NOTAS AL CAPÍTULO 15

15.1. Práctica militar: los asuntos militares no eran objeto de atención de un caballero confuciano. De esta actitud que ha pasado a la mentalidad popular da testimonio el conocido proverbio: «No se convierte el buen hierro en clavos ni a los buenos hombres en soldados». <<

15.3. Con un solo hilo: véase el pasaje 4.15. <<

15.5 Gobernar por medio de la no acción: podría también traducirse «por medio de la no interferencia». Este antiguo ideal político iba a ser desarrollado de una forma más sistemática por algunos filósofos taoístas.

La «no acción» no debe tomarse como una forma de apatía; por el contrario, representa un tipo superior de acción: la más eficaz es la que utiliza menos energía, y cuando no se gasta ninguna energía en absoluto, la eficiencia es absoluta.

Sin embargo, en la política confuciana, la dinámica de la «no acción» pertenece a la ética: el soberano gobierna exclusivamente dando ejemplo y su virtud irradia a todo el pueblo.

Mirando hacia el sur: posición del soberano. Los palacios imperiales de las últimas épocas seguían exactamente esta tradición y siempre se construían en un eje norte sur. (La Ciudad Prohibida de Pekín sigue siendo hoy día un ejemplo soberbio de esta concepción cósmica: el trono imperial es el eje del universo). <<

15.7. Shi Yu: alto funcionario de Wei.

Qu Boyu: véase la nota 14.25.

La lengua china no tiene tiempos verbales, por lo que no está claro si el comentario de Confucio debe expresarse en presente o en pasado, ya que ambos hombres eran contemporáneos. <<

15.9. Habrá ocasiones en que dará su vida para realizar su humanidad: esta importantísima declaración ha sido invocada a menudo a lo largo de todos los tiempos, principalmente en relación con la obligación moral de disentir políticamente. Para un caballero confuciano, el deber de obediencia al príncipe era relativo, mientras que la obligación de fidelidad a su propia humanidad era absoluta. Xun Zi (c. 298-235 a. de C.), que fue el tercer gran pensador confuciano después de Confucio y de Mencio, y el último maestro de la escuela confuciana del periodo preimperial, lo resumiría posteriormente con su lacónica elocuencia: «Un ministro sigue la Vía, no sigue al soberano». <<

15.11. El calendario de Xia: según los comentaristas tradicionales, este calendario, que era el más antiguo, seguía más de cerca las estaciones del año y, por ello, era más útil para los campesinos que los calendarios más artificiales de las dinastías siguientes.

El carruaje de Yin: estaba hecho de madera, y se supone que Confucio alababa la austera simplicidad de su construcción, en contraste con los materiales más lujosos y elaborados que se utilizaron posteriormente.

El bonete de Zhou: era mucho más elaborado que el utilizado en las anteriores dinastías. Cuando se trataba del ritual y de la cultura, Confucio no era contrario a la pompa y al esplendor.

El Himno de la Coronación de Shun y el Himno de la Victoria de Wu: véase los pasajes 3.25 y 7.14, así como la nota 3.25.

Proscribe la música de Zheng: Tolstoi, que leyó las Analectas muchas veces a lo largo de los años, expresó repetidamente en sus diarios la admiración que sentía por Confucio, porque su sabia intuición ya había previsto la necesidad de conservar el poder sobrecogedor de la música bajo el estricto control estatal. (Por mi parte, ¡dudo mucho de que la Sonata de Kreutzer fuera realmente una manifestación tardía de la música de Zheng!). <<

15.13. Nunca he visto a un hombre que apreciase la virtud tanto como el sexo: repetición de la máxima 9.18. <<

15.14. Zang Sunchen: véase la nota 5.18.

Liuxia Hui: hombre virtuoso y de talento de Lu; en realidad, su verdadero nombre era Zhan Huo, o Zhan Ji. <<

15.19. Un caballero siempre se resiente por su incompetencia, no por su anonimato: sobre el mismo tema —muy lejos en el espacio y en el tiempo—, La Bruyère haría una observación similar: «Nous devons travailler à nous rendre très dignes de quelque emploi: le reste ne nous regarde point; c’est l’affaire des autres» (Les caractères, «Du mérite personnel»). «Debemos trabajar para hacernos dignos de algún cargo: el resto no nos concierne, es asunto de los demás». <<

15.20. Un caballero se preocupa por la posibilidad de desaparecer de este mundo sin haberse hecho un nombre: en la China antigua y clásica, lograr la fama era un imperativo moral (puede encontrarse un equivalente de esta mentalidad en la cultura del Renacimiento italiano). La única forma de vida después de la muerte era sobrevivir en la memoria de la posteridad; la única forma de inmortalidad era la que otorgaba la memoria histórica. (He tratado de estos temas en un ensayo titulado «La actitud china hacia el pasado», publicado en Papers on Far Eastern History, 31 de marzo de 1989, que será reeditado en mi próxima obra, Detours).

A primera vista, puede parecer que en esta afirmación Confucio contradice la contenida en el pasaje 15.19: «Un caballero siempre se resiente por su incompetencia, no por su anonimato». De hecho, no hay contradicción alguna. Según el enorme optimismo confuciano, si un caballero sigue siendo anónimo, sólo puede ser a causa de su incompetencia, ya que el verdadero mérito se reconoce por fuerza antes o después. Si desaparece sin haber logrado la fama, toda la responsabilidad debe ser suya; su fracaso simplemente sanciona su falta de talento.

A lo largo de la mayor parte de su carrera, y a pesar de todos los rechazos y tribulaciones, Confucio mantuvo una inquebrantable fe en su destino político. Sólo a final de su vida, cuando se dio cuenta de que le quedaban pocos años de vida y de que ya no se le presentaría la oportunidad de cumplir su misión celestial, empezó a considerar el misterio del fracaso y la posibilidad de que la virtud pudiera finalmente conocer el escándalo absurdo de su propia derrota; eso es lo que le debió sugerir su propio caso. <<

15.24. Reciprocidad: véase también los pasajes 6.30 y 4.15. <<

15.25. Las personas de hoy…: para esta frase existen diversas interpretaciones, pero ninguna de ellas es totalmente convincente. Las Tres Dinastías son Xia, Shang y Zhou, las primeras dinastías de China. <<

15.26. Cuando los escribas encontraban una palabra dudosa dejaban un espacio en blanco: la palabra «dudosa» no se halla en el texto original, pero comentaristas y traductores suelen generalmente añadirla para hacer explícito el significado de esta frase. D. C. Lau (siguiendo la sugerencia de Chow Tse-tsung) adoptó una interpretación diferente (que filológicamente es legítima): «Los escribas carecían de refinamiento». La próxima oración se supone que ilustra esta «falta de refinamiento»: «Los propietarios de caballos permitían que otros los montasen». Pero es difícil ver en qué manifestaría una falta de refinamiento el hecho de prestar caballos. Además, la lectura de Lau-Chow implicaría que las costumbres modernas son mejores que las antiguas este punto de vista es difícilmente concebible desde el punto de vista confuciano, y no tiene ningún equivalente a lo largo de todas las Analectas.

De hecho, esta afirmación parece ser simplemente un elogio a la prudencia: en asuntos que son dudosos, uno debe reservar su juicio. (Véase, por ejemplo, el pasaje 2.18). <<

15.28. Cuando un hombre es rechazado por todos…: estoy simplemente reproduciendo la traducción de Waley, pues es imposible mejorar su concisión y exactitud. <<

15.33. El poder: el texto original simplemente dice «ello», pero el contexto deja muy claro que es el «poder» o «la autoridad política» el sujeto de esta declaración. <<

15.39. Mis enseñanzas se dirigen a todos sin hacer diferencias: podría también traducirse: La educación elimina cualquier clase de distinción. Esta famosa e importantísima declaración resumió para millones de lectores a lo largo de siglos uno de los aspectos más progresivos y revolucionarios del pensamiento confuciano: la educación debe estar abierta a todos sin distinción de nacimiento, rango o posición social o económica. De hecho, los discípulos de Confucio procedían de los más diversos orígenes sociales y tenían aptitudes extraordinariamente distintas y desiguales: el único requisito que tenían que cumplir al principio era demostrar una auténtica pasión por aprender.

Aunque otros pasajes de las Analectas (véase por ejemplo el 7.7) y la práctica histórica de la escuela confuciana confirman la impresionante realidad de este compromiso con la educación universal, la afirmación que estamos considerando aquí puede haber tenido originalmente un significado diferente, que algunos traductores occidentales modernos han preferido a la interpretación tradicional china. Esta lectura contemporánea y extranjera («entre las personas, existen diferencias de educación, pero ninguna diferencia de naturaleza») puede encontrar algún apoyo gramatical; sin embargo, carece de peso histórico, puesto que no fue en este último sentido como esta máxima influyó y dejó su huella sobre la mente china durante los últimos 2000 años. <<

15.41. Las palabras sirven simplemente para comunicar: Emerson decía: «Todo lenguaje es transitivo y sirve de vehículo; es bueno como lo son los transbordadores y los caballos para el transporte, y no como granjas y casas para morar en ellas». Él estaba familiarizado con las Analectas, que había leído, primero, en la versión inglesa de Joshua Marshman (editada por las comunicaciones de los misioneros de Serampore en 1809) y, después, en la traducción de David Collie de los Cuatro Libros (Malaca, 1828). Él transmitió su interés en el pensamiento confuciano a Thoreau, que, en Walden, citaba repetidamente a Confucio y a Mencio. (Sobre las lecturas confucianas de Emerson, véase R. D. Richardson, Emerson: The Mind on Fire, Berkeley: University of California, 1995, pp. 219, 349 y 392). <<

15.42. El maestro de música ciego: he añadido la palabra ciego, que no está en el texto original, para permitir al lector captar la situación evocada en este pasaje. Tradicionalmente, los maestros de música eran ciegos. <<