En la sesión del lunes tocaba hablar de drogas y armas. Quizás por eso, el día estaba pesado. Soplaba un viento tórrido, incómodo. Procedente del desierto, arrastraba polvo, dificultaba la respiración y resultaba bastante desagradable. Eso no fue excusa para que acudiera puntualmente a la sala. Me senté, como siempre, en mi silla. Chantal no apareció. Salomé tampoco. Desde que perdí la apuesta de los cien euros, no tenía noticias suyas.
Los jurados ocuparon sus puestos con desgana de lunes y de calor. También su señoría García parecía indolente, adormilado. Solo al fiscal se le veía activo. No diré que como unas castañuelas, pero sí contento. Incluso la toga parecía encajarle mejor aquella mañana. Imaginé que tenía por esenciales los testimonios que íbamos a escuchar; que serían capaces de asestar un golpe definitivo a la credibilidad del acusado, o algo por el estilo. Nuestras noticias, al menos las de Paco, apuntaban en otra dirección, pero ¿quién puede fiarse de los rumores que se desperdigan por los bares de alterne?
—Señor Iria, a lo largo de este juicio han aparecido con alguna frecuencia los términos 2CB y su sinónimo Nexus, una droga con la que presuntamente traficaba el fallecido señor Liu, la misma droga que se encontró en grandísimas cantidades en casa del acusado señor Torino.
—¡Protesto, señoría! El fiscal se está extralimitando.
—Se acepta. La expresión «grandísima cantidad» será borrada del acta y el jurado no la tendrá en cuenta. Continúe, señor fiscal.
—Gracias, señoría. Señor Iria, usted es un experto reconocido en drogas de síntesis. ¿Sería tan amable de decirnos algunas palabras sobre ese producto?
—¡Claro! Para eso he venido —respondió con simpatía—. Además, me encanta hablar de este compuesto, o de cualquier otro. Realmente, no nos damos cuenta de lo que se nos viene encima en el ámbito de la química cerebral. Se calcula que actualmente hay más de ochocientas sustancias disponibles, y que, si incluimos research chemicals, esa cifra se va a multiplicar por diez en pocos años…
Con un gesto, el fiscal interrumpió al testigo cuya frase quedó sin terminar. Iria, químico al servicio de la policía científica, era un tipo joven (calculo que no alcanzaría los treinta), feo, de aspecto descuidado y con evidente mal gusto. La corbata marrón que alguien le había anudado en el cuello, alrededor de una camisa de cuadros, le sentaba como una pamela a una leona; de la americana mejor no hablar. Sin embargo, su sonrisa borraba la mala impresión inicial y lo convertía en un personaje amigable: un inofensivo prototipo de friqui de la química que, gracias a alguna confluencia cósmica, trabajaba para los buenos, porque, de haber caído en malas manos, estaría diseñando nuevas drogas para los narcos del Este. Sin embargo, el fiscal era consciente de que, si no le dirigía, terminaría explicándonos la fórmula del compuesto, lo que aburriría al jurado.
—Comprendemos, señor Iria, que este es un gran tema. Pero le agradeceríamos mucho que ciñese sus comentarios al Nexus, para no confundir al jurado: qué es y qué efectos produce. No hace falta que sea exhaustivo, solo los más sobresalientes.
—Sí, claro, solo a la 2CB. Lo llaman Nexus, Erox, Performax… Se llame como se llame, es un agonista parcial selectivo de los receptores de serotonina 5-HT2A y 5-HT2C, que presenta similitudes estructurales y farmacológicas con la brolanfetamina y la mescalina, aunque es…
—Señor Iria…
—¡Vale, vale, ya voy! Desde que el éxtasis está de capa caída, el Nexus es una de las sustancias de moda en las discotecas. Se presenta casi siempre en pastillas de color azulado, como las que ustedes hallaron, aunque también se ha incautado en cápsulas. En las pastillas se perciben enseguida sus tonos brillantes, que emergen por la presencia de mescalina. Supongo que todo el mundo sabe que la mescalina…
El fiscal carraspeó. Aquel hombre, capaz de remontarse a Adán, podía llegar a ser soporífero. Un jurado dormido es un jurado sordo. Y un jurado sordo no recuerda ningún dato interesante.
—Voy con los efectos a corto plazo, porque de lo que ocurre con un consumo prolongado no tenemos ni idea, porque es un compuesto joven. A dosis bajas, la 2CB tiene efectos de potenciación sensorial, que se manifiestan en la sensibilidad de la piel y una reacción agudizada a los olores y sabores y a la estimulación sexual. En dosis mayores produce alucinaciones visuales marcadas, con variedad de colores; configuraciones extrañas en las superficies y deformación de objetos y caras. Es una droga lenta, quiero decir que sus efectos tardan en aparecer entre cuatro y ocho horas, pero de larga duración, porque pueden prolongarse entre doce y veinticuatro horas, con un tiempo de recuperación mental completa de unas treinta y seis horas.
Mientras escuchaba su testimonio no pude dejar de recordar mi experiencia: los tonos rosados, los muebles escurriéndose por las paredes, los dibujos caleidoscópicos, el orgasmo y la angustia insoportable. Inmediatamente, todo mi cuerpo se estremeció. Paco, que se había sentado a mi lado, lo percibió de inmediato. Se acercó a mí y me susurró:
—¿Te encuentras bien, tío? Estás blanco como un cadáver.
—Un poco de frío, eso es todo. El aire acondicionado está demasiado fuerte y tengo la garganta cogida —mentí.
El fiscal continuaba con su interrogatorio.
—De modo, señor Iria, que no estamos hablando de una tontería, sino de una droga peligrosa.
—Todas las drogas son peligrosas, señor fiscal. Quienes han probado la 2CB aseguran que sus efectos son muy placenteros, pero también dicen que si te pasas resulta terrorífica: te sientes en las puertas de la muerte. Y no es en broma ni física ni psicológicamente.
—Gracias, señor Iria. Vayamos a las pastillas que su laboratorio analizó. ¿Qué puede decirnos de ellas?
—¡Ah, pues eran muy interesantes! Una variedad desconocida de la 2CB. Digo desconocida porque nunca la había tenido delante. De hecho, todavía hay un componente que no hemos conseguido identificar. Lo fundamental es que logra acortar en horas la espera de los efectos y que su concentración es muy alta. Cuatro ratas murieron a la primera dosis…
—No es su trabajo, desde luego, pero ¿tiene usted una idea del valor que podría adquirir ese alijo en el mercado?
—Pues no sabría decirle. Es un compuesto nuevo, elegante, sofisticado… Ocho o diez euros la pastilla, supongo.
—Gracias. No haré más preguntas.
El magistrado presidente dio la palabra a la defensa. En este caso, se levantó uno de los asociados. Era delgado y no muy alto, pero tenía la voz grave. Y no sonreía.
—Señor Iria, he oído decir que a esta droga se la denomina también «droga genital». ¿Puede explicarnos por qué?
—Puedo, pero esto está lleno de señoras. No sé si es el mejor lugar; si quiere, a la salida le…
La carcajada llenó la sala, de punta a punta. El magistrado presidente le instruyó.
—El testigo no debe preocuparse: los señores y señoras que conforman el jurado son adultos, y hábiles para escuchar su testimonio. Por lo demás, creo que no hay menores en la sala…
—Pues allí veo a unos chavalillos a los que no conviene nada escuchar lo que digo… —señaló con el dedo.
En efecto, había cuatro jovenzuelos, sentados en la mitad de la sala. Supongo que se habían fumado las clases del instituto, porque aquel espectáculo parecía más divertido. Además, era gratis y el aire acondicionado funcionaba. Los desalojaron. Cuando los ujieres certificaron que todos los que estábamos en la sala éramos mayores de edad, Iria se decidió a continuar.
—Como decía, la 2CB intensifica la sensibilidad de los sentidos. Mucho, la verdad: el olfato, el gusto, el tacto…, pero el más notorio se produce en la parte más susceptible del cuerpo: la zona genital. Algunos adictos dicen que es como si te instalaras en un orgasmo continuo. Eso no lo puedo asegurar, pero sí que su consumo favorece las relaciones sexuales, que muchas veces son enturbiadas en el varón cuando toma otros enteógenos. Pero repito lo que dije antes: el placer obtenido con dosis bajas se transforma en una angustia y un caos mental insufribles cuando te pasas.
—Eso lo hemos entendido, sí. Lo que quería preguntarle es si alguien lo considera un afrodisiaco.
—Si se refiere a eso, es cierto que en los años noventa se vendió como afrodisiaco en algunos países, pero…
Le interrumpió.
—De modo que estamos hablando de un afrodisiaco…
—Llámelo como quiera, pero, si tiene la desgracia de que le pillen con esa bolsa en la mano, prepárese. Sin lugar a dudas, el juez dictaminará que es tráfico y lo meterán en el trullo. Usted verá… —respondió Iria. Saltaba a la vista que aquel tipo no le había caído bien.
—Comprendo. Dígame una cosa, ¿tiene conocimientos de la procedencia de esta droga?
—¡Ah, la 2CB es sumamente fácil de fabricar! Con los ingredientes adecuados y el material básico casi lo podría hacer usted mismo. Bueno, lo que acabo de decir es una exageración. Pero es sencillo. De hecho, su versión inicial salió del matraz de un químico norteamericano, un tipo que trató de aprovechar la cultura de los chamanes y de su mescalina, y describió su síntesis y sus síntomas. Como no podía experimentar en humanos, experimentó consigo mismo y con su mujer. Luego, hubo muchas variantes…
—Lo comprendo. Pero lo que pregunto es de dónde procede ahora esa droga en España.
—Bueno, esa no es mi especialidad. Por lo que sé, entra desde Alemania y Holanda. Últimamente, lo que he analizado procedía de China. Los chinos son buenos negociantes, no tienen las limitaciones legales ni los controles de los demás, y su policía hace la vista gorda cuando quiere. Hoy día se puede comprar una dosis de Br-DragonFLY…
Le cortó con voz tajante.
—China. Gracias, esa es la palabra que deseaba que el jurado oyera. No haré más preguntas.