Supongo que más de un estudiante joven se ha preguntado airadamente por qué diablos debe estudiar ciencia cuando no tiene la intención de convertirse en un científico.
Cualquiera que piense esto puede creer que no necesita saber más de lo mínimo que le permita simplemente vivir. ¿Por qué hay que estudiar historia si uno no va a ser historiador? ¿O por qué geografía e idiomas si uno no va a viajar mucho?
Pero no hay duda de que hay vida más allá de lo que uno «hace». Incluso si uno vive silenciosamente en su casa y realiza tareas simples y rutinarias, debe encontrar algún valor en comprender el mundo que nos rodea, a entender los hechos a la luz del pasado, a apreciar otros lugares y otras culturas.
En verdad, seguramente es divertido saber cosas. Arroja luz sobre nuestra vida, agudiza nuestros cerebros, reduce nuestro aburrimiento, amplía nuestro horizonte, hace que sea más interesante y placentero estar con uno.
Eso es cierto en relación a cualquier tipo de conocimiento o habilidad, en realidad, incluso los que no son estrictamente materias escolares. Seguramente es más divertido estar con una persona que sabe trabajar la madera de modo inteligente o que lo sabe todo acerca de cómo coleccionar sellos, observarlo y escucharlo, que estar con alguien que no sabe nada de nada.
Entonces, si conocemos estas otras cosas, ¿tenemos que conocer también la ciencia? ¿Qué tiene de especial la ciencia?
En realidad, tiene mucho de especial.
Nuestro mundo moderno se basa en la ciencia y en la tecnología, que es la aplicación de la ciencia a los asuntos cotidianos. Casi todo lo que hacemos depende de instrumentos modernos como los automóviles, los tocadiscos y los televisores, y estos a su vez dependen de principios científicos. Nuestro futuro dependerá de los ordenadores, de los robots, de la energía nuclear, de los cohetes, todos los cuales tienen sentido si comprendemos la ciencia.
Si una persona no entiende qué es lo que hace que las cosas funcionen, puede creer que todo es magia. La gente sin ciencia vive en un mundo misterioso que no tiene sentido para ellos. Aunque digan: «¿Y qué? Todo lo que quiero es ganarme la vida, tener una familia y mirar el paisaje», encontrarán que eso no es fácil. En un mundo cada vez más científico, los buenos empleos, los que permiten ganar dinero, serán para aquéllos que comprenden la ciencia.
La ciencia tiene sus peligros y sus beneficios. Utilizada de manera inadecuada, la ciencia puede llenar la Tierra de polución, de potentes productos químicos, de radiación, de instrumentos que destruyen nuestra privacidad y nuestra libertad. Pero utilizada sabiamente, la ciencia puede aumentar nuestros suministros de energía y de alimentos, mejorar nuestra salud, prolongar nuestras vidas y ampliar nuestro sentido de la seguridad.
Sin embargo, ¿quién decide cuál es la mejor manera de utilizar la ciencia? En una democracia, debería decidirlo la gente en general. Pero ¿cómo puede la gente tomar una decisión inteligente si, para empezar, casi nadie sabe mucho acerca de la ciencia? A medida que pasen los años, será más importante que la gente sepa más acerca de la ciencia si se espera que ayude a tomar decisiones inteligentes acerca de cómo utilizar la ciencia para salvar al mundo, y no para destruirlo.
Por eso es importante aprender sobre la ciencia, aun sin llegar a ser un científico profesional.