Aquiles ha sido invitado a la casa del Cangrejo.
Aquiles: Veo que ha hecho algunas nuevas adquisiciones desde la última vez que estuve aquí, Sr. Cangrejo. Sus nuevas pinturas son impresionantes.
Cangrejo: Gracias. Me apasionan ciertos pintores, especialmente, René Magritte. La mayoría de las pinturas que tengo son de él. Es mi artista favorito.
Aquiles: Debo decir que son imágenes muy intrigantes. De alguna manera, estas pinturas de Magritte me recuerdan las obras de MI artista favorito, M. C. Escher.
Cangrejo: Me imagino. Tanto Magritte como Escher emplean gran realismo al explorar los mundos de la paradoja y la ilusión; ambos tienen un gran sentido del poder evocativo de ciertos símbolos visuales, y —algo que incluso sus admiradores son incapaces de advertir— ambos tienen un gran sentido de la gracia del trazo.
Aquiles: Sin embargo, existe una gran diferencia entre ellos dos. Me pregunto cómo podría caracterizar uno esa diferencia.
FIGURA 77. Las sombras, de René Magritte (1966).
Cangrejo: Sería fascinante compararlos en detalle.
Aquiles: Debo decir que el dominio del realismo por parte de Magritte es asombroso. Por ejemplo, quedé cautivado por esa pintura que hay allá, de un árbol con una pipa gigante detrás.
Cangrejo: ¡Ud. quiere decir, una pipa normal con un árbol pequeñito delante!
Aquiles: Oh, ¿es eso lo que es? Bueno, en todo caso, cuando la vi por primera vez, ¡estaba convencido de estar sintiendo olor a humo de pipa! ¿Se imagina lo estúpido que me sentí?
Cangrejo: Lo entiendo perfectamente. A menudo mis invitados quedan cautivados por esa pintura.
(Diciendo esto, se estira, remueve la pipa de detrás del árbol en la pintura, la da vuelta y la golpea contra la mesa, y la pieza comienza a pasarse de olor a tabaco de pipa. Luego empieza a cargarla con un manojo de tabaco.)
Ésta es una pipa antigua muy fina, Aquiles. Aunque no lo crea, el hornillo está revestido de cobre, lo cual la hace envejecer maravillosamente.
Aquiles: ¡Revestido de cobre! ¡No me diga!
FIGURA 78. Estado de Gracia, de René Magritte (1959).
Cangrejo (saca una caja de fósforos, y enciende su pipa): ¿Le gustaría probarla, Aquiles?
Aquiles: No, gracias. Sólo fumo cigarros de vez en cuando.
Cangrejo: ¡Ningún problema! ¡Aquí mismo tengo uno! (Alcanza otra pintura de Magritte, donde aparece una bicicleta montada sobre un cigarro encendido.)
Aquiles: Uhh… no gracias, ahora no.
Cangrejo: Como quiera. Lo que es yo, soy un fumador de tabaco incurable. Lo cual me recuerda, sin duda Ud. sabe de la predilección del Viejo Bach por fumar pipa.
Aquiles: No recuerdo exactamente.
Cangrejo: Al Viejo Bach le encantaba hacer versos, filosofar, fumar pipa, y hacer música (no necesariamente en ese orden). Él combinó estas cuatro cosas en un poema al cual le puso música. Este poema puede ser hallado en la famosa libreta de apuntes musicales que guardaba para su esposa, Anna Magdalena, y se llama
Pensamientos edificantes de un fumador de tabaco Cada vez que mi pipa fumo Y veo las horas pasar, Llenando la pieza con humo, Tan triste me pongo a pensar: La vida es a veces banal, Mi pipa y yo somos igual. Así como el tabaco ardiente, Que es sólo de brasa y carbón, Volveré a la tierra por siempre, A la arcilla sin estación. Si la pipa se ha de quebrar, Mi destino es muy similar. La pipa a menudo se prende, Mas blanca permanecerá; Cual cuando me llame la muerte, Pálido mi cuerpo estará. Y a negro me convertiré, Cual pipa me consumiré. La pipa fulgura a su modo; Contémplala con devoción. El fuego lo reduce todo A cenizas, sin compasión. Tu fama se consumirá Y en polvo te convertirás. Si hay veces en que estás fumando Y no tienes con qué limpiar; Tus dedos van luego atizando El fuego que te ha de quemar. Y cual en la pipa el ardor, Será en el infierno el dolor. Así, mi pipa contemplando, Tantas cosas puedo pensar. Fumando, pues, voy meditando, En casa, afuera, en tierra y mar. Hoy mis alegrías son dos: Mi pipa fumo, adoro a Dios. |
Una filosofía encantadora, ¿o no?
Aquiles: Ciertamente. El Viejo Bach era un poeta de eximia tradición.
Cangrejo: Me quitó las palabras de la boca. Ud. sabe, en mis buenos tiempos también intenté escribir algunos versos ingeniosos. Pero me temo que no son muy valiosos. No tengo un dominio suficiente del lenguaje.
Aquiles: Oh, vamos, Sr. Cangrejo. Ud. —cómo decirlo— forja retruécanos con gran pasión. Me sentiría honrado si Ud. me cantara una de sus canciones, Sr. C.
Cangrejo: Me siento aclamadísimo. ¿Qué le parece si le pongo un disco en que yo mismo canto una de mis invenciones? Ya no recuerdo por qué la compuse. Se titula “Canción sin motivo ni razón”.
Aquiles: ¡Qué poético!
(El Cangrejo saca un disco de su estante, y se dirige hasta un inmenso y complejo aparato. Lo abre e inserta el disco en una boca mecánica de aspecto ominoso. Súbitamente, un destello de luz verdosa barre la superficie del disco y, después de un rato, el disco es arrastrado silenciosamente hacia algún vientre oculto de la fantástica máquina. Pasa un rato, y entonces comienzan a sonar los tonos de la voz del Cangrejo.)
Un poeta de eximia tradición Forja retruécanos con gran pasión. Mas su canto al final Es muy poco formal; Quiero decir, sin pies ni cabeza. |
¡Encantador! Sólo hay una cosa que me intriga. Su canto al final…
Cangrejo: ¿Es muy poco formal?
Aquiles: No… Quiero decir, sin ton ni son.
Cangrejo: Puede que tenga razón.
Aquiles: Aparte de eso, es una canción muy bonita, pero debo decir que estoy aún más intrigado por este invento monstruosamente complejo. ¿Es simplemente un tocadiscos gigante?
Cangrejo: Oh, no, es mucho más que eso. Es mi fonógrafo rompe-Tortugas.
Aquiles: ¡Qué horror!
Cangrejo: Bueno, no me refiero a que rompa Tortugas, sino que rompe los discos producidos por el Sr. Tortuga.
Aquiles: ¡Uf! Eso no es tan terrible. ¿Es esto parte de la extraña batalla musical que se desarrolló entre Ud. y el Sr. T. hace algún tiempo?
Cangrejo: En cierto modo. Permítame explicárselo un poco mejor. Vea, la sofisticación del Sr. Tortuga había alcanzado un punto en que parecía capaz de destruir casi cualquier tocadiscos que yo adquiriera.
Aquiles: Pero la última vez que oí acerca de su competencia, me pareció que Ud. había adquirido por fin un fonógrafo invencible, uno con una cámara de TV, una microcomputadora y otros elementos, todos incorporados, y que podía desmontarse y remontarse a sí mismo de tal manera que no fuera destruido.
Cangrejo: ¡Ay, ay, ay! Mi plan se vio frustrado, pues el Sr. Tortuga se aprovechó de un pequeño detalle que yo había pasado por alto: la subunidad que dirigía los procesos de desmontaje y remontaje permanecía estable en sí misma durante todo el proceso. Es decir que, por razones obvias, no podía desmontarse y remontarse a sí misma, de modo que permanecía intacta.
Aquiles: Sí, ¿pero qué consecuencias tuvo eso?
Cangrejo: ¡Oh, las más horribles! Pues como verá, el Sr. T trabajó exclusivamente sobre esa unidad.
Aquiles: ¿Cómo es eso?
Cangrejo: Simplemente hizo un disco que induciría vibraciones fatales en la única estructura que, tal como él sabía, nunca cambia, la unidad de desmontaje y remontaje.
Aquiles: Oh, ya veo… Qué sinvergüenza.
Cangrejo: Sí, lo mismo pensé. Y su estrategia funcionó. No la primera vez, fíjese Ud. Pensé que lo había engañado cuando mi fonógrafo sobrevivió a su primera embestida. Reí colmado de alegría. Pero la siguiente vez, él retornó con un brillo de acero en sus ojos, y supe que eso significaría problemas. Puse su nuevo disco en mi tornamesa. Luego, ambos observamos ansiosamente como la subunidad dirigida por computadora examinó cuidadosamente los surcos, retiró después el disco, desmontó el tocadiscos, lo remontó de una manera asombrosamente diferente, volvió a poner el disco, y entonces bajó lentamente la aguja sobre el surco de más afuera.
Aquiles: ¡Increíble!
Cangrejo: No bien habían brotado los primeros tonos, cuando un fuerte ¡CRAC! inundó la sala. El aparato se desarmó entero, pero lo que estaba más destruido era la unidad de montaje y desmontaje. En ese doloroso instante comprendí finalmente, para mi desazón, que la Tortuga SIEMPRE sería capaz de descubrir y trabajar sobre —si Ud. perdona la expresión— el talón de Aquiles del sistema.
Aquiles: ¡Un cargante de cuatro suelas! Debe de haberse sentido Ud. desolado.
Cangrejo: Si, me sentí muy desamparado por un rato. Pero, felizmente, ése no fue el final de la historia. Este cuento tiene un capítulo final, el cual me enseñó una lección muy valiosa, que yo podría transmitirle a Ud. Por recomendación de la Tortuga, había estado hojeando un curioso libro lleno de extraños Diálogos acerca de varios temas, incluyendo biología molecular, fugas, budismo Zen, y quién sabe qué más.
Aquiles: Probablemente lo escribió algún chiflado. ¿Cómo se llama el libro?
Cangrejo: Si recuerdo bien, se llamaba Cobre, Plata, Oro: una Indestructible y Metálica Aleación.
Aquiles: Oh, el Sr. Tortuga me habló de él también. Es de un amigo suyo, a quien según parece le gusta mucho la metalógica.
Cangrejo: Me pregunto qué amigo será… En todo caso, en uno de los Diálogos, encontré algunos Pensamientos Edificantes sobre el Virus del Mosaico del Tabaco, los ribosomas, y otras cosas de las que nunca había oído.
Aquiles: ¿Qué es el Virus del Mosaico del Tabaco? ¿Qué son los ribosomas?
Cangrejo: No se lo puedo decir a ciencia cierta, pues soy un bruto total en materia de biología, todo lo que sé es lo que recogí de ese Diálogo. Ahí decía que los Virus del Mosaico del Tabaco son objetos muy pequeñitos con forma de cigarrillos que provocan una enfermedad en las plantas de tabaco.
FIGURA 79. Virus del mosaico del tabaco. [Tomado de A. Lehninger, Biochemistry (New York: Worth Publishers, 1976).]
Aquiles: ¿Cáncer?
Cangrejo: No, no exactamente, pero…
Aquiles: Lo que faltaba. ¡Una planta de tabaco que fuma y contrae cáncer! ¡Se lo merece!
Cangrejo: Creo que ha sacado Ud. una conclusión apresurada, Aquiles. Las plantas de tabaco no FUMAN estos “cigarrillos”. Estos sucios y pequeños “cigarrillos” simplemente vienen y las atacan, sin ser invitados.
Aquiles: Ya veo. Bueno, ahora que sé todo acerca de los Virus del Mosaico del Tabaco dígame lo que es un ribosoma.
Cangrejo: Los ribosomas son aparentemente alguna clase de entidades subcelulares que toman un mensaje de una forma y lo convierten en un mensaje de otra forma.
Aquiles: ¿Algo así como una grabadora o fonógrafo diminuto?
Cangrejo: Metafóricamente, supongo que así es. Ahora bien, lo que acaparó mi atención fue una línea donde este personaje sumamente gracioso menciona el hecho de que los ribosomas —tal como los Virus del Mosaico del Tabaco y algunas otras extrañas estructuras biológicas— poseen “la desconcertante habilidad de autoensamblarse espontáneamente”. Ésas eran sus palabras exactas.
Aquiles: Entiendo, ésa fue una de sus líneas más graciosas.
Cangrejo: Precisamente eso fue lo que pensó el otro personaje del Diálogo. Pero ésa es una interpretación absurda de la afirmación. (El Cangrejo aspira profundamente su pipa, y lanza al aire varias bocanadas de humo.)
Aquiles: Bueno, ¿qué significa “autoensamblamiento espontáneo” entonces?
Cangrejo: La idea es que cuando ciertas unidades biológicas dentro de la célula son desarmadas, ellas pueden reensamblarse espontáneamente a sí mismas, sin ser dirigidas por ninguna otra unidad. Los pedazos simplemente se juntan, y voilà —se adhieren.
Aquiles: Eso suena a magia. ¿No sería maravilloso que un tocadiscos de tamaño normal pudiera tener esa propiedad? Me refiero a que si un “fonógrafo” en miniatura como un ribosoma lo puede hacer, ¿por qué no uno grande? Eso le permitiría a Ud. crear un fonógrafo indestructible, ¿correcto? Cada vez que se rompiera, él simplemente se armaría a sí mismo nuevamente.
Cangrejo: Es exactamente lo que yo pensé. Precipitadamente le escribí una carta a mi fabricante explicándole el concepto de autoensamblamiento, y le pregunté si me podría construir un tocadiscos que pudiera desarmarse a sí mismo y espontáneamente autoensamblarse en otra forma.
Aquiles: Una tarea difícil de cumplir.
Cangrejo: Verdad; pero después de varios meses, él me escribió diciéndome que finalmente había tenido éxito, y por cierto me mandó una cuenta difícil de pagar. En un día tan lindo, ¡jo! Mi Gran Fonógrafo Autoensamblador llegó por correo, y con mucha confianza telefoneé al Sr. Tortuga, y lo invité con el propósito de probar mi último tocadiscos.
Aquiles: De modo que este magnífico aparato delante nuestro debe ser la misma máquina de la que Ud. me está hablando.
Cangrejo: Me temo que no, Aquiles.
Aquiles: No me diga que una vez más…
Cangrejo: Desafortunadamente, mi querido amigo, es tal como Ud. sospecha. No pretendo entender las razones. Todo este asunto es demasiado doloroso de recordar. Ver todos esos resortes y cables desparramados caóticamente por el suelo, y bocanadas de humo por aquí y por allá —ay de mí…
Aquiles: Vamos, vamos, Sr. Cangrejo, no lo tome tan en serio.
Cangrejo: Estoy bien; sólo me dan estos ataques de vez en cuando. Bueno, para continuar, después de su regocijo inicial, el Sr. Tortuga comprendió cuán apenado me sentía y le dio lástima. Me trató de consolar explicándome que no se podía evitar, todo tenía que ver con el “Teorema” de no se quién, pero yo no pude seguir ni una palabra de lo que dijo. Sonaba algo así como el “Teorema Tortuguiano”.
Aquiles: Me pregunto si era ése el “Teorema Gödeliano” del que habló una vez delante mío… Suena siniestramente parecido.
Cangrejo: Podría ser. No recuerdo bien.
Aquiles: Le puedo asegurar, Sr. Cangrejo, que he seguido este cuento con la máxima empatía por su posición. Es verdaderamente triste. Pero Ud. mencionó que había aprendido una lección muy valiosa, por así decir, revestida de plata. Le ruego que me diga cuál fue.
Cangrejo: Oh, sí, revestida de plata. Bueno, finalmente, abandoné mi búsqueda de “Perfección” en los fonógrafos, y decidí que haría mejor en reforzar mis defensas contra los discos de la Tortuga. Llegué a la conclusión de que un objetivo más modesto que un fonógrafo que puede tocar cualquier cosa es simplemente un fonógrafo que pueda SOBREVIVIR: uno que evitara ser destruido —aun si eso significa que sólo pueda tocar unos pocos discos específicos.
Aquiles: De modo que Ud. decidió que desarrollaría sofisticados mecanismos anti-Tortuga sacrificando el ser capaz de reproducir todo sonido posible, ¿eh?
Cangrejo: Bueno… Yo no diría que lo “decidí” exactamente. Más preciso sería decir que yo fui OBLIGADO a adoptar esa posición.
Aquiles: Sí, ya veo lo que quiere decir.
Cangrejo: Mi nueva idea era impedir que cualquier disco “ajeno” fuera tocado en mi fonógrafo. Yo sabía que mis propios discos eran inofensivos, de modo que si impedía que cualquier otro infiltrara sus discos, protegería así mi tocadiscos y esto me permitiría aún gozar de mi propia música grabada.
Aquiles: Una excelente estrategia para lograr su nueva meta. Ahora bien, este aparato gigantesco delante nuestro representa la culminación de esa línea de acción.
Cangrejo: Así es. El Sr. Tortuga, por supuesto, ha comprendido que debe cambiar su estrategia también. Su meta principal es ahora inventar un disco que pueda infiltrarse eludiendo mis censores, un nuevo tipo de desafío.
Aquiles: Por su parte, ¿cómo planea mantener alejados a ése y otros discos “ajenos”?
Cangrejo: Bueno, ¿promete Ud. que no le revelará mi estrategia al Sr. T?
Aquiles: Palabra de Tortuga.
Cangrejo: ¡¿Qué?!
Aquiles: Oh, es sólo una expresión que he tomado del Sr. T. No se preocupe —le juro, mantendré su secreto en secreto.
Cangrejo: Está bien, entonces. Mi plan básico es usar una técnica de ROTULAMIENTO. A todos y cada uno de mis discos les será adherido un rótulo secreto. Ahora bien, el fonógrafo en frente suyo contiene, como también sus antecesores, una cámara de televisión para examinar los discos, y una computadora para procesar los datos obtenidos en el examen y para controlar las operaciones subsecuentes. ¡Mi idea es simplemente romper todos los discos que no lleven el rótulo apropiado!
Aquiles: Ah, ¡qué dulce venganza! Pero me parece que su plan será fácilmente frustrable. ¡Todo lo que necesita hacer el Sr. T. es apropiarse de uno de sus discos y copiar su rótulo!
Cangrejo: No es tan simple, Aquiles. ¿Qué le hace pensar que él será capaz de distinguir el rótulo del resto del disco? Puede que esté mejor integrado de lo que Ud. sospecha.
Aquiles: ¿Se refiere a que podría estar mezclado de alguna forma con la música misma?
Cangrejo: Precisamente. Pero hay una manera de desenlazarlas. Ello requiere extraer los datos del disco visualmente, y luego…
Aquiles: ¿Para eso servía el brillante destello verde?
Cangrejo: Correcto. Ésa era la cámara de TV examinando los surcos. Los patrones de los surcos fueron enviados a la minicomputadora, la cual analizó el estilo musical de la pieza que yo había puesto, todo esto en silencio. Nada ha sido tocado aún.
Aquiles: ¿Entonces hay un proceso de examen que elimina las piezas que no tienen el estilo apropiado?
Cangrejo: Precisamente, Aquiles. Los únicos discos que pueden pasar esta segunda prueba son discos de piezas en mi propio estilo, y le será muy difícil al Sr. T, imitar eso. Como ve, estoy convencido de que ganaré esta nueva batalla musical. Sin embargo, debo mencionar que el Sr. T está igualmente convencido de que de algún modo se las arreglará para introducir un disco eludiendo mis censores.
Aquiles: ¿Y hacer añicos su maravillosa máquina?
Cangrejo: Oh, no —ya ha probado que puede hacerlo. Ahora sólo desea probarme que puede infiltrar un disco —uno inofensivo— burlando mi control, no importa qué medidas tome yo para impedirlo. Se lo pasa murmurando acerca de canciones con títulos extraños como “Puedo ser escuchado mediante el Fonógrafo X”. ¡Pero él no podrá asustarme a MI! Lo único que me preocupa un poco es que, tal como antes, él parece tener ciertos argumentos oscuros que… que… (Se queda en silencio. Luego, mostrándose muy pensativo, le da unas pocas aspiradas a su pipa.)
Aquiles: Hmm… Yo diría que el Sr. Tortuga tiene una tarea imposible entre sus manos. ¡Por fin ha encontrado la horma de su zapato!
Cangrejo: Puede Ud. pensar lo que quiera… claro que supongo que no conoce ni al revés ni al derecho el Teorema de Henkin, ¿o sí?
Aquiles: Espere un momento. ¿No conozco el Teorema de QUIEN ni al revés ni al derecho? Nunca he oído nada que suene como eso. Seguro que se trata de algo fascinante, pero preferiría oír algo más acerca de la “música para infiltrar fonógrafos”. Es una pequeña historia muy entretenida. En realidad, creo que puedo adivinar el final. Obviamente, el Sr. T. comprenderá que no tiene objeto seguir adelante de modo que él admitirá tímidamente su derrota, y eso será todo. ¿No es así?
Cangrejo: Al menos, eso es lo que espero. ¿Le gustaría ver algo del funcionamiento interno de mi fonógrafo defensivo?
Aquiles: Encantado. Siempre he deseado ver una cámara de televisión en funcionamiento.
Cangrejo: Dicho y hecho, mi amigo. (Abre algunos seguros dentro de la boca” abierta del inmenso fonógrafo, y saca un instrumento hermosamente envasado.) Vea, todo el aparato está compuesto de módulos independientes que pueden ser desmontados y usados independientemente. Esta cámara de TV, por ejemplo, funciona perfectamente por sí sola. Observe la pantalla que está allá abajo de la pintura con la tuba ardiente. (Apunta la cámara hacia Aquiles, cuyo rostro aparece instantáneamente en la pantalla.)
Aquiles: ¡Fantástico! ¿Puedo probarla?
Cangrejo: Por supuesto.
Aquiles (apunta la cámara hacia el Cangrejo): Ahora está USTED en la pantalla, Sr. Cangrejo.
Cangrejo: Ahí estoy.
Aquiles: Suponga que apunto la cámara hacia la pintura con la tuba en llamas. ¡También está en la pantalla ahora!
Cangrejo: La cámara posee un “zoom” con el que puede acercar y alejar los detalles, Aquiles. Debería probarlo.
Aquiles: ¡Fabuloso! Sólo déjeme enfocar la puntita de esas llamas, ahí donde alcanzan el marco del cuadro… Es una sensación tan especial esto de ser capaz de “copiar” instantáneamente cualquier cosa de la pieza —cualquier cosa que yo desee— sobre la pantalla. Simplemente necesito apuntar la cámara hacia ello y, como por arte de magia, sale en la pantalla.
Cangrejo: ¿CUALQUIER COSA de la pieza, Aquiles?
Aquiles: Sí, cualquier cosa que esté a la vista, obviamente.
Cangrejo: ¿Qué sucede entonces, si Ud. apunta la cámara a las llamas que están en la pantalla de TV?
(Aquiles mueve la cámara de modo que apunte directamente a la parte de la pantalla de televisión en la que aparecen, o aparecían las llamas.)
Aquiles: ¡Hey, qué divertido! ¡Ese mismo acto hace DESAPARECER las llamas de la pantalla! ¿Dónde se fueron?
Cangrejo: Ud. no puede conservar una imagen en la pantalla y mover la cámara al mismo tiempo.
Aquiles: Así veo… Pero no entiendo lo que hay en la pantalla ahora ¡en absoluto! Parece ser un extraño y largo corredor. Sin embargo, no estoy apuntando la cámara hacia ningún corredor, estoy seguro. Simplemente la estoy apuntando a una pantalla de TV común y corriente.
Cangrejo: Observe con más cuidado, Aquiles. ¿Realmente ve Ud. un corredor?
Aquiles: Ahhh, ahora veo. Es una serie de copias de la misma pantalla de TV, incrustadas una dentro de la otra, haciéndose cada vez más pequeñas y más pequeñas y más pequeñas… ¡Por supuesto! La imagen de las llamas TENÍA que desaparecer, porque surgía de mi apuntar la cámara hacia la PINTURA. Cuando apunto la cámara hacia la PANTALLA, entonces aparece la pantalla misma, con lo que sea que esté en la pantalla en ese momento, lo cual es la pantalla misma, con…
FIGURA 80. La bella cautiva, de René Magritte (1947).
Cangrejo: Creo que puedo adivinar el resto, Aquiles. ¿Por qué no prueba haciendo rotar la cámara?
Aquiles: ¡Oh! ¡Obtengo un hermoso corredor en espiral! Cada pantalla está rotada dentro de su marco, de modo que mientras más pequeñas se tornan, más rotadas están con respecto a la pantalla exterior. Esta idea de tener una pantalla de TV que “se englobe a sí misma” es extrañísima.
(a) El caso más simple. |
(c) Un “autoenglobamiento” frustrado. |
(b) La “galería” de Aquiles. |
(e) Lo que sucede cuando se practica acercamiento. |
(c) Lo que sucede cuando se hace rotar la cámara. |
(f) Efecto combinado: rotación y acercamiento. |
FIGURA 81. Doce pantallas de televisión autoenglobadas. Habría agregado una más, si 13 no fuese primo.
(g) Comienza el misterio… |
(j) Últimos estadios de una galaxia. ¡Cuente el número de rayos! |
(h) Ha nacido una “galaxia”. |
(k) La galaxia se ha incinerado y se convierte… ¡en un agujero negro! |
(i) La galaxia evoluciona… |
(l) Un “patrón de pulsación en pétalo”, sorprendido en medio de uno de sus latidos. |
Cangrejo: ¿A qué se refiere con “autoenglobamiento”, Aquiles?
Aquiles: Quiero decir, cuando apunto la cámara a la pantalla, o a una parte de la pantalla, ESO es autoenglobamiento.
Cangrejo: ¿Le importa si insisto un poco más en esto? ¡Estoy intrigado con esta nueva noción!
Aquiles: También yo.
Cangrejo: Muy bien, entonces. ¿Si Ud. apunta la cámara a la ESQUINA de la pantalla, se trata aún de lo que Ud. llama “autoenglobamiento"?
Aquiles: Déjeme probar. Hmm… el “corredor” de pantallas parece desaparecer por la esquina, de modo que no se produce más una incrustación infinita. Es hermoso, pero no me parece que tenga el espíritu del autoenglobamiento. Es un “autoenglobamiento frustrado”.
Cangrejo: Si Ud. desplazara la cámara de vuelta hacia el centro de la pantalla, quizá podría fijarlo nuevamente…
Aquiles (moviendo lenta y cautelosamente la cámara): ¡Sí! El corredor se está haciendo más y más largo… ¡Ahí está! Ahora está entero de vuelta. Puedo mirar tan profundamente dentro de él que se desvanece en la distancia. El corredor se tornó infinito precisamente en el momento en que la cámara tomó TODA la pantalla. Hmm… eso me recuerda algo que el Sr. Tortuga dijo hace tiempo acerca de que la autorreferencia ocurre sólo cuando una frase habla acerca de la TOTALIDAD de sí misma…
Cangrejo: ¿Perdón?
Aquiles: Oh, nada —sólo murmuraba para mis adentros.
(A medida que Aquiles juega con el lente y otros controles de la cámara, aparece una profusión de nuevos tipos de imágenes autoenglobadas: espirales giratorios que semejan galaxias, configuraciones calidoscópicas con forma de flores, y otros patrones diferentes…)
Cangrejo: Parece estar pasándolo estupendo.
Aquiles (deja la cámara): ¡Caramba! ¡Qué riqueza de imágenes puede producir esta simple idea! (Vuelve a mirar la pantalla, y una expresión de asombro cubre su rostro.) ¡Oh, no, Sr. Cangrejo! ¡Hay un patrón pulsante con forma de pétalo en la pantalla! ¿De dónde vienen esas pulsaciones? La TV está inmóvil y también la cámara.
Cangrejo: Ocasionalmente puede dar Ud. con patrones que cambian con el tiempo. Esto sucede porque hay una breve demora en el circuito entre el momento en que la cámara “ve” algo, y el momento en que aparece en la pantalla, alrededor de una centésima de segundo. Así que Ud. tiene un encajonamiento en profundidad de 50 cuadros, entonces habrá una demora de aproximadamente medio segundo. Si de alguna manera una imagen en movimiento se introduce en la pantalla —por ejemplo, el poner su dedo frente a la cámara— entonces a las pantallas más profundamente incrustadas les tomará un tiempo “encontrarla”. Esta demora reverbera entonces a través de todo el sistema, como un eco visual. Y si las cosas son dispuestas de modo que el eco no muera, entonces Ud. puede obtener patrones pulsantes.
FIGURA 82. El aire y la canción, de René Magritte (1964).
Aquiles: ¡Asombroso! Oiga ¿qué le parece si tratáramos de lograr un autoenglobamiento TOTAL?
Cangrejo: ¿A qué se refiere exactamente con eso?
Aquiles: Bueno, me parece que este asunto de pantallas dentro de pantallas es interesante, pero me gustaría obtener un cuadro de la cámara de TV y la pantalla EN la pantalla. Sólo entonces habré realmente logrado que el sistema se englobe a sí mismo, pues la pantalla es sólo PARTE del sistema total.
Cangrejo: Ya veo a qué se refiere. Quizá con este espejo pueda Ud. lograr el efecto que desea.
(El Cangrejo le pasa un espejo; Aquiles manipula el espejo y la cámara de manera tal que la cámara y la pantalla aparecen ambas retratadas en la pantalla.)
Aquiles: ¡Ahí está! ¡He creado un autoenglobamiento TOTAL!
Cangrejo: Me parece que Ud. sólo tiene la cara del espejo, ¿qué hay del reverso? Si no fuera por el reverso del espejo, éste no sería reflectante, y Ud. no tendría la cámara en el cuadro.
Aquiles: Tiene razón. Pero para mostrar tanto la cara como el reverso del espejo, necesito un segundo espejo.
Cangrejo: Pero entonces Ud. tendría que mostrar el reverso de este espejo también. ¿Y qué hay de incluir el reverso de la televisión, así como su cara? Y luego está el cable eléctrico, y el interior de la televisión y… Aquiles: ¡Uy uy uy! ¡Mi cabeza empieza a dar vueltas! Puedo ver que este “proyecto de autoenglobamiento total” va a ser un poquito problemático. Estoy empezando a sentir vértigos.
Cangrejo: Sé perfectamente como se siente. ¿Por qué no se sienta aquí y se saca de la cabeza toda esa idea del autoenglobamiento? Relájese. Mire mis pinturas y se calmará.
(Aquiles se tiende y suspira.)
Oh, ¿quizá le molesta el humo de mi pipa? Mejor la guardo. (Toma la pipa de su boca, y cuidadosamente la coloca encima de ciertas palabras escritas en otra pintura de Magritte.) ¡Ya está! ¿Se siente mejor?
Aquiles: Aún estoy un poco mareado. (Señala la pintura de Magritte.) Es una pintura interesante. Me gusta la manera en que está enmarcada, especialmente la taracea brillante dentro del marco de madera.
Cangrejo: Gracias. La hice hacer especialmente, está revestida de oro.
Aquiles: ¿Revestida de oro? Lo que faltaba. ¿Qué son esas palabras debajo de la pipa? No están en español, ¿o sí?
Cangrejo: No, están en francés. Dicen, “Ceci n’est pas une pipe”. Eso significa, “Esto no es una pipa”. Lo cual es perfectamente cierto.
Aquiles: ¡Pero si ES una pipa! ¡Acaba Ud. de fumar con ella!
Cangrejo: Oh, creo que Ud. no entendió la frase. La palabra “ceci” se refiere a la pintura, no a la pipa. Por supuesto que la pipa es una pipa. Pero una pintura no es una pipa.
Aquiles: Me pregunto si ese “ceci” dentro de la pintura se refiere a TODA la pintura, o sólo a la pipa dentro de la pintura. ¡Oh, no! ¡Eso sería OTRO autoenglobamiento! No me estoy sintiendo muy bien, Sr. Cangrejo, creo que me voy a marear…