Ese día nos dimos un abrazo. Mantuvimos nuestros cuerpos pegados durante un rato. Y entonces llegó tu olor y mi suspiro leve.

Por un segundo pensé que yo para ti también era lo primero.

Me desnudaste lentamente. Y luego yo a ti. Me besaste. En la mejilla, en la boca, en los ojos. Primero uno y después el otro. Sonreí. Me cogiste de la mano. Fuiste pespunteando con besos todas las costuras de mi cuerpo.

Tu mano en mi boca. Mis labios abiertos. Mis piernas temblando. Tu lengua buscando. Tus dedos traviesos. Tu boca en mi sexo. Tu sexo en mi cuerpo.

Nunca antes había querido a alguien así.