VEINTIOCHO DÍAS DESPUÉS

El Coronel llegó a la clase de latín a la mañana siguiente.

—Me siento de maravilla ahorita, porque todavía estoy borracho. Pero que el cielo me ayude en un par de horas.

Yo hice un examen de francés para el cual había estudiado un petitpeu. Me salió bastante bien la parte de opción múltiple (con preguntas tipo «Selecciona el tiempo verbal») pero la pregunta de ensayo, en Le Petit Prince: «¿Cuál es el significado de la rosa?», me destanteó un poco.

Si hubiera leído El principito en inglés, español o francés, sospecho que esta pregunta habría sido bastante fácil. Por desgracia, había pasado la noche emborrachando al Coronel. Así que respondí Elle symbolise l’amour («Simboliza el amor»). Madame O’Malley nos había dejado una página entera para responder la pregunta, pero consideré que la había respondido bien en tres palabras.

Me había mantenido bien en las clases de manera que obtuviera un 9 y 8, así mis padres no se preocupaban, pero en realidad ya no me importaba mucho. «¿El significado de la rosa?», pensé. «¿A quién le importa un comino?». «¿Cuál es el significado de los tulipanes blancos?». Esa era un pregunta que valía la pena responder.

Después de que me dieron un sermón de diez horas de trabajo en el Jurado, regresé a la habitación 43 para encontrarme con que el Coronel le estaba contando todo a Takumi, bueno, todo excepto el beso. Entré cuando el Coronel decía:

—Así que le ayudamos a que se fuera.

—Ustedes soltaron los cohetes —dijo.

—¿Cómo sabes de los cohetes?

—He estado haciendo una pequeña investigación —respondió Takumi—. Bueno, de cualquier manera, eso fue tonto. No debían haberlo hecho. Pero todos la dejamos ir, en realidad —dijo y me pregunté qué había querido decir con eso, pero no tuve tiempo de preguntar antes de que me dijera:

—¿Así que tú piensas que fue suicidio?

—Quizá —dije—. No veo cómo pudo haberle pegado a la patrulla por accidente a menos que hubiera estado dormida.

—Quizá iba a visitar a su padre —dijo Takumi—. Vine Station está en el camino.

—Quizá —dije—. Todo es un quizá, ¿no?

El Coronel buscó una cajetilla de cigarros en su bolsillo.

—Bueno, aquí hay otro: Quizá Jake tenga las respuestas —dijo—. Hemos agotado otras estrategias, así que lo llamaré mañana, ¿está bien?

Yo también quería respuestas ahora, pero no a algunas preguntas.

—Sí, está bien —dije—. Pero mira, no me digas nada que no sea relevante. No quiero saber nada a menos que me vaya a ayudar a saber a dónde iba y por qué.

—Yo tampoco, de hecho —dijo Takumi—. Creo que algunas de esas cosas deberían permanecer privadas.

El Coronel metió una toalla bajo la puerta, encendió un cigarro y dijo:

—Está bien, chicos. Trabajaremos con base en lo que necesitemos saber.