Veo tantas razones para negar que la vida tiene un sentido que sería inútil enumerarlas: la desesperación, lo infinito y la muerte son sólo las más evidentes. Pero hay muchos otros elementos íntimos que nos conducen tanto como ésos a negar totalmente el sentido de la vida... Frente a la existencia lo verdadero y lo falso dejan de ser importantes, y sólo lo es nuestra reacción personal. Subjetivismo, se dirá. ¡Qué más da! ¿Acaso la experiencia subjetiva no nos eleva al nivel de la universalidad, como el del instante al de la eternidad? ¡Los seres humanos aprecian tan poco la soledad...! Se apresuran a decretar la esterilidad de todo lo que procede de ella: sólo se apegan a los valores sociales, por lo halagados que se sienten creyendo haber colaborado todos en ellos. Cada ser desea hacer algo en la vida, y sobrevivir gracias a sus realizaciones. ¡Cómo si ellas no fueran a acabar reducidas a polvo!
Todo me deja insatisfecho. Incluso si fuera elegido Dios, dimitiría inmediatamente; si el mundo se redujese a mí, si yo fuera el mundo entero, me rompería a mí mismo en mil pedazos, me haría estallar. ¿Cómo es posible que conozca instantes en los que tengo la impresión de comprenderlo todo?