V

El pequeño teatro mecánico en el que se representaba la escena del encuentro entre Tamino y Pamina estaba siendo subastado. El Viejo se mostraba indiferente a las divinas notas de La Flauta Mágica, que en cambio embelesaban a los espectadores ocasionales, hacinados en el patio de butacas. Pero a los coleccionistas, que, sentados en sus sillones de terciopelo rojo, se disputaban aquella maravillosa joya que había alegrado la infancia del gran duque del Palatinado, Mozart les importaba bien poco. Mayer alzó la paleta. El Viejo hizo una oferta superior. Mayer volvió a levantar la paleta. El viejo alzó la suya dos veces, con rabia. Un «oohhh» cargado de tensión recorrió el público.

Long distance call for you, sir.

Italy?

Yes, sir.

I’ll call back.

They say it’s very important, sir.

Shut up![31]

El director se retiró con una inclinación. Aquel viejo italiano era intratable. Algunas veces podía ser, sin embargo, increíblemente amable. El director regresó junto al teléfono y comunicó que el interlocutor no se encontraba disponible por el momento. Desde Roma, Zeta le rogó que lo volviese a intentar. Al final, el Viejo accedió a responder.

—¡Espero que lo que tiene que decirme sea de verdad de la mayor urgencia!

—Esta mañana, a las ocho, han herido al Banquero en un atentado.

—¿Y qué?

—Un vigilante que pasaba por allí en ese momento mató al fallido asesino. Era un tal… Nembo Kid… ¿le dice algo este nombre?

—¿Ha frecuentado últimamente un curso para humoristas? Difunda una nota oficial: el cobarde atentado… la atención de las fuerzas del orden… la inquietante presencia de un conocido miembro de la criminalidad romana… lo de siempre, vaya.

—¿Algo más?

—No dé más el coñazo, Zeta.

Mientras regresaba a la sala de subastas, se cruzó con Mayer cargado con el teatro bajo el brazo. Se intercambiaron un saludo.

Sorry. This time the winner it’s me! —sonrió el americano.

Next time I’ll be luckier![32] —replicó educadamente el Viejo.

Cuando se quedó a solas en la suite presidencial, anotó en su cuaderno: «28 de abril. Vivimos en una época degenerada. Incluso la mafia ya no es la de antes. No obstante, este mal sirve en parte para algo. Una pieza más que añadir al mosaico del caos».