¡Hola, Ross!
Esta es la vista hacia el sur desde mi azotea. Es mucha nada, sin duda. Y sin embargo, un solo hombre cobra importancia de una manera inesperada en un paisaje tan vasto. No es un lugar para recomendarlo a nadie. Ni siquiera a Anita se lo recomendé; vino, simplemente. Creo que está contenta aquí —tan contenta como ella puede estarlo, quiero decir—. Hay días en que está más irritable que nunca, pero no le hago caso. No creo que disfrute mucho con la vida de soltera. Lástima que no pensara en eso antes de venir. Yo no hago casi nada, trabajo aparte. Me parece que voy bien. Costaría Dios y ayuda detenerme en este momento.
Tom