El arte de la sicología no se aprende —se vive y se experimenta, puesto que es imposible encontrar una teoría que nos dé la clave de los misterios psíquicos. Nadie puede ser un buen psicólogo si no es él mismo un objeto de estudio, si su propia sustancia psíquica no resulta un constante espectáculo inédito y complejo capaz de suscitar la curiosidad. Imposible comprender el misterio de los demás si uno mismo carece de él. Para ser psicólogo hay que conocer suficientemente la desgracia a fin de poder comprender la felicidad, y poseer el suficiente refinamiento para poder convertirse en un bárbaro; para ejercer la sicología se necesita una desesperación lo bastante profunda para no distinguir ya si se vive en el desierto o en las llamas. Proteiforme, tan centrípeto como centrífugo, nuestro éxtasis deberá ser estético, sexual, religioso y perverso.
El sentido psicológico es la expresión de una vida que se contempla a sí misma en cada instante y que ve las vidas ajenas como si fueran espejos; el psicólogo considera a los demás seres humanos como fragmentos de su propio ser. El desprecio que todo psicólogo siente por los demás implica una auto-ironía tan secreta como ilimitada. Nadie ejerce la sicología por amor, sino por una especie de deseo sádico de mostrar la nulidad del prójimo mediante el conocimiento de su fondo íntimo y la expoliación de su aureola de misterio. Como ese proceso agota rápidamente los contenidos limitados de los individuos, el psicólogo se cansará rápidamente de los seres humanos: carece en exceso de ingenuidad para tener amigos, y de inconsciencia para tener amantes. Ningún psicólogo comienza siendo escéptico, pero todos acaban siéndolo. Este final constituye el castigo que la naturaleza inflige al profanador de misterios, al supremo indiscreto, que, habiendo apenas creído en el conocimiento, haya conocido la desilusión.
El conocimiento en pequeñas dosis cautiva; a fuertes dosis, decepciona. Cuanto más se sabe, menos se desea saber. Pues quien no ha sufrido a causa del conocimiento no habrá conocido nada.