E l hermano Gottschalk de Volmuntstein me contó que una vez el Diablo, transformado en uno de sus conocidos, le había ofrecido una fuente con pescados al hermano Hermann de Arensberg. Como aún era muy temprano, éste le dijo que la dejara y que se fuera. Cuando hubo llegado la hora de prepararlos, en la bandeja en la que antes sólo habían podido verse pescados, se encontró bosta de caballo.