SUS LEGENDARIAS PIERNAS

Era tan veloz que se decía que llegaba a los sitios antes de ponerse en camino hacia ellos. Más que correr, lo suyo era volar; sus piernas parecían moverse en una corriente de aire sin llegar a tocar el suelo. Nunca retaba a nadie a correr, pero muchos le retaban a él, y aunque siempre trataba de disuadirles, no es fácil soportar las burlas y provocaciones de un hombre joven. Terminaba invariablemente por quitarse los zapatos, porque nunca corría calzado, y esperaba a que su ansioso contrincante se preparara. Entonces daba comienzo la carrera… o, mejor dicho, terminaba, porque nunca se podía decir que hubiera habido una carrera. El joven que tan ardientemente deseaba medir su habilidad con la de mi padre ni siquiera se había apartado de la línea de salida cuando ya divisaba en la de llegada la figura borrosa del hombre al que había confiado en vencer.