La Tortuga y Aquiles acaban de asistir a una conferencia sobre los orígenes del Código Genético y están ahora tomando té en casa de Aquiles.
Aquiles: Tengo algo terrible que confesar, Sr. T.
Tortuga: ¿De qué se trata, Aquiles?
Aquiles: No obstante el fascinante tema de esta conferencia me quedé dormido una o dos veces. Pero, en mi estado somnoliento, todavía estaba semiconsciente de las palabras que entraban por mis oídos. Una extraña imagen que emergió de mis niveles más profundos fue que “A” y “T” en lugar de representar “adenina” y “timina”, representaban mi nombre y el suyo, y que las dobles cadenas de ADN tenían pequeñas copias mías y suyas a lo largo de su espina dorsal, siempre apareadas, tal como siempre lo están la adenina y la timina. ¿No le parece una imagen simbólica extraña?
Tortuga: ¡Puf! ¿Quién cree en ese tipo de tonterías? De cualquier manera, ¿qué pasa con “C” y “G”?
Aquiles: Bueno, supongo que “C” podría representar al Cangrejo en lugar de citosina. No estoy seguro respecto a “G”, pero sí estoy seguro de que uno podría pensar en algo. De cualquier manera, fue divertido imaginar mi ADN compuesto por minúsculas copias de Ud. —como también por pequeñas copias de mí mismo. ¡Sólo piense en la regresión infinita a que ESO conduce!
Tortuga: Puedo ver que no le estaba prestando mucha atención a la conferencia.
Aquiles: No, está equivocado. Estaba poniendo lo mejor de mi parte, sólo que tuve dificultades para mantener la fantasía separada de la realidad. Después de todo, es un submundo tan extraño el que exploran aquellos biólogos moleculares.
Tortuga: ¿Qué quiere decir?
Aquiles: La biología molecular está llena de peculiares bucles y rizos que no alcanzo a comprender del todo, como por ejemplo, la forma en que las proteínas plegadas que están codificadas en el ADN, pueden voltear hacia atrás y manipular el ADN del cual provienen, pudiendo incluso destruirlo. Tales bucles extraños siempre me confunden haciéndome perder la claridad. Son, en cierto sentido, inquietantes.
Tortuga: Yo los encuentro muy atractivos.
Aquiles: Ud. sí, por supuesto —son justo como para Ud. Pero en cuanto a mí, a veces me gusta retraerme de todo este pensamiento analítico y sólo meditar un poco, como un antídoto. Me despeja la mente de todos esos confusos bucles e increíbles complejidades acerca de las que hemos oído esta noche.
Tortuga: Fantástico. Nunca hubiera imaginado que Ud. meditaba.
Aquiles: ¿Nunca le conté que estoy aprendiendo budismo Zen?
Tortuga: Cielos, ¿cómo llegó a eso?
Aquiles: Siempre he tenido un gran afán por el yin y el yang, Ud. sabe —toda la volada del misticismo oriental, con el I Ching, gurús y todo lo demás. Así es que un día pensé para mis adentros, “¿Por qué no el Zen también?”. Y así es como todo comenzó.
Tortuga: Oh, espléndido. Entonces quizá pueda finalmente ser iluminado.
Aquiles: No ahora. La iluminación no es el primer paso en el camino al Zen; ¡si es que es alguno, es el último! ¡La iluminación no es para novicios como Ud., Sr. T!
Tortuga: Veo que hemos tenido un mal entendido. Por “iluminación” difícilmente quise decir algo de tanto peso como lo que significa en el Zen. Lo único que quise decir es que quizá pueda ser iluminado acerca de lo que se trata el Zen.
Aquiles: Pero por favor, ¿por qué no lo dijo así? Bueno, estaría encantado en contarle lo que sé acerca del Zen. Quizás hasta le podría tentar en convertirse en un aprendiz de él, como yo.
Tortuga: Bueno, nada es imposible.
Aquiles: Podría Ud. estudiar conmigo junto a mi maestro Okanisama —el séptimo patriarca.
Tortuga: ¿Y qué diablos quiere decir eso?
Aquiles: Tiene que conocer la historia del Zen para entender eso.
Tortuga: ¿Me contaría algo de la historia del Zen, entonces?
Aquiles: Excelente idea. El Zen es un tipo de budismo fundado por un monje llamado Bodhidharma, quien abandonó la India y se fue a China alrededor del siglo VI. Bodhidharma es el primer patriarca. El sexto es Enō (¡al fin lo tengo claro ahora!).
Tortuga: El sexto patriarca es Zenón, ¿eh? Encuentro raro que él, entre todas las personas, se mezclara en este negocio.
Aquiles: Me atrevería a decir que Ud. subestima el valor del Zen. Escuche un poco más y quizás entonces llegue a apreciarlo. Como estaba diciendo, alrededor de 500 años después, el Zen fue llevado a Japón donde prendió muy bien. Desde esa época ha sido una de las principales religiones en Japón.
Tortuga: ¿Quién es este Okanisama, el “séptimo patriarca”?
Aquiles: Él es mi maestro y sus enseñanzas descienden directamente de las del sexto patriarca. Él me ha enseñado que la realidad es una, inmutable e incambiable; toda pluralidad, cambio y movimiento son meras ilusiones de los sentidos.
Tortuga: Seguro, ése es Zenón, se nota a la legua. Pero ¿cómo fue que vino a enredarse en el Zen? ¡Pobre tipo!
Aquiles: ¿Queeé? Yo no lo pondría así… Si ALGUIEN está enredado es… Pero ése es ya otro asunto. De cualquier manera, no sé la respuesta a su pregunta. En su lugar, déjeme contarle algo acerca de las enseñanzas de mi maestro. He aprendido que en el Zen uno busca la iluminación o SATORI —el estado de “No-mente”. En ese estado uno no piensa acerca del mundo —uno simplemente es. He aprendido también que se supone que un aprendiz del Zen no se debe “apegar” a ningún objeto o pensamiento o persona —lo que es decir, que no debe creer en o depender de ningún absoluto— ni aun de esta filosofía de no apego.
Tortuga: Hmm… AHÍ hay algo que me podría gustar del Zen.
Aquiles: Tuve el presentimiento de que Ud. se apegaría a ello.
Tortuga: Pero cuénteme, si el Zen rechaza la actividad intelectual, ¿tiene algún sentido intelectualizar acerca del Zen, y estudiarlo rigurosamente?
Aquiles: Ese asunto me ha perturbado bastante. Pero creo que finalmente he logrado una respuesta. Me parece que Ud. puede empezar a aproximarse al Zen a través de cualquier senda que conozca, aun si es completamente antitética al Zen. A medida que se aproxima a él gradualmente aprende a desviarse de esa senda. Mientras más se desvíe de esa senda más se acerca al Zen.
Tortuga: Oh, todo empieza a sonar tan claro ahora.
Aquiles: Mi senda favorita al Zen es a través de las cortas, fascinantes e inquietantes parábolas llamadas “kōans”.
Tortuga: ¿Qué es un kōan?
Aquiles: Un kōan es una historia acerca de los maestros Zen y sus aprendices. A veces es como una adivinanza, otras veces como una fábula y otras como nada que uno haya oído nunca antes.
Tortuga: Suena más bien intrigante. ¿Diría Ud. que leer y gozar con los kōans es practicar el Zen?
Aquiles: Lo dudo. Sin embargo, en mi opinión, deleitarse con los kōans lo acerca a uno un millón de veces más al Zen real que leer volumen tras volumen acerca del Zen, escritos en una densa jerga filosófica.
Tortuga: Me encantaría oír uno o dos kōans.
Aquiles: Y a mí me gustaría contarle uno —o unos pocos. Quizá debiera empezar con el más famoso de todos. Muchos siglos atrás, había un maestro Zen llamado Jōshū que vivió hasta la edad de 119 años.
Tortuga: ¡Un mero jovenzuelo!
Aquiles: De acuerdo a sus estándares, claro. Bueno, un día, mientras Jōshū y otro monje se encontraban parados frente al monasterio, pasó un dogo por ahí. El monje le preguntó a Jōshū, “¿Tiene un dogo naturaleza de Buda, o no?”.
Tortuga: Cualquier cosa que eso sea, cuénteme ¿qué respondió Jōshū?
Aquiles: “MU”.
Tortuga: ¿“MU”? ¿Qué significa este “MU”? ¿Qué hay del dogo? ¿Qué hay de la naturaleza de Buda? ¿Cuál es la respuesta?
Aquiles: Oh, pero si “MU” es la respuesta de Jōshū. Diciendo “MU” Jōshū le hizo saber al otro monje que sólo no haciendo tal tipo de preguntas uno puede saber la respuesta a ellas.
Tortuga: Jōshū “ultradesformuló” la pregunta.
Aquiles: ¡Exactamente!
Tortuga: “MU” suena como algo conveniente de tener a mano. A veces me gustaría ultradesformular unas o dos preguntas. Supongo que estoy empezando a captarle el sentido al Zen. ¿Conoce algún otro kōan, Aquiles? Me gustaría oír alguno más.
Aquiles: Será un placer. Le puedo contar un par de kōans que van juntos. Sólo…
Tortuga: ¿Qué sucede?
Aquiles: Bueno, existe un problema. Aunque ambos son kōans ampliamente difundidos, mi maestro me ha advertido que sólo uno de ellos es genuino. Y lo que es más, él no sabe cuál es genuino y cuál es un fraude.
Tortuga: ¡Qué locura! ¿Por qué no me cuenta los dos y así podemos especular a nuestro regalado gusto?
Aquiles: Está bien. Uno de los kōans citados dice así:
Un monje le preguntó a Baso: “¿Qué es Buda?”.
Baso dijo: “Esta mente es Buda”.
Tortuga: Hmm… ¿“Esta mente es Buda”? A veces no comprendo muy bien lo que pretende esta gente del Zen.
Aquiles: Entonces puede que prefiera el otro kōan citado.
Tortuga: ¿Cómo dice?
Aquiles: Así:
Un monje le preguntó a Basó: “¿Qué es Buda?”.
Baso dijo: “Esta mente no es Buda”.
Tortuga: ¡Cielos! ¡Como si mi caparazón fuera verde y no verde! ¡Me gusta!
Aquiles: Bueno, Sr. T —no se trata de que sólo le “gusten” los kōans.
Tortuga: Muy bien, entonces —no me gusta.
Aquiles: Eso está mejor. Ahora, como estaba diciendo, mi maestro cree que sólo uno de los dos es genuino.
Tortuga: No me puedo imaginar qué lo pudo llevar a creer eso. Pero de cualquier manera, supongo que se trata de un mero academicismo, ya que no hay manera de saber si un kōan es genuino o fraudulento.
Aquiles: Oh, se equivoca. Mi maestro nos ha mostrado cómo hacerlo.
Tortuga: ¿De verdad? ¿Un procedimiento de decisión para establecer si un kōan es genuino o no? Me encantaría oír acerca de ESO.
Aquiles: Es un ritual hermoso y complejo que implica dos etapas. En la primera etapa debe Ud. TRADUCIR el kōan en cuestión a un cordón plegado en tres dimensiones.
Tortuga: ¡Qué procedimiento más curioso! ¿Y cuál es la segunda etapa?
Aquiles: Oh, es muy simple —¡todo lo que necesita hacer es determinar si el cordón tiene naturaleza de Buda o no! Si la tiene, el kōan es genuino —si no, el kōan es un fraude.
Tortuga: Hmm… suena como si lo único que hubiera hecho es transferir la necesidad de un procedimiento de decisión a otro dominio, AHORA lo que necesita es un procedimiento de decisión para la naturaleza de Buda. ¿Y luego qué? Al fin y al cabo, si ni siquiera puede decir si un DOGO tiene naturaleza de Buda o no, ¿cómo espera poder hacerlo con cada cordón plegado posible?
Aquiles: Bueno, mi maestro me explicó que el desplazarse de un dominio a otro puede ser de gran ayuda. Es como cambiar de punto de vista. A veces las cosas se ven complicadas desde un cierto punto de vista, pero simples desde otro. Él dio el ejemplo de un huerto, el cual desde una cierta dirección no presenta ningún orden aparente, pero en el cual desde ángulos especiales emerge una bella regularidad. Ud. ha reordenado la misma información al cambiar su forma de mirarlo.
Tortuga: Ya veo. De modo que quizás lo genuino de un kōan está de alguna manera oculto muy profundamente dentro de él, pero si Ud. lo traduce a un cordón, se las arregla de alguna forma para emerger a la superficie.
Aquiles: Eso es lo que mi maestro ha descubierto.
Tortuga: Me gustaría entonces aprender algo acerca de esta técnica. Pero primero cuénteme: ¿como puede Ud. traducir un kōan (una secuencia de palabras) a un cordón plegado (un objeto tridimensional)? Son entidades de tipo muy diferente.
FIGURA 45. La Mezquita, de M. C. Escher (tiza blanca y negra, 1936).
Aquiles: Ésa es una de las cosas más misteriosas que he aprendido en el Zen. Hay dos pasos: “transcripción” y “traducción”, TRANSCRIBIR un kōan implica escribirlo en un alfabeto fonético que contiene sólo cuatro símbolos geométricos. Esta versión fonética del kōan se llama MENSAJERO.
Tortuga: ¿Cómo son estas figuras geométricas?
Aquiles: Están compuestas por hexágonos y pentágonos. Son así (recoge una servilleta cercana y dibuja estas cuatro figuras para la Tortuga):
Tortuga: Tienen un aspecto misterioso.
Aquiles: Sólo para los no iniciados. Ahora bien, una vez que Ud. ha escrito el mensajero, frota sus manos con un poco de zumo de ribo y…
Tortuga: ¿Zumo de ribo? ¿Se trata de alguna especie de óleo ritual?
Aquiles: No exactamente. Es una preparación pegajosa especial que hace que el cordón mantenga su forma cuando es plegado.
Tortuga: ¿De qué está hecho?
Aquiles: No sé exactamente. Pero da la sensación de ser una especie de cola y funciona extraordinariamente bien. De cualquier manera, una vez que ya tenga el zumo de ribo en sus manos, puede TRADUCIR la secuencia de símbolos en el mensajero a ciertos tipos de pliegues en el cordón. Es tan simple como eso.
Tortuga: ¡Espere! ¡No tan rápido! ¿Cómo hace Ud. eso?
Aquiles: Comienza con el cordón totalmente estirado. Entonces toma una punta y empieza a hacer pliegues de varios tipos de acuerdo a los símbolos geométricos en el mensajero.
Tortuga: ¿De modo que cada uno de esos símbolos geométricos representa un manera diferente de doblar el cordón?
Aquiles: No por separado. Se los toma de a tres a la vez, no de a uno. Comienza Ud. en un extremo del cordón y en un extremo del mensajero. Lo que se debe hacer con la primera pulgada del cordón está determinado por los primeros tres símbolos geométricos. Los siguientes tres símbolos le dicen cómo plegar la segunda pulgada del cordón. Y así avanza Ud. pulgada a pulgada a lo largo del cordón y simultáneamente a lo largo del mensajero, plegando cada pequeño segmento del cordón hasta que haya agotado el mensajero. Si ha aplicado adecuadamente un poco de zumo de ribo, la cuerda mantendrá su forma plegada, con lo cual habrá obtenido Ud. la traducción del kōan a un cordón.
Tortuga: Indudablemente este procedimiento tiene cierta elegancia. Se deben obtener algunos cordones de aspecto increíble de esta manera.
Aquiles: Ciertamente. Al traducir los kōans más largos se obtienen formas completamente extrañas.
Tortuga: Me imagino. Pero para poder llevar a cabo la traducción del mensajero al cordón necesita Ud. saber qué clase de pliegues representa cada triplete de símbolos geométricos en el mensajero. ¿Cómo sabe eso? ¿Tiene Ud. un diccionario?
Aquiles: Sí, hay un libro sagrado que registra el “Código Geométrico”. Si no tiene una copia de este libro, por supuesto que no puede traducir un kōan a un cordón.
Tortuga: Evidentemente que no. ¿Cuál es el origen del “Código Geométrico”?
Aquiles: Proviene de un antiguo maestro conocido como el “Gran Tutor” quien según mi maestro es el único que ha obtenido alguna vez la “Meta-Iluminación”.
Tortuga: ¡Qué delicioso! Como si un nivel del asunto no fuera suficiente. Claro que si existen glotones de todo tipo ¿por qué no glotones para la iluminación?
Aquiles: ¿Cree Ud. que “Meta-Iluminación” puede estar en lugar de “MI”?
Tortuga: En mi opinión, es más bien dudoso que pueda estar en lugar de Ud., Aquiles. Es más probable que esté en lugar de “Suprailuminación, reiluminación o TRANSILUMINACION” —“Sr T”, eso es.
Aquiles: ¿De Ud., Sr. T? ¿Por qué podría estar en lugar de Ud.? Ud. no ha alcanzado ni siquiera la PRIMERA etapa de la iluminación, sin mencionar que…
Tortuga: Nunca se sabe, Aquiles. Quizás aquellos que han aprehendido la esencia de la iluminación retornan luego a su estado anterior a la iluminación. Siempre he sostenido que “dos veces iluminado es no iluminado”. Pero volvamos a la Gran Tortue —oh, quiero decir al Gran Tutor.
Aquiles: Poco se sabe de él, excepto que también inventó el Arte de los Cordones Zen.
Tortuga: ¿Qué es eso?
Aquiles: Es un arte sobre el cual se basa el procedimiento de decisión para la naturaleza de Buda. Quizá debiera contarle algo más acerca de ello.
Tortuga: Estaría fascinado. ¡Los novicios como yo tenemos tanto que absorber aún!
Aquiles: Incluso se dice que existe un kōan que cuenta cómo comenzó el Arte de los Cordones Zen. Pero desafortunadamente hace mucho que todo esto se ha perdido en las arenas del tiempo, y sin duda se ha esfumado para siempre. Puede que sea mejor así después de todo, pues de otro modo habría imitadores que tomarían el nombre del maestro y lo copiarían de otras maneras.
Tortuga: ¿Pero no sería bueno que todos los aprendices del Zen copiaran al maestro más iluminado de todos, al Gran Tutor?
Aquiles: Permítame contarle un kōan acerca de un imitador.
El maestro Zen Gutei levantaba el dedo siempre que se le hacía una pregunta acerca del Zen. Un joven novicio comenzó a imitarle este gesto. Cuando a Gutei le contaron de la imitación del novicio envió a alguien por él y le preguntó si era verdad. El novicio admitió que así era. Gutei le preguntó si comprendía. En respuesta el novicio levantó el dedo índice. Gutei prontamente se lo cortó. El novicio salió corriendo de la pieza aullando de dolor. Al alcanzar el umbral de la puerta Gutei lo llamó, “¡Muchacho!”. Cuando el novicio se dio vuelta Gutei levantó su dedo índice. En ese instante, el novicio se iluminó.
Tortuga: Bueno, ¡uno nunca sabe! Justo cuando pensaba que el Zen se limitaba a Jōshū y sus travesuras, descubro ahora que Gutei también está en el baile. Por lo visto tiene un gran sentido del humor.
Aquiles: Este kōan es muy serio. No sé de dónde sacó la idea de que es humorístico.
Tortuga: Quizás el Zen es instructivo, porque es humorístico. Yo creo que si Ud. tomara todas estas historias completamente en serio, la mayoría de las veces no captaría su sentido.
Aquiles: Quizás haya algo de cierto en su Zen de Tortuga.
Tortuga: ¿Podría responderme tan sólo una pregunta? Me gustaría saber lo siguiente: ¿Por qué se fue Bodhidharma de la India a China?
Aquiles: ¡Ajá! ¿Le cuento lo que dijo Jōshū cuando le hicieron esa misma pregunta?
Tortuga: Sí, por favor.
Aquiles: Él respondió: “Ese roble en el jardín”.
Tortuga: Por supuesto; eso es justo lo que yo hubiera dicho. Excepto que lo hubiera dicho en respuesta a una pregunta diferente —a saber, “¿Dónde puedo encontrar un poco de sombra para el sol de mediodía?”.
Aquiles: Sin saberlo, Ud. ha dado inadvertidamente con una de las preguntas básicas de todo el Zen. Esa pregunta, por inocente que suene, realmente quiere decir: “¿Cuál es el principio básico del Zen?”.
Tortuga: Qué extraordinario. No tenía la menor idea de que el objetivo básico del Zen era encontrar un poco de sombra.
Aquiles: Oh, no —me ha mal interpretado completamente. No me refería a ESA pregunta. Me refería a su pregunta acerca de por qué Bodhidharma se fue de la India a China.
Tortuga: Ya veo. Bueno, no tenía idea de que me estaba metiendo en aguas tan profundas. Pero volvamos a aquella curiosa correspondencia. Según entiendo, cualquier kōan puede ser convertido en un cordón plegado al seguir el método que Ud. delineó. Ahora, ¿qué hay del proceso inverso? ¿Puede cualquier cordón plegado ser leído de manera tal que dé como resultado un kōan?
Aquiles: Bueno, en cierto modo. Sin embargo…
Tortuga: ¿Cuál es el problema?
Aquiles: Se supone que uno no debe hacerlo al revés. Violaría el Dogma Central de los cordones Zen que está contenido en este diagrama (recoge una servilleta y dibuja):
kōan | ⇒ | mensajero | ⇒ | cordón plegado |
transcripción | traducción |
Se supone que no hay que proceder en sentido contrario a las flechas —especialmente de la segunda.
Tortuga: Cuénteme, ¿tiene este Dogma naturaleza de Buda, o no? Ahora que lo pienso, creo que ultradesformularé la pregunta. ¿Está bien?
Aquiles: Me alegro de que haya ultradesformulado la pregunta. Pero —le contaré un secreto. ¿Promete que no se lo dirá a nadie?
Tortuga: Palabra de Tortuga.
Aquiles: Bueno, de vez en cuando yo procedo efectivamente en sentido contrario a las flechas. Supongo que obtengo una especie de placer prohibido en ello.
Tortuga: ¡Pero Aquiles! Nunca hubiera pensado que Ud. hiciera algo tan irreverente.
Aquiles: Nunca se lo he confesado a nadie antes —ni siquiera a Okanisama.
Tortuga: Pero cuénteme, ¿qué pasa cuando Ud. procede en sentido contrario a las flechas del Dogma Central? ¿Quiere decir eso que Ud. empieza con un cordón y luego hace un kōan?
Aquiles: A veces —pero pueden suceder cosas aún más extrañas.
Tortuga: ¿Más extrañas que producir kōans?
Aquiles: Sí… Cuando Ud. destraduce y destranscribe obtiene ALGO, pero no siempre un kōan. Algunos cordones, al ser enunciados de esta manera, sólo arrojan sinsentido.
Tortuga: ¿No es ése precisamente otro nombre para los kōans?
Aquiles: Evidentemente Ud. no ha comprendido aún el verdadero espíritu del Zen.
Tortuga: ¿Al menos siempre se obtendrán historias?
Aquiles: No siempre, a veces sólo obtiene Ud. sílabas sin sentido, otras veces obtiene frases no gramaticales. Pero de vez en cuando obtiene lo que parece ser un kōan.
Tortuga: ¿Sólo PARECE?
Aquiles: Bueno, podría ser fraudulento, Ud. sabe.
Tortuga: Oh, por supuesto.
Aquiles: A los cordones que aparentemente producen kōans yo les llamo cordones “bien formados”.
Tortuga: ¿Por qué no me cuenta acerca del procedimiento de decisión que le permite distinguir los kōans fraudulentos de los genuinos?
Aquiles: A eso quería llegar. Dado el kōan, o el no kōan, como podría ser el caso, lo primero es traducirlo a un cordón tridimensional. Todo lo que queda es descubrir si el cordón tiene naturaleza de Buda o no.
Tortuga: ¿Pero cómo hace ESO?
Aquiles: Bueno, mi maestro ha dicho que el Gran Tutor era capaz, con sólo mirar un cordón, de decir si tenía naturaleza de Buda o no.
Tortuga: ¿Pero qué puede hacer Ud. si no ha alcanzado el estado de Meta-Iluminación? ¿No existe ninguna otra forma de decir si un cordón tiene naturaleza de Buda?
Aquiles: Sí, la hay. Y aquí es donde interviene el Arte de los Cordones Zen. Es una técnica para hacer innumerables cordones, todos los cuales tienen naturaleza de Buda.
Tortuga: ¡No me diga! Y existe una manera correspondiente de hacer cordones que NO tengan naturaleza de Buda.
Aquiles: ¿Pero por qué desearía Ud. hacer eso?
Tortuga: Oh, sólo pensé que podía ser útil.
Aquiles: Tiene Ud. unos gustos tan extraños. ¡Imagínese! ¡Estar más interesado en cosas que NO tienen naturaleza de Buda que en cosas que si la tienen!
Tortuga: Atribúyaselo a mi estado de no iluminado. Pero prosiga. Cuénteme cómo hacer un cordón que si tenga naturaleza de Buda.
Aquiles: Bueno, para empezar debe Ud. tomar un cordón y hacerle describir un bucle entre sus manos según una de las cinco posiciones de partida legítimas, tal como ésta… (Toma un cordón y le hace describir un bucle simple, usando un dedo de cada mano.)
Tortuga: ¿Cuáles son las otras cuatro posiciones de partida legítimas?
Aquiles: Cada posición es considerada una manera AUTOEVIDENTE de tomar un cordón. Con frecuencia, incluso los novicios toman los cordones en aquellas posiciones. Y estos cinco cordones tienen todos naturaleza de Buda.
Tortuga: Por supuesto.
Aquiles: Luego hay algunas Reglas de Manipulación de Cordones con las cuales Ud. puede hacer figuras más complejas. En particular, está permitido modificar el cordón efectuando ciertos movimientos básicos con las manos. Por ejemplo, puede cruzarlas así —y extenderlas así —y girarlas así. Con cada operación cambia Ud. la configuración global del cordón dispuesto sobre sus manos.
Tortuga: Se ve igual a esas figuras que hacen los niños cuando juegan con cordones entre sus manos.
Aquiles: Así es. Ahora bien, si observa con atención, verá que algunas de estas reglas hacen más complejo el cordón; otras lo simplifican. Sin embargo cualquiera sea el camino que siga, mientras respete las Reglas de Manipulación de Cordones, cada cordón que produzca tendrá naturaleza de Buda.
Tortuga: Es algo verdaderamente maravilloso. ¿Pero qué hay del kōan oculto dentro de este kōan que Ud. acaba de hacer? ¿Será genuino?
Aquiles: Bueno, de acuerdo a lo que yo he aprendido, debería serlo. Como lo hice de acuerdo a las Reglas y empecé en una de las cinco posiciones autoevidentes, el cordón debería tener naturaleza de Buda y consecuentemente debería corresponder a un kōan genuino.
Tortuga: ¿Sabe cuál es el kōan?
Aquiles: ¿Me está pidiendo que viole el Dogma Central? Oh, ¡qué tipo más perverso!
(Y, con el ceño fruncido y el Libro de Códigos en la mano, Aquiles recorre pulgada a pulgada el cordón, registrando cada pliegue mediante un triplete de símbolos geométricos del extraño alfabeto fonético para los kōans, hasta que tiene una servilleta casi llena.)
¡Listo!
Tortuga: Fantástico. Ahora léalo.
Aquiles: Muy bien.
Un monje peregrino preguntó a una anciana por el camino de Taizan, un templo popular que se supone da sabiduría a quien lo visita para rendir culto. La anciana dijo: “Siga derecho”. Después de que el monje se había alejado unos cuantos pasos, agregó para sí misma: “Él también es sólo un feligrés”. Alguien le contó este incidente a Jōshū. quien dijo: “Esperen hasta que yo investigue”. Al día siguiente fue e hizo la misma pregunta y la anciana dio la misma respuesta. Jōshū comentó: “He investigado a esa anciana”.
Tortuga: Con su olfato para las investigaciones, es una vergüenza que Jōshū nunca haya sido contratado por la policía. Pero dígame, lo que Ud. hizo, lo podría hacer yo también si siguiera las Reglas del Arte de los Cordones Zen, ¿no es cierto?
Aquiles: Cierto.
Tortuga: Ahora bien, ¿tendría que realizar las operaciones en exactamente el mismo ORDEN en que Ud. lo hizo?
Aquiles: No, no importa el orden.
Tortuga: Naturalmente entonces obtendría un cordón diferente y consecuentemente un kōan diferente. Ahora bien, ¿tendría yo que dar el mismo NUMERO de pasos que Ud. dio?
Aquiles: De ningún modo. Resulta igual con cualquier número de pasos.
Tortuga: Bueno, entonces hay un infinito número de cordones con naturaleza de Buda —¡y consecuentemente un número infinito de kōans genuinos! ¿Cómo sabe Ud. si hay algún cordón que NO puede hacerse con sus Reglas?
Aquiles: Oh, sí —volvamos a las cosas que carecen de naturaleza de Buda. Sucede justamente que una vez que Ud. sabe cómo hacer cordones CON naturaleza de Buda también puede hacer cordones SIN naturaleza de Buda. Eso fue algo que mi maestro me inculcó desde el comienzo.
Tortuga: ¡Fantástico! ¿Cómo funciona?
Aquiles: Muy fácil. Aquí, por ejemplo —haré un cordón que carezca de naturaleza de Buda…
(Toma el cordón del cual el kōan precedente fue “extraído” y hace un pequeño nódulo en una de sus puntas tirándolo y apretándolo con sus dedos pulgar e índice.)
Aquí está —sin naturaleza de Buda.
Tortuga: Muy iluminador. ¿Todo consiste en agregar un nódulo? ¿Cómo sabe que el nuevo cordón carece de naturaleza de Buda?
Aquiles: En virtud de la siguiente propiedad fundamental de la naturaleza de Buda: cuando dos cordones bien formados son idénticos en todo, excepto por un nódulo en un extremo, entonces sólo UNO de ellos puede tener naturaleza de Buda. Es un índice práctico que me enseñó mi maestro.
Tortuga: Me gustaría saber algo. ¿Existen algunos cordones con naturaleza de Buda que Ud. NO PUEDA obtener siguiendo las Reglas de los Cordones Zen, sea cual fuere el orden aplicado?
Aquiles: Odio tener que admitirlo, pero yo mismo estoy algo confundido en relación a este punto. Primero mi maestro me dio a entender claramente que la naturaleza de Buda de un cordón quedaba DEFINIDA por el hecho de comenzar en una de las cinco posiciones legítimas y de desarrollar el cordón de acuerdo a las Reglas permitidas. Poco después él dijo algo acerca del “Teorema” de no sé quién. Nunca me quedó claro. Incluso es posible que haya oído mal lo que dijo. Pero sea lo que sea que haya dicho, sembró una duda en mí acerca de si este método da con TODOS los cordones con naturaleza de Buda. Al menos hasta donde yo sé, lo hace. Pero la naturaleza de Buda es algo sumamente elusivo, Ud. sabe.
Tortuga: Es lo mismo que yo concluí a partir del “MU” de Jōshū. Me pregunto…
Aquiles: ¿Qué?
Tortuga: Precisamente me estaba preguntando acerca de esos dos kōans —me refiero al kōan y su no kōan —el que dice “Esta mente es Buda” y “Esta mente no es Buda” —¿cómo se ven cuando son convertidos en cordones vía el Código Geométrico?
Aquiles: Se lo mostraré encantado.
(Escribe la transcripción fonética y luego saca de su bolsillo un par de cordones que cuidadosamente pliega pulgada a pulgada siguiendo los tripletes de símbolos escritos en el curioso alfabeto. Luego coloca los cordones terminados uno al lado del otro.)
Vea Ud., aquí está la diferencia.
Tortuga: Son muy similares, por cierto. Bueno, creo que sólo hay una diferencia entre ellos: ¡y es que uno de ellos tiene un pequeño nódulo en un extremo!
Aquiles: Por Jōshū, tiene Ud. razón.
Tortuga: ¡Ajá! Ahora entiendo por qué su maestro es tan suspicaz.
Aquiles: ¿Sí?
Tortuga: De acuerdo a su índice práctico, A LO MÁS uno de un par así de cordones puede tener naturaleza de Buda, con lo cual sabe Ud. inmediatamente que uno de los kōans es fraudulento.
Aquiles: Pero eso no le dice cuál es el fraudulento. Me he esforzado, así como también mi maestro, tratando de producir estos dos cordones siguiendo las Reglas de Manipulación de los Cordones, pero sin resultado alguno. Ninguno de los dos sale. Es realmente frustrante. A veces uno comienza a preguntarse…
Tortuga: ¿Se refiere a preguntarse si acaso alguno de los dos tiene naturaleza de Buda? Quizá ninguno de ellos tiene naturaleza de Buda —¡y ninguno de los dos kōans es genuino!
Aquiles: Nunca llevé mis pensamientos tan lejos como eso —pero tiene Ud. razón— supongo que es posible. Creo, sin embargo que Ud. no debería hacer tantas preguntas acerca de la naturaleza de Buda. El maestro Zen Mumon siempre advirtió a sus discípulos acerca del peligro que existe en hacer demasiadas preguntas.
Tortuga: Está bien —no más preguntas. En cambio se me van los pies por hacer un cordón yo mismo. Sería divertido ver si lo que obtengo está bien formado o no.
Aquiles: Sería interesante. Aquí hay un cordón. (Le pasa uno a la Tortuga.)
Tortuga: Bueno, Ud. comprenderá que no tengo la menor idea de cómo hacerlo. Tendremos que conformamos con lo que salga de mi tosca producción, la cual no seguirá regla alguna y probablemente terminará siendo totalmente indescifrable. (Agarra el cordón, le hace describir un bucle entre sus pies y con algunas simples manipulaciones crea un complejo cordón que luego ofrece sin palabras a Aquiles. En ese momento, la cara de Aquiles se ilumina.)
Aquiles: ¡Rayos y centellas! Voy a tener que probar su método por mí mismo. ¡Nunca había visto un cordón así!
Tortuga: Espero que esté bien formado.
Aquiles: Veo que tiene un nódulo en un extremo.
Tortuga: ¡Oh, un momento! ¿Me lo devuelve? Quiero hacerle algo.
Aquiles: Pero por supuesto. Aquí lo tiene.
(Se lo pasa de vuelta a la Tortuga, quien hace otro nódulo en el mismo extremo. Luego la Tortuga le da un fuerte tirón, ¡y súbitamente ambos nudos desaparecen!)
¿Qué pasó?
Tortuga: Deseaba deshacerme de ese nódulo.
Aquiles: ¡Pero en lugar de deshacerlo, hizo otro y luego AMBOS desaparecieron! ¿Adónde se fueron?
Tortuga: A Tumbolia, por supuesto. Ésa es la Ley de la Doble Nodulación.
(De repente, los dos nódulos reaparecen desde la nada, es decir, desde Tumbolia.)
Aquiles: Asombroso. Deben de yacer en una capa relativamente accesible de Tumbolia para que se puedan meter y sacar de allí tan fácilmente. ¿O es todo Tumbolia igualmente inaccesible?
Tortuga: No sabría decirle. Sin embargo, se me ocurre que de quemar el cordón sería muy improbable que los nódulos reaparecieran. En tal caso, Ud. podría pensar en ellos como estando atrapados en una capa más profunda de Tumbolia. Quizás hay capas y capas de Tumbolia. Pero eso no viene al caso. Lo que me gustaría saber es cómo suena mi cordón si Ud. lo convierte de vuelta a símbolos fonéticos. (AI pasárselo de vuelta a A quites los nódulos se desplazan nuevamente al olvido.)
Aquiles: Me siento tan culpable cada vez que violo el Dogma Central… (Saca su pluma y el Libro de Códigos y anota cuidadosamente los muchos tripletes de símbolos que corresponden a las involuciones curvadas del cordón de la Tortuga; una vez que termina, aclara su voz.) Ejem. ¿Está preparado para escuchar lo que ha escrito?
Tortuga: Yo lo estoy, si Ud. lo está.
Aquiles: Muy bien. Dice así:
Un cierto monje tenía el hábito de jorobar a la Gran Tortue (la única que había alcanzado alguna vez la Meta-Iluminación), preguntándole si diversos objetos tenían naturaleza de Buda o no. Ante tales preguntas Tortue permanecía invariablemente en silencio. El monje ya había preguntado acerca de una alubia, un lago y una noche de luna. Un día le trajo a Tortue un cordón y le hizo la misma pregunta. En respuesta, la Gran Tortue agarró el cordón, le hizo describir un bucle entre sus pies y…
Tortuga: ¿Entre sus pies? ¡Qué curioso!
Aquiles: ¿Por qué lo encuentra USTED curioso?
Tortuga: Bueno, eh… tiene Ud. razón. Pero por favor, prosiga.
Aquiles: Está bien.
La Gran Tortue agarró el cordón, lo hizo describir un bucle entre sus pies y con algunas simples manipulaciones creó un complejo cordón que luego ofreció sin palabras al monje. En ese momento, el monje se iluminó.
Tortuga: Yo personalmente me habría re-iluminado.
Aquiles: Luego dice cómo hacer el cordón de la Gran Tortue a partir de un cordón dispuesto sobre sus pies. Pasaré por alto estos aburridísimos detalles. Concluye así:
De ahí en adelante, el monje no molestó más a Tortue. En lugar de eso, hizo un cordón tras otro según el método de Tortue y traspasó el método a sus propios discípulos, quienes lo traspasaron a su vez a los suyos.
Tortuga: ¡Qué maraña! Es difícil creer que esto haya estado realmente oculto en mi cordón.
Aquiles: Sí lo estaba. Asombrosamente, Ud. parece haber creado un cordón bien formado de un solo golpe.
Tortuga: ¿Pero cómo se veía el cordón de la Gran Tortue? Yo creo que eso es lo esencial de este kōan.
Aquiles: Lo dudo. Uno no se debería “apegar” a pequeños detalles como ésos en los kōans. Es el espíritu completo del kōan lo que cuenta y no sus pequeñas partes. Oiga, ¿sabe de lo que me acabo de dar cuenta? Creo que, aunque parezca una locura, ¡es posible que haya dado Ud. con el kōan largamente perdido que describe el origen mismo del Arte de los Cordones Zen!
Tortuga: Oh, pero eso sería casi demasiado bueno como para tener naturaleza de Buda.
Aquiles: Pero eso significa entonces que el gran maestro— el único que ha alcanzado alguna vez el estado místico de la Meta-Iluminación— se llamaba “Tortue”, no “Tutor’. ¡Qué nombre tan gracioso!
Tortuga: No estoy de acuerdo. Yo encuentro hermosos los nombres franceses. Sin embargo, todavía quisiera saber cómo se veía el cordón de Tortue. ¿Puede Ud. recrearlo a partir de la descripción dada en el kōan?
Aquiles: Podría intentarlo… Naturalmente tendré que usar mis pies también, ya que está descrito en términos de movimientos de pie. Eso es algo sumamente inusual. Pero creo que me las puedo arreglar. Permítame intentarlo. (Toma el kōan y un cordón, y durante algunos minutos tuerce y pliega el cordón en forma misteriosa hasta dar por terminado el producto.) Bueno, aquí está. Qué raro, se ve tan familiar.
Tortuga: Sí, ¿no es cierto? Me pregunto dónde le he visto antes.
Aquiles: ¡Ya sé! ¡Éste es su cordón, Sr. T! ¿O no?
Tortuga: Seguro que no.
Aquiles: Por supuesto que no —es el cordón que Ud. me pasó primero antes de que lo tomara de vuelta para amarrarle un nódulo extra.
Tortuga: Oh, sí —claro que es. Fantástico. Me preguntó qué puede implicar eso.
Aquiles: Es extraño, por decir lo menos.
Tortuga: ¿Cree Ud. que mi kōan es genuino?
Aquiles: Un momento…
Tortuga: ¿O que mi cordón tiene naturaleza de Buda?
Aquiles: Algo me preocupa acerca de su cordón, Sr. Tortuga.
Tortuga (viéndose muy complacido consigo mismo y no prestándole atención a Aquiles): ¿Y qué hay del cordón de Tortue? ¿Tiene naturaleza de Buda? ¡Hay un sinfín de preguntas pendientes!
Aquiles: Yo tendría cuidado con hacer tales preguntas, Sr. T. Algo extraordinariamente raro está ocurriendo aquí, y no estoy seguro de que me guste.
Tortuga: Lamento oírlo. No me puedo imaginar qué es lo que le preocupa.
Aquiles: La mejor manera que conozco para explicarlo es citando las palabras de otro viejo maestro Zen, Kyógen. Kyógen dijo:
El Zen es como un hombre aferrado a un árbol con los dientes colgando sobre un precipicio. Sus manos no están agarradas a rama alguna, sus pies no tienen apoyo alguno; y bajo el árbol otra persona le pregunta:
“¿Por qué se fue Bodhidharma de la India a China?”. Si el hombre en el árbol no responde, falla; y si responde, cae y pierde la vida. ¿Qué debe hacer?
Tortuga: Eso está claro; debería abandonar el Zen y dedicarse a la biología molecular.