AQUELLA NOCHE SISSY y Jelly yacieron bajo las mismas estrellas, bajo las mismas nubes, bajo las mismas mantas, bajo el mismo hechizo: Como los candidatos políticos, cambiaron con frecuencia de posiciones. En la campaña del 69, los escrutinios no terminaron hasta el amanecer.
Cuando los famosos rosados dedos de la aurora atenazaron el preservador vital del horizonte, las madrugadoras grullas oyeron decir a Jelly:
—Cada vez que te digo que te amo, retrocedes. Pero ése es un problema tuyo.
Sissy contestó:
—Si retrocedo cuando dices que me amas, es un problema de ambas. Mi confusión se convierte en tu confusión. Los estudiantes confunden a los profesores. Los pacientes confunden a los psiquiatras. Los amantes de corazón confuso, confunden a los amantes de corazón claro. —Rió entre dientes ante su asombroso aforismo—. Creo que necesito ver al Chink —añadió quedamente.
—Eso mismo pienso yo —dijo Jellybean—. Ahora las vaqueras nos pasaremos dos días haciendo sólo juegos de palabras con los abogados. ¿Por qué no te acercas al cerro?
—Lo haré —dijo Sissy. Y cuando el nuevo día se situó en el techo de la pradera, lo hizo.