Cuenta la leyenda que una hermosa diosa añoraba a su amor perdido. Al bajar la mirada hacia la tierra de los hombres, derramó unas lágrimas. De aquellas divinas perlas nacieron las islas del país del Sol Naciente. Asegura la leyenda que para proteger tan preciado tesoro surgieron los samuráis.

En la época en que comienza esta historia, el sogún, el verdadero gobernante por encima del emperador, mandaba con mano firme en Japón. Eran los últimos tiempos de los samuráis, cuando un verdadero samurái era un monje, un artista, un místico, un seguidor del bushido, la vía del guerrero, una persona honorable, íntegra y noble.