NOTAS AL CAPÍTULO 6

6.1. Lo que hace a un príncipe: literalmente, «Podría sentarse a Ran Yong mirando al sur», es decir, podría ocupar la posición de un soberano. Ran Yong era un plebeyo (véase sobre este punto también la nota 6.6). El aspecto más revolucionario de la filosofía política de Confucio fue precisamente la idea de que la autoridad no debía ser un atributo hereditario, sino que debía corresponder al mérito personal. <<

6.3. Amor al conocimiento: los mayores logros del conocimiento son de orden moral, no de orden intelectual, que en sí mismo carece de valor. <<

6.4. Una porción… cien veces más: literalmente, «un yu» y «cinco bing». El contenido exacto de estas antiguas unidades de medición es una cuestión altamente especializada en la que francamente prefiero no aventurarme, pero confío en que mi traducción proporcione aquí una aproximación bastante adecuada del sentido original. <<

6.5. Yuan Xian: discípulo de Confucio; su nombre de cortesía era Zisi. <<

6.6. Ran Yong: a causa de sus modestos orígenes, algunos cuestionaban si estaba cualificado para ocupar un alto cargo político. Confucio opinaba, por el contrario, que su talento personal era la mejor cualificación. <<

6.7. Yan Hui podía poner su mente en la bondad durante tres meses sin interrupción: ya sabemos (pasaje 6.3) que el extraordinario «amor al conocimiento» de Yan Hui se reflejaba en sus logros morales; ahora vemos que este apego a la bondad se basaba en un capacidad excepcional de concentrar la mente. En nuestra época, Simone Weil ha analizado muy bien el vínculo entre el estudio intelectual y la meditación espiritual. Ella señalaba que un joven que pasa dos horas en absoluta concentración en un problema de geometría hacienda sus deberes puede realmente estar haciendo una oración muy válida, ya que el ejercicio de atención aparta a la mente del ego: «Cada vez que concentramos realmente nuestra atención, destruimos el mal que está en nosotros». En su afirmación «la actitud atenta sin objeto es oración en su forma suprema» podría haber sido dicha por un maestro zen. (Véase Simone Weil, «Reflections on the Right Use of School Studies with a View to the Love of God», en Waiting on God, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1951, p. 56). <<

6.9. Min Zigian: discípulo de Confucio, su apodo era Sun.

Río Wen: constituía la frontera entre los países Lu y Qi. Min Ziqian era un súbdito leal del duque de Lu y, por ello, no reconocía la autoridad que el cabeza de la familia Ji había usurpado. En Qi estaría a salvo y fuera del alcance de éste. <<

6.10. Boniu: nombre de cortesía Ran Geng, discípulo de Confucio. (Sobre la identidad de Boniu, véase Donald Leslie: «Notes on the Analects», T’oung Pao, vol. 49, pp. 1961-62).

¿Por qué tiene lugar este último encuentro a través de una ventana? Algunos comentaristas han sugerido sutiles explicaciones rituales. Pero es más simple pensar que se trataba de un simple miedo a contagio. Qian Mu (que es mencionado en un pasaje de los Huainan Zi) se preguntaba si la enfermedad de Boniu no sería la lepra. <<

6.13. Noble erudito u hombre culto: en chino, ru; esta palabra llegó a significar siglos después confuciano, ¿pero cuál era su significado en la época de Confucio? Parece que era una especie de equivalente arcaico a nuestro concepto actual de «intelectual»; las funciones del ru eran la administración política o la enseñanza. <<

6.15. Meng Zhifan: esta anécdota también se cuenta en el Zuo Zhuan (undécimo año del duque Ai), pero allí el personaje se llama Meng Zhice. <<

6.16. Tuo: alto funcionario del país Wei; su nombre de cortesía era Ziyu. <<

6.21. Personas corrientes: en lugar de «personas por encima de la media». En este punto sigo la enmienda de un especialista contemporáneo que cree que, en la frase zhong ren yi shang, las palabras yi shang han sido interpoladas. (Véase Mao Zishui: «Lunyu li ji chu yanwen di ceyi», en Qing Hua xuebao, II, I, mayo de 1960). <<

6.22. Las pruebas de un buen hombre conllevan su fruto: traducción aproximada de una frase más bien oscura. <<

6.23. Los sabios encuentran alegría en el agua, los bondadosos encuentran alegría en las montañas: sabios y bondadosos, montañas y agua no se oponen como términos contradictorios; se completan entre sí en parejas dialécticas y fecundas, como macho y hembra, activo y pasivo, luz y oscuridad, cielo y tierra, lleno y vacío, etc. Por ejemplo, donde hablamos de «paisaje», los chinos hablan de shan-shui, literalmente «montañas-y-agua». C. G. Jung admiraba mucho el pensamiento chino por su capacidad permanente de «captar simultáneamente los dos polos opuestos de cualquier realidad»; a la inversa, encontraba que «el carácter unilateral del pensamiento (occidental) le proporciona una energía suplementaria, pero también lo condena a la barbarie». <<

6.25. Un jarrón cuadrado no es cuadrado…: ésta es una de las afirmaciones más lacónicas y enigmáticas de las Analectas. Literalmente, «Gu no gu»; ¡qué gu! ¡qué gu!». El gu era sin duda un tipo de jarrón ritual que debía tener originalmente una forma cuadrada, pero que posteriormente evolucionó hasta convertirse en un recipiente redondo. Tal vez Confucio utilizó el ejemplo de esta evolución paradójica para ilustrar una de sus ideas fundamentales: la necesidad de restablecer «los nombres correctos». <<

6.26. Zai Yu preguntó…: todo este pasaje es oscuro y mi traducción es aproximada[23]. <<

6.27. Un caballero amplía su conocimiento por medio de la literatura: huelga decir que el mismo concepto de literatura tenía un contenido muy diferente en tiempos de Confucio, pero también se expresó en la cultura occidental la idea esencial de que la mente únicamente se amplía mediante la literatura; véase, por ejemplo, la siguiente afirmación de un destacado crítico literario contemporáneo:

La literatura amplía nuestro ser al permitirnos experiencias diferentes a las nuestras… pueden ser hermosas, terribles, sobrecogedoras, estimulantes, patéticas, cómicas o simplemente picantes. La literatura da entrada a todas ellas. Quienes hemos sido auténticos lectores toda nuestra vida rara vez nos damos cuenta del enorme desarrollo de nuestro ser que debemos a los autores. De este hecho nos percatamos mejor cuando hablamos con un amigo inculto. Puede que éste se halle lleno de bondad y buen sentido, pero habita un mundo reducido. En él, nos ahogamos… sólo mis ojos no son suficientes para mí… incluso los ojos de toda la humanidad no son suficientes. Lamento que los animales no puedan escribir libros. Con alegría aprendería qué rostro tienen las cosas para un ratón o para una abeja…

Al leer buena literatura me convierto en mil hombres, pero sigo siendo yo. Veo con mil ojos, al igual que el cielo nocturno de un poema griego, pero sigo siendo yo quien ve. Entonces me trasciendo, como en una oración, en el amor, en la acción moral y en el conocimiento. Y nunca soy más yo mismo que cuando lo hago. (C. S. Lewis, An Experiment in Criticism, Cambridge, Cambridge University Press, 1992, 139-41). <<

6.28. Nanzi, la concubina del duque Ling: he añadido las palabras «la concubina del duque de Ling» para proporcionar al lector información que normalmente cualquier chino culto posee. Huelga añadir que Nanzi no tenía una buena reputación. <<