El encanto de las llamas subyuga gracias a un movimiento extraño que se halla más allá de la armonía, de las proporciones y de las medidas. Su ímpetu impalpable ¿no simboliza acaso la tragedia y la gracia, la desesperación y la ingenuidad, la tristeza y la voluptuosidad? ¿No encontramos en su devoradora transparencia y su abrasadora inmaterialidad el vuelo y la levedad de las grandes purificaciones y de los incendios interiores? Me gustaría ser levantado por la trascendencia de las llamas, ser zarandeado por sus ondas delicadas e insinuantes, flotar sobre un mar de fuego, consumirme en una muerte de sueño. La belleza de las llamas produce la ilusión de una muerte pura y sublime, semejante a una aurora.
Inmaterial, la muerte en las llamas evoca alas incandescentes. ¿Es posible que sólo las mariposas mueran así? — ¿Y quienes mueren a causa de sus propias llamas?