18.1. El tirano: esta palabra no se halla en el texto original, que simplemente dice «él». El personaje en cuestión es Zhouxin, el último rey de la dinastía Shang (o Yin), que se destacó por su depravación y ferocidad. El señor de Wei era su cuñado, y los señores de Ji y de Bi Gan eran sus tíos. <<
18.2. Liuxia Hui: véase el pasaje y la nota 15.14. <<
18.4. El señor Ji Huan: el padre de Ji Kang. <<
18.5. Jieyu, el Loco de Chu: Jieyu, al igual que los diversos eremitas que se encuentran en los pasajes 18.6 y 18.7, son más bien productos subversivos de la imaginación taoísta, que se han infiltrado en las Analectas, en donde desempeñan el papel de una «quinta columna» anticonfuciana. <<
18.6. Confucio… suspiró: el ideal eremita es sin duda atractivo. Marco Aurelio (cuyos pensamientos a veces recuerdan la sabiduría confuciana y, por ello, no es de extrañar que los intelectuales chinos modernos lean las Meditaciones con atención y simpatía) se enfrentó a la misma tentación: «Los hombres buscan el retiro en la naturaleza, al borde del mar o en las montañas; un sueño que has acariciado con demasiado fervor tú mismo. Pero dichas quimeras son totalmente indignas de un filósofo» (Meditaciones, IV, 3). <<
18.8. Boyi y Shuqi: véanse las referencias 5.23, 7.15 y 16.12.
Yuzhong, Yiyi, Zhuzhang y Shaolian: estos personajes no pueden ser identificados con certeza.
Dejaron de hablar: otra posible interpretación tiene un significado totalmente opuesto: «con su discurso se liberaron de toda restricción». <<
18.9. Zhi, el gran maestro de música…: estos músicos de la corte no han sido identificados, y no sabemos qué clase de convulsión política causó su exilio. En su enigmático laconismo, todo el pasaje sugiere la desolación cultural que siguió a la caída de una dinastía. <<