Libro segundo

Bajo este nombre

En la oscuridad vino este brutal asesino de familias,

liberado y desatado, cuando todos salvo los fantasmas

huyeron del salvaje pavoneo desaliñado (oh, conocía bien el dolor,

dos fuegos de olvido inmenso ardían en su alma),

y así los fantasmas se reunieron, invocados por

uno que quiso alzarse, mortal y débil,

en el camino del terrible asesino quiso alzarse

este valioso necio, y jugárselo todo en el apretón

de una mano, de cálida a fría, y dejarse guiar al lugar

desaparecido largo tiempo atrás, y las bestias, desterradas largo tiempo atrás,

a su palabra se despertarían una vez más.

¿Y quién estaba allí para advertirle? Bueno, nadie,

y lo que se abrió camino en libertad no era amigo

de los vivos. Cuando enfrentas al horror contra el horror,

querido oyente, abandona toda esperanza…

y monta un caballo veloz.

Maese Ciego

—Saedevar del Jhag Tajoancho