CAPÍTULO XXVI

Escucha con atención. Escucha a la morsa porque ha llegado la hora de hablar de muchas cosas. Ha llegado la hora de hablar de zapatos, de barcos, de resina, de coles y de reyes.

No, eso no es cierto. Él lo dijo eso en una ocasión, pero ahora no tiene sentido. Escucha otra vez. Ha llegado la hora…

La hora ha llegado, dijo la morsa. Ha llegado la hora… de actuar.

Ella tiene razón. La morsa siempre tiene razón. Tú no eres como Alicia, tú no quieres pasar por el agujero del conejo, y esto no es el País de las Maravillas.

El País de las Maravillas se encuentra al otro lado del espejo; renuncia al infierno por el cielo. Si actúas, si pasas a través del espejo, estarás en el cielo. El cielo es tuyo, no dejes que ella te detenga. Mándala al infierno, condénala al infierno, pues no tiene furia como una mujer desdeñada. Ella te desdeñó a ti y ahora te toca a ti desdeñarla a ella. El tiovivo es un juego limpio; todo vale en el amor y en la prostitución. Eso es lo que es ella, una ramera, pero tú eres la niña de frente limpia y clara si actúas a favor de Alicia en el País de las Maravillas. Esto es una función y el acto final está empezando. El mundo entero es un escenario y cada hombre en cada hora desempeña muchos papeles. Tu hora ha llegado, tu papel está esperando, la morsa conoce los apuntes, el mundo es tu concha. La ostra se encierra en su concha y tú también te encerrarás y se detendrá el tiempo. Detén el tiempo, rompe el espejo, rompe la barrera. El tiempo debe detenerse y tú debes continuar, seguir adelante, ir con Dios. Deja la madriguera del conejo, el cubil de la liebre, Hare Krishna. Allí hay un gran mundo maravilloso, un mundo donde existen zapatos para calzar y barcos para navegar; maldito el lacre que te detiene aquí, malditos torpedos, no disparéis hasta que veáis el blanco de sus muslos; entonces gritad cuanto os plazca. Gracias a ti, morsa, por mostrarme el camino. Un camino para salir del hoyo y del profundo infierno.

El infierno está lleno de voces que puedes oír y a las que no puedes contestar, de rostros que no puedes ver porque el infierno es lóbrego. En el infierno no se puede sentir, ni tener, ni mantener.

El cielo puede esperar, pero tú has esperado mucho tiempo, demasiado tiempo, y ya ha llegado para ti la hora de tener y mantener. Allí hay coles y reyes, Reinas Rojas y Reinas Blancas, pero tú también serás coronada, gloria, aleluya, hosanna en las alturas, y la verdad te hará libre. Te librará del abismo y del péndulo que marca el interminable paso del tiempo. El mañana, y el mañana, y el mañana se arrastra en un lento caminar, pero tú puedes acelerar el paso y aproximar el día que te libere de todo mal. Porque mío es el reino, y el poder, y tú, Lori, por los siglos de los siglos.

Pero tienes que actuar.

Ahora.