H abía una vez un rey muy noble, sabio y rico, que tenía una esposa a la que quería mucho; ella, sin considerar el amor que le debía, había parido a tres hijos fuera de su matrimonio; éstos se rebelaban constantemente contra el rey y no se le parecían en nada. Pero luego concibió un cuarto hijo de la semilla del rey, dio a luz y lo amamantó. Ahora bien; cuando se hubo cerrado el ciclo de sus días, el rey murió y se guardó su cuerpo real en un féretro. Después de su muerte los cuatro hijos citados comenzaron a disputarse el gobierno del reino. Por fin llegaron a un acuerdo: irían a ver a un anciano guerrero que antes había sido el escriba secreto del difunto rey, y confiar simplemente en su decisión; y así sucedió. Después de escucharles pacientemente, el guerrero les dijo:
—Escuchad mi consejo, y si lo seguís, todo estará bien. Será provechoso para vosotros que saquéis el cadáver del difunto rey de su ataúd y que luego cada uno de vosotros tenga preparados arco y flecha; que obtenga entonces su reino quien dispare más profundamente sobre el cadáver.
Este consejo les gustó, desenterraron el cadáver de su tumba y lo sujetaron en un árbol. El primero que tiró su flecha hirió la mano derecha del rey, por lo cual ya casi se le proclamó único heredero y señor del reino. El segundo disparó su flecha alegremente más cerca, en la cara, por lo cual se adjudicó el triunfo con mayor certeza. El tercero, empero, traspasó el corazón del rey y creyó entonces que con toda seguridad podría asumir el dominio sin que le contradijeran sus hermanos. Sin embargo, cuando se acercó el cuarto al cadáver, suspiró gravemente y dijo con voz lastimera:
—Ay, de mí, padre, que tengo que ver herido tu cadáver por tus propios hijos; que sea ajena a mí la idea de que alguna vez tire sobre el cuerpo de mi padre, esté vivo o muerto.
Después que hubo hablado así, los príncipes del país y todo el pueblo lo alzaron juntamente y lo sentaron como verdadero heredero y señor del reino en el trono de su padre; a los otros tres se les quitaron todas sus dignidades y todos sus bienes y se les echó del país.