Febrero de 2011. La crisis del euro está en pleno apogeo en España. El paro llega al 22%, con un desempleo juvenil del 47%. Después de ignorar la gravedad de la crisis durante mucho tiempo, bajo presión de Alemania y del FMI, el gobierno socialista, incumpliendo sus promesas electorales de 2008, hace todavía más recortes presupuestarios en salud, educación y servicios sociales. Se da prioridad a la recapitalización de las instituciones financieras y a la reducción de una deuda pública disparada para preservar la pertenencia de España a la eurozona. Los sindicatos están desconcertados, y los políticos y los partidos son despreciados por la mayoría de los ciudadanos. Una pequeña red de activistas de Madrid, Barcelona, Jerez y otras ciudades crean un grupo en Facebook con el nombre «Plataforma de Coordinación de Grupos Pro-Movilización». Algunos han estado en primera línea de la campaña en defensa de la libertad en Internet contra la Ley Sinde, aprobada por el gobierno para imponer el control y la censura de los proveedores de servicios de Internet (PSI) y de los usuarios de la Red. Redes como x.net, Anonymous y Nolesvotes estaban entre los participantes. Algunos eran veteranos de los movimientos por la justicia global. Otros, como Estado del Malestar, Juventud Sin Futuro, Juventud en Acción o Plataforma de Afectados por la Hipoteca, se inspiraban en las luchas que se extendían por toda Europa contra las consecuencias sociales de la crisis financiera rampante, aunque en España la principal crítica se centraba en la mala gestión de la crisis por un sistema político disfuncional e insensible. Les animaba el ejemplo de Islandia, por la posibilidad de enfrentarse con éxito a la connivencia entre banqueros y políticos a través de la movilización popular. Esta plataforma evolucionó rápidamente a un grupo de debate y acción en Facebook con el nombre de «Democracia real YA», que creó un foro, un blog y una lista de correo[42]. Sin embargo, como dice Javier Toret, uno de los iniciadores de DRY:
La campaña era anónima, Democracia Real YA no era nada. Era un conglomerado de blogs, de distintos grupos, gente que venía de grupos contra la Ley Sinde o No Les Votes. ¡Democracia real YA! era una marca detrás de la cual no había nadie[43].
El grupo se basaba en una red descentralizada con nodos autónomos en distintas ciudades. En algunos casos, como el de Barcelona, se reunían en persona los domingos por la mañana. Cientos de personas se unieron al grupo de Facebook, y algunos participaban en las reuniones. Denunciaban la falta de una democracia verdaderamente representativa en su forma actual en España. En su opinión, los principales partidos políticos estaban al servicio de la banca y eran insensibles a los intereses de los ciudadanos. Siguiendo el ejemplo de las revoluciones árabes, decidieron hacer un llamamiento a la acción en las calles. Aprovecharon la ocasión de las elecciones municipales previstas para el 22 de mayo de 2011 en todo el país. El 2 de marzo convocaron a los ciudadanos para que manifestaran sus protestas en las calles el día 15 de mayo con el eslogan «¡Democracia real YA! Toma la calle. No somos mercancía en manos de políticos y banqueros»; y publicaron un manifiesto:
Somos personas normales y corrientes. Somos como tú: gente que se levanta por las mañanas para estudiar, para trabajar o para buscar trabajo, gente que tiene familia y amigos. Gente que trabaja duro todos los días para vivir y dar un futuro mejor a los que nos rodean […]. Sin embargo, en este país la mayor parte de la clase política ni siquiera nos escucha. Sus funciones deberían ser la de llevar nuestra voz a las instituciones, facilitando la participación política ciudadana mediante cauces directos y procurando el mayor beneficio para el grueso de la sociedad, no la de enriquecerse y medrar a nuestra costa, atendiendo tan sólo a los dictados de los grandes poderes económicos y aferrándose al poder a través de una dictadura partitocrática […] Somos personas, no productos del mercado. No soy sólo lo que compro, por qué lo compro y a quién se lo compro. Por todo lo anterior, estoy indignado. Creo que puedo cambiarlo. Creo que puedo ayudar. Sé que unidos podemos. Sal con nosotros. Es tu derecho.
La convocatoria no estaba apoyada por ningún partido político, sindicato ni asociación de la sociedad civil, y los medios de comunicación la ignoraron. Se difundió primeramente en las redes sociales de Internet, Facebook, Twitter, tuenti, etc. El 15 de mayo, sin un liderazgo formal pero con una cuidadosa preparación de las movilizaciones que duró semanas, decenas de miles de personas se manifestaron en Madrid (50.000), Barcelona (20.000), Valencia (10.000) y otras 50 ciudades, pacíficamente, sin ningún incidente grave.
Al final de la manifestación de Madrid varias docenas de manifestantes fueron a la Puerta del Sol, la plaza más simbólica de la ciudad, y pasaron la noche al raso debatiendo sobre lo que significaba Democracia real. En ese momento decidieron no abandonar la Puerta del Sol hasta que alcanzaran un consenso sobre el significado de Democracia real, un proceso largo, como podrían comprobar. La noche siguiente, 16 de mayo, unas decenas de personas se reunieron en la Plaza de Catalunya de Barcelona. En ambos sitios decidieron ocupar la plaza para debatir los problemas que no se habían tratado en las insulsas campañas de los candidatos políticos a las elecciones municipales que se celebrarían en pocos días. Tuitearon a sus amigos. Llegaron a cientos, que tuitearon a sus redes, por lo que acudieron miles. Muchos llegaron con sacos de dormir para pasar la noche en el espacio ocupado. Nacieron las acampadas. Mucha más gente llegaba durante el día. Participaban en los debates, actividades y manifestaciones. Surgían espontáneamente comisiones de todo tipo. Algunos se ocupaban de los problemas logísticos, como limpieza, agua y comida. Otros crearon sitios web, desplegaron redes Wi-Fi y conectaron con otros espacios ocupados del país y del resto del mundo. Muchos otros moderaban los debates, sobre cualquier tema que alguien quisiera proponer y para cualquiera que estuviera interesado. No se reconoció a ningún líder: cada uno se representaba a sí mismo, y las decisiones se dejaban en manos de la Asamblea General al final del día y de las comisiones que se formaban sobre cada uno de los temas sobre los que la gente quería actuar. Más de cien ciudades españolas se unieron, desencadenando un movimiento de ocupación masivo que se extendió en pocos días a más de 800 ciudades de todo el mundo, aunque, curiosamente, en ese momento su impacto fue limitado en Estados Unidos. Los medios de comunicación nacionales e internacionales informaban sobre el movimiento, si bien solían dar interpretaciones sesgadas. La policía intentó desalojar a los ocupantes dos veces sin conseguirlo. La Junta Electoral Central declaró ilegales las ocupaciones, ya que interferían con la «jornada de reflexión» establecida por ley antes de las elecciones. Sin embargo, en las dos ocasiones en que hubo una amenaza contra los espacios ocupados, acudieron miles de personas, impidiendo la acción policial. Los partidos políticos tenían presentes las consecuencias adversas de sus perspectivas electorales si participaban en operaciones policiales generalizadas, por lo que las ocupaciones continuaron tal como decidieron las asambleas, más allá de la jornada electoral. El movimiento había cobrado vida por su cuenta. Primero se conoció como 15-M, nombre derivado de la fecha de la primera manifestación, pero pronto los medios popularizaron el calificativo de indignados, que habían adoptado algunos en el movimiento inspirados por el título de un panfleto (Indignez-vous!) publicado unos meses antes por un filósofo y antiguo diplomático francés de 93 años, Stephane Hessel, que tocó la fibra sensible de los jóvenes españoles (más que en Francia)[44]. Efectivamente, había un clima de indignación general en el país (como en gran parte del mundo) contra los políticos, que sólo se preocupaban por sí mismos, y contra los banqueros, que habían hundido la economía con sus maniobras especulativas para ser rescatados y recibir cuantiosas primas, mientras que la ciudadanía pagaba caras las consecuencias de la crisis en sus trabajos, salarios, servicios e hipotecas. El movimiento siguió con formas distintas durante varios meses, aunque la mayoría de las ocupaciones del espacio público terminaron a principios de julio. En julio se iniciaron varias marchas desde distintos puntos de España que convergieron en Madrid el día 22. Las marchas pasaron por pueblos y ciudades explicando las razones de la protesta, y durante el viaje muchos se incorporaron a ellas. Cuando llegaron a Madrid después de cientos de kilómetros a pie, fueron recibidos por una multitud que se unió a ellos en el último tramo. El 23 de julio una manifestación de 250.000 personas reafirmó en la Puerta del Sol la determinación del movimiento de mantener la lucha por la democracia y contra la injusta gestión de la crisis económica. Las acciones de protesta continuaron durante agosto, incluyendo nuevos intentos de ocupar Sol en Madrid, hasta el punto de que cientos de policías cercaron la plaza durante varios días para evitar una nueva ocupación de las indignadas. A finales de agosto, el gobierno del Partido Socialista y el Partido Popular en la oposición acordaron aceptar el ultimátum de Merkel para reformar la Constitución española e impedir la posibilidad del déficit presupuestario como forma de calmar a los mercados financieros que especulaban contra la deuda española (lo que, en realidad, no sirvió de nada). El país estaba de vacaciones, y la votación se hizo prácticamente en secreto. Las indignadas protestaron ante el parlamento, exigiendo un referéndum, y se manifestaron en muchas ciudades, recibiendo el apoyo de los sindicatos y de partidos de izquierda, que también se oponían a la reforma de la Constitución por la amenaza alemana. Las indignadas llevaban una pancarta donde se leía: «Sindicatos, gracias por venir».
Se calculó la participación en un mínimo de 2,2 millones de personas, y la afluencia a las protestas aumentó entre mayo y octubre[45].
El 15 de octubre de 2011 una manifestación global convocada por Internet a iniciativa de una red de activistas que se había reunido en Barcelona a principios de septiembre concentró a cientos de miles de manifestantes en 951 ciudades y 82 países del mundo con el eslogan «Unidos por un cambio global». En Madrid hubo casi 500.000 manifestantes, y en Barcelona, 400.000.
¿Quiénes eran los que protestaban con tanta determinación? Mientras que en el origen del movimiento había muchos estudiantes universitarios y licenciados en paro en el grupo de edad de 20-35 años (como en las revoluciones árabes), más tarde se les unieron personas de todos las procedencias sociales y edades, con una participación activa de los mayores, que veían una amenaza directa en el deterioro de sus condiciones de vida. Además, el movimiento recibió el apoyo mayoritario de la opinión pública durante 2011; al menos tres cuartos de la población española —según distintas encuestas— manifestaban su acuerdo con las críticas y declaraciones del movimiento. Algunas fuentes sitúan el grado de identificación con el movimiento en el 88% (véase la tabla 1).
Sin embargo, a principios de 2012 había incertidumbre sobre el camino que tomarían quienes se identificaban con lo que decía una pancarta en la plaza ocupada: «Me preocupa el futuro porque es el lugar donde pasaré el resto de mi vida». Por eso la búsqueda y los debates continuaron en las redes sociales de Internet, el espacio seguro desde el cual el movimiento se imaginó y donde nuevos proyectos se concibieron y se siguen concibiendo.
Tabla 1. Opinión pública sobre las movilizaciones conocidas como movimiento 15-M en España
Porcentaje del total de la población encuestada |
Escala de 1 a 10 (en la que 1 significa nada de acuerdo y 10 completamente de acuerdo) |
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Metroscopia trabajo de campo, 1 de junio al 2 de junio de 2011 |
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Se ha hablado mucho estos últimos días de las movilizaciones conocidas como «movimiento 15-M», que se iniciaron en la Puerta del Sol de Madrid y se extendieron luego a otras ciudades. A usted, en principio, ¿estas movilizaciones le inspiran una sensación más bien de simpatía o más bien de rechazo? |
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Más bien de simpatía |
66 |
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Más bien de rechazo |
21 |
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Y su impresión personal es que, en general, quienes participan en ese movimiento tienen razón en las cosas por las que protestan o que no tienen razón |
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Tienen razón |
81 |
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No tienen razón |
9 |
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Con respecto a este movimiento del 15-M, ¿con cuál de las siguentes opiniones tiende usted a estar más de acuerdo? |
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Trata de problemas que sólo afectan a unos pocos |
11 |
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Trata de problemas que afectan al conjunto de la sociedad |
84 |
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Es un movimiento políticamente más bien de izquierda |
31 |
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Es un movimiento políticamente más bien de derecha |
2 |
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Es un movimiento sin tendencia política concreta |
58 |
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Se trata de un aviso sobre problemas reales que existen en nuestra sociedad |
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Muy/Bastante de acuerdo |
80 |
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Poco/Nada de acuerdo |
15 |
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Es algo de lo que se habla mucho ahora pero de lo que dentro de poco nadie se acordará |
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Muy/Bastante de acuerdo |
57 |
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Poco/Nada de acuerdo |
38 |
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Acabará convirtiéndose en un nuevo partido político |
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Muy/Bastante de acuerdo |
21 |
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Poco/Nada de acuerdo |
69 |
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Se acabará radicalizando y derivará en actos violentos |
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Muy/Bastante de acuerdo |
19 |
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Poco/Nada de acuerdo |
74 |
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Acabará integrándose en un partido político ya existente |
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Muy/Bastante de acuerdo |
22 |
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Poco/Nada de acuerdo |
68 |
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The Cocktail Analysis trabajo de campo, 31 de mayo al 2 de junio de 2011 |
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¿Has oído hablar del movimiento DemocraciaRealYa (también conocido como movimiento 15-M o de las “indignadas”)? |
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Sí |
97 |
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No |
3 |
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¿En qué medida dirías que estás de acuerdo con el movimiento DemocraciaRealYa / 15-M? |
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Acuerdo |
88 |
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Desacuerdo |
12 |
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¿Crees que el movimiento DemocraciaRealYa / 15-M debería continuar? |
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Sí |
83 |
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No |
17 |
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El movimiento parte de cuatro principios básicos, ;en qué medida estás de acuerdo con ellos? (1-Nada de acuerdo a 10-Completamente de acuerdo) |
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Reforma de la ley electoral |
8,7 |
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Lucha contra la corrupción mediante normas orientadas a una total transparencia política |
9,3 |
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Separación efectiva de los poderes públicos |
8,6 |
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Creación de mecanismo de control ciudadano para la exigencia efectiva de responsabilidad política |
8,7 |
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Simple Lógica trabajo de campo, 1 de junio al 6 de junio de 2011 |
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¿Aprueba o desaprueba las manifestaciones que se han venido desarollando en las plazas de muchas ciudades españolas desde el 15 de mayo (15-M)? |
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Aprueba |
73 |
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Desaprueba |
19 |
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¿En qué medida está de acuerdo o en desacuerdo con las ideas que defiende el movimiento que ha organizado estas manifestaciones? |
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De acuerdo |
72 |
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Ni de acuerdo ni en desacuerdo |
10 |
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En desacuerdo |
10 |
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¿En qué medida cree que este movimiento contribuirá a mejorar a corto o largo plazo la situación de España? |
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Mucho o bastante |
12 |
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Algo |
27 |
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Poco o nada |
53 |
FUENTE:
1) Metroscopia disponible en www.metroscopia.es/portada.html
2) The Cocktail Analysis disponible en http://www.tcanalysis.com/2011/06/03/movimiento-15mdemocraciarealya-representatividad-movilizacion-social-y-canales-de-informacion/
3) Simple Lógica disponible en http://www.simplelogica.com/iop/iop11002.asp
Si bien la ocupación del espacio público resultó crucial para que el movimiento fuera visible y para apoyar su forma organizativa clave —las asambleas locales—, su origen y su columna vertebral durante las protestas, pueden remontarse al espacio libre de Internet. Este es el relato de Javier Toret, psicólogo e investigador en tecnopolítica, uno de los primeros miembros de la red que creó Democracia real YA:
Lo que ha demostrado el 15-M es que la gente puede superar el bloqueo de los medios de comunicación. La capacidad de la autocomunicación de masas y de la autoorganización en línea ha permitido que la gente supere el bloqueo de los medios de comunicación. En Barcelona sólo un medio acudió a la conferencia de prensa que organizamos sobre las manifestaciones del 15-M, BTV (Barcelona TV). Todos los demás medios sabían que se iban a celebrar las manifestaciones del 15-M. Les habíamos escrito, todo se había anunciado por Twitter, Facebook, listas de correo…, pero no aparecieron. Las televisiones nos ignoraron por completo, los periódicos también. Algunos periodistas acompañaron al movimiento, por ejemplo, Lali Sandiumenge, que tiene un blog en La Vanguardia (http://blogs.lavanguardia.com/guerreros-del-teclado/)… Pero, en general, los medios generalistas nos ignoraron o bloquearon la propuesta que presentamos. Esto demuestra que es un tipo de movimiento postmedios. Es postmedios porque hay una reapropiación tecnopolítica de las herramientas, tecnologías y medios de participación y comunicación actuales. Ahí es donde está la gente hoy. Hay mucha gente en estos medios. Es una campaña viral online que está lo suficientemente abierta para que cualquiera pueda participar. Para que algo sea viral online, para que sea mimético, los eslóganes tienen que hacerse eco. Por ejemplo, «no somos mercancía en manos de banqueros». Ha tenido eco y ha circulado. Era un lema con el que cualquiera podía identificarse. La gente ha creado vídeos y todo tipo de señales con estos eslóganes. Los eslóganes iniciales tuvieron una amplia circulación porque eran anónimos y porque tenían sentido común. Los eslóganes no procedían de un grupo radical izquierdista con determinada ideología. Sólo tenían capacidad viral, eran miméticos, y la capacidad de utilizar herramientas de la web 2.0. Esto hizo que cada uno fuera su propio medio de comunicación. Hizo que miles de personas fueran sus propios distribuidores de noticias. Por eso es un movimiento postmedios. Tiene la capacidad de adelantarse a los medios y crear un acontecimiento, y comunicar este acontecimiento. Algunas emisoras han tomado los tuits o lo que se decía en la página de Facebook de Acampadasol o DRY para informar al público. Esto podía ser porque con un movimiento interconectado en red, sin líderes, es difícil que los medios de comunicación cuenten lo que está pasando. Al principio los medios ignoraron al movimiento, pero cuando todas las plazas de España se llenaron de gente, no les quedó más remedio que explicar lo que estaba pasando. Se crearon muchos espacios que funcionaban como medios de comunicación, por ejemplo había muchos blogs personales que tenían una buena cobertura del movimiento. Nos convertimos en un colectivo que tenía la capacidad de hablar por sí mismo sin los filtros de los medios de comunicación. Los medios amplificaban lo que hacíamos, ya fuera para bien o para mal. Había mucha autonomía para que cada uno dijera lo que pensaba y sentía. El movimiento 15-M se posicionó contra intermediarios, ya fueran políticos, de los medios o culturales. El movimiento ataca directamente la idea de que alguien tiene que hacer las cosas por mí. Éste es el cambio de paradigma en la relación entre ciudadanos y gobiernos, sindicatos, medios de comunicación… Si este es un movimiento que crean por igual miles de personas, sería contradictorio que tuviera un portavoz. Ha habido un debate interno sobre si debiera haber uno. La idea del movimiento es que cada uno diga lo que tenga que decir. No hay una persona que decida. Por eso es difícil que los medios de comunicación cubran las noticias. En 2001, cuando iniciamos Indymedia, teníamos un lema que decía: «No odies a los medios, conviértete en el medio». Esto es lo que ha enseñado el 15-M. Cuando la gente se une, se vuelve más poderosa que ningún otro medio de comunicación. Por ejemplo, el 27 de mayo, cuando nos desalojaron violentamente de la Plaza de Catalunya, el movimiento tuvo una capacidad increíble para comunicar lo que estaba pasando… Todos se convirtieron en reporteros, aunque fuera por un momento. En algún momento cada uno se ha convertido en origen de noticias. Cuando tienes mucha gente informando, se consigue un relato colectivo de lo que está ocurriendo. La gente puede seguir lo que está pasando mediante streaming, online, por televisión o en directo. La gente que estaba allí tuiteaba «venid a ayudarnos», y la gente vino. De esta forma, la gente ha podido tomar las cosas de un medio digital, ya fuera en sus casas, o por teléfono móvil, y poder moverse en la ciudad[46].
Sin embargo, incluso un nuevo medio tan poderoso y participativo como las redes sociales de Internet no es el mensaje. El mensaje construye el medio. Como sostiene Toret, el mensaje se hizo viral porque coincidía con la experiencia personal de la gente. Y el mensaje clave era un rechazo de todas las instituciones políticas y económicas que determinan la vida de la gente. Porque, como decía una pancarta en Madrid: «No es una crisis, es que ya no te quiero».
Pero ¿cómo se encuentra de nuevo el amor?
El movimiento no tenía un programa. La razón principal es que nunca hubo una organización formal conocida como «el movimiento». Pero hubo muchas demandas que se aprobaron en asamblea en muchas ocupaciones. Todo tipo de demanda, crítica y propuesta estaba presente en el movimiento. Sin duda alguna era un movimiento contra los banqueros y especuladores, y contrario a que la gente pagara las consecuencias de una crisis financiera de la que no era responsable. Un profundo sentimiento de injusticia bullía entre la población y el movimiento lo expresó. Pensaban que los bancos con problemas no debían ser rescatados, sino nacionalizados, igual que en Islandia, una referencia constante del movimiento. Creían que había que juzgar a los financieros defraudadores. Se oponían unánimemente a los recortes presupuestarios del gobierno, pidiendo en su lugar mayores impuestos para los ricos y las grandes empresas. Se denunció ampliamente el paro de millones de jóvenes, que no tenían perspectiva de encontrar un trabajo digno. El 7 de abril de 2011 miles de jóvenes se manifestaron en Madrid siguiendo la convocatoria de «Juventud sin futuro», una campaña en Internet para defender sus derechos a la educación, la vivienda y el trabajo. También había habido protestas contra la crisis de la vivienda en general y contra la escasez de viviendas asequibles para los jóvenes en particular. Un importante contingente del movimiento 15-M procedía de los jóvenes de la campaña «V de Vivienda», en los meses anteriores al movimiento. Hubo protestas especialmente virulentas contra la ejecución de hipotecas y los desahucios de ancianos y familias necesitadas que se habían visto atrapados por los bancos en préstamos especulativos que tendrían que seguir pagando durante toda su vida, incluso después de perder su casa. Había una clara crítica al capitalismo: «No es una crisis, es el sistema». Pero no había propuestas específicas para derrotar al capitalismo o restaurar el crecimiento económico. La razón era que muchos en el movimiento se oponían a la idea de crecimiento por el crecimiento. Primaba la conciencia medioambiental. La oposición a una sociedad dirigida por el consumo estaba interiorizada. Así pues, mientras que la crítica al capitalismo en general y al tipo de capitalismo financiero que llevó a la crisis en particular era compartida casi unánimemente, no había un consenso sobre qué tipo de economía proporcionaría trabajo, vivienda y condiciones de vida decentes a todo el mundo de una forma sostenible con el medio ambiente y justa desde el punto de vista ético. No quiere decir esto que el movimiento fuera incapaz de generar propuestas políticas muy específicas y complejas. De hecho, había muchísimas propuestas de este tipo elaboradas y debatidas en asambleas y comisiones. Sin embargo, como el movimiento no estaba organizado para ponerse de acuerdo sobre un programa detallado, había múltiples propuestas de distintas personas en distintos sitios, y eran tan diversas como la composición del movimiento.
No obstante, a pesar de la panoplia de críticas y demandas sobre problemas económicos y sociales, estoy profundamente convencido, por mis propias observaciones, de que el movimiento era fundamentalmente político. Era un movimiento para la transformación de la pseudodemocracia en democracia real. A pesar de que la convocatoria original de ¡Democracia real YA! se diluyó posteriormente en el mar de exigencias y sueños presentes en el movimiento, y de que ¡Democracia real YA! fue lo que disparó el movimiento, pero no era el movimiento, su manifiesto original era el núcleo común implícito o explícito del movimiento de las indignadas. Sí, la crisis era una manifestación del sistema capitalista, y los bancos eran los culpables. Pero políticos de cualquier filiación, partido, parlamento y gobierno eran cómplices de los banqueros, cuyos intereses defendían por encima del de los ciudadanos a los que representaban. Había una opinión generalizada en el movimiento de que los políticos vivían en su mundo cerrado y privilegiado, indiferentes a las necesidades del pueblo, manipulando las elecciones y la ley electoral para perpetuar su poder como clase política. «No nos representan» quizás sea el lema más popular y el más fundamental del movimiento. Porque si no hay representación real, no hay democracia, y las instituciones tienen que reconstruirse de abajo arriba, como sucedió en Islandia. Empezando por el poder judicial, completamente politizado, y parte del sistema de apoyo recíproco entre banqueros, políticos y los altos niveles de la magistratura.
Este rechazo de la forma actual de democracia tiene consecuencias profundas en el proyecto del movimiento porque implica que las elecciones y los partidos son inútiles e incompetentes para defender los intereses y valores de la ciudadanía. Por eso el movimiento era indiferente a la participación electoral mientras no hubiera una reforma del sistema en profundidad, empezando con la reforma de la ley electoral que se había hecho a la medida de los grandes partidos, mediante un sistema de representación no proporcional que favorece a los partidos mayoritarios (ley D’Hondt). Desde un punto de vista positivo, el movimiento aceptó cambiar a modelos diferentes de democracia participativa, empezando con la democracia deliberativa en Internet, para garantizar una participación consciente de los ciudadanos en el proceso de toma de decisiones. Las formas de deliberación y toma de decisiones en el propio movimiento, de las que hablaré a continuación, intentaban prefigurar explícitamente lo que la democracia política debería ser en la sociedad. Conscientes de la dificultad de influir en la política y las políticas dentro de los límites de las instituciones actuales, el movimiento, en su gran mayoría, se posicionó a largo plazo. No se trataba de crear un programa que hubiera que aprobar en la siguiente elección, ya que no reconocían a ningún partido político como su interlocutor. El movimiento tenía que recorrer un largo camino desde la negación del sistema hasta la reconstrucción de las instituciones que expresaran la voluntad de la gente mediante el proceso de concienciación y deliberación participativa.
Por ese motivo, los proyectos del movimiento se encuentran mejor en el discurso de sus actores y no en las reivindicaciones concretas, que sólo representaban la opinión predominante en las asambleas locales en el momento en que se votaban.
El movimiento de las indignadas posee un discurso variado y abundante. Eslóganes imaginativos, términos con garra, palabras llenas de significado y expresiones poéticas constituían un ecosistema de lenguaje que expresaba nuevas subjetividades. Aunque no puedo hablar de un único discurso, hay una serie de términos, con connotaciones de formas de pensar, que aparecían regularmente en los eslóganes y debates que se celebraron tanto en los campamentos como en Internet.
Eduardo Serrano[47] construyó, a partir de sus observaciones, una lista de palabras clave presentes en el discurso del movimiento, caracterizando cada término tanto por sus implicaciones como por sus cancelaciones. Su análisis se presenta en la tabla 2 y proporciona un perfil de las orientaciones del movimiento tal como se revela en su discurso.
Tabla 2. Implicaciones y cancelaciones de significado de los términos comunes en el discurso del movimiento de las Indignadas
Término |
Implica |
Cancela o relativiza |
Común |
Autogobierno de la comunidad, alisamiento del espacio, espacio de cualquiera |
Propiedad restringida, dicotomía privado-público, toma del poder, captura del capital humano |
Consenso asambleario |
Resultado cualitativamente diferente de las opiniones propuestas (pero que surgen de su interrelación), invención, plus de sentido respecto las premisas, proceso no lineal, no votación |
Promedio de las opiniones propuestas, proceso lineal, resultado inferior a las premisas, oposición consenso-disenso |
Cualquiera |
Singularidad, ciudadanx anónimx |
Todos, totalidad |
No-futuro |
Ahora, ya mismo |
«Espera», deuda, desesperación, separación de medios y fines |
No-identificación |
Juego de apariencias, singularidad, multiplicidad, borrar los nombres (y paradójicamente) no-esconderse, transparencia |
Lo numerable, identidad, «bautizar», «ser-de» |
No-jefes |
Autorregulación, red distribuida, implicación activa (en el cibermundo es obligado), rizoma, anonimato, «mandar obedeciendo», rotación de cargos |
Asignación rígida de funciones-roles sociales, marcación de sujetos, pasividad |
No-representación |
Participar, presentación, democracia (más) directa, «política de la expresión» |
Delegación, «hablar por» |
No-violencia |
Legitimidad, ejemplaridad, autodefensa paradójica, campo de fuerza que preserva la intangibilidad |
Eficacia de la violencia, tiranía de la «testosterona» |
Respeto |
Reciprocidad, yo=otro, dignidad, autolimitación, «ciudadanía» |
Servicio de orden, «seguridad», enemigo |
Sin dinero |
Riqueza no monetarizable, desconexión del sector financiero, monedas locales, no-mercancía |
Economía de la escasez, tiranía del poder financiero, juegos de suma cero, «ajuste inevitable» |
Sin miedo |
«Juntxs podemos», «no estás sola», superación de la crisis, creatividad, «éxodo», «Islandia» |
Efecto «ángel exterminador», parálisis, fatalidad |
Sin prisas |
Madurar, coevolución que tiene su duración propia |
«Fast», supeditación del ritmo viral a la aceleración de la circulación del capital (que es una de sus condiciones de existencia) |
FUENTE: Eduardo Serrano, 2011. El poder de las palabras: glosario de términos del 15-M [online]. Disponible en: http://www.madrilonia.org/2011/06/el-poder-de-las-palabras-glosario-de-terminos-del-15m/ [consultado el 8 de febrero de 2012].
Lo que resulta evidente en este análisis es la profundidad de la transformación cultural que representa este movimiento. Aunque en parte provocado por la precariedad de millones de jóvenes (un 54% del grupo de edad de 18 a 34 años sigue viviendo con sus padres por falta de vivienda y trabajo), el discurso del movimiento expresa el nacimiento de una nueva cultura política y económica: una cultura económica alternativa, que nuestro equipo de investigación estudió en Barcelona en 2009-2012[48]. Se expresa en las costumbres de la vida diaria que destacan el valor de uso de la vida sobre su valor comercial y se comprometen en la autoproducción, cooperativismo, redes de intercambio, moneda social, banca ética y redes de solidaridad recíproca. La crisis económica sirvió para aumentar el atractivo de esta cultura económica alternativa a una proporción significativa de la población de Barcelona. Estas prácticas estuvieron presentes en las vidas de miles de personas, precisamente en el mismo grupo de edad que la mayoría de las indignadas (20 a 35) durante bastante tiempo. La búsqueda del significado de la vida es la que explica por qué la mayoría de barceloneses preferirían trabajar menos aunque esto supusiera recibir un salario proporcionalmente menor. El movimiento extendió los valores presentes en este proyecto económico alternativo a la formación de un proyecto político alternativo. En ambos casos, la construcción de la autonomía del individuo y la conexión en red de estas personas autónomas para crear formas nuevas y compartidas de vida son las motivaciones primordiales.
Una muestra de eslóganes populares expresa este sueño de libertad y democracia en sus propias palabras: «Otra política es posible», «El pueblo unido funciona sin partidos», «La revolución estaba en nuestros corazones y ahora vuela libre por las calles», «Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones», «Yo no soy antisistema, el sistema es anti-yo».
¿Cómo puede conseguirse esta transformación política? Estando unidos, pensando juntos, siguiendo la lucha, convocando a la mayoría a unirse al movimiento: «El amor al mundo es lo que mueve a los revolucionarios. ¡Únete!». Habrá dificultades, pero merece la pena: «La barricada cierra la calle pero abre el camino», «Perdonen las molestias, estamos cambiando el mundo». Y una advertencia al poder: «Si vosotros nos quitáis los sueños, nosotros no os dejaremos dormir».
Sin embargo, el problema más crítico para el movimiento ha sido cómo llevar a la práctica los principios democráticos que proponían a la sociedad.
No hubo una decisión formal, pero en la práctica todo el mundo estuvo de acuerdo desde el principio del movimiento. No habría líderes, ni locales ni nacionales. Para el caso, ni siquiera tenían un portavoz reconocido. Cada uno se representaba a sí mismo y a nadie más. Esto volvió locos a los medios de comunicación, ya que las caras de cualquier acción colectiva son ingredientes necesarios para la técnica narrativa de los medios de comunicación. La fuente de este antiguo principio anarquista, habitualmente traicionado en la historia, no era ideológica en el caso de este movimiento, aunque se convirtió en un principio fundamental, respetado por la inmensa mayoría de los actores del movimiento. Estaba presente en la experiencia de las redes de Internet en las que la horizontalidad es norma, y no se necesita liderazgo porque las funciones de coordinación se pueden ejercer en la propia red mediante la interacción entre los nodos. La nueva subjetividad apareció en la red: la red se convirtió en sujeto. El rechazo de los líderes fue también la consecuencia de las experiencias negativas que algunos activistas veteranos habían sufrido en el movimiento por la justicia global y en varias organizaciones radicales de extrema izquierda. Pero también fue resultado de la profunda desconfianza hacia cualquier liderazgo político tras observar la corrupción y el cinismo que caracterizaban a los gobiernos y los partidos tradicionales. Esta búsqueda de autenticidad por parte de una nueva generación que entró en política rechazando la Realpolitik es lo que define fundamentalmente el movimiento, aunque a veces algunos militantes recalcitrantes lo han criticado por su «buenismo». Sin embargo, la reivindicación de legitimidad en la construcción de una nueva forma de política sólo podía ser creíble si se ponía en práctica en la actividad diaria del movimiento.
La materialización organizativa de este principio consistía en otorgar todo el poder para tomar decisiones relativas a los asuntos que afectaban a todo el colectivo a la asamblea general, que representaría a la gente acampada en un lugar determinado, así como a cualquiera que se sumara a ella en el momento de la asamblea. Las asambleas se celebrarían diariamente, excepto cuando hubiera que convocar una reunión de urgencia. El número de participantes variaba con el tamaño de la acampada, pero en Madrid y Barcelona la asistencia iba desde unos cientos de personas hasta dos o tres mil en momentos especiales. Las decisiones de la asamblea tenían tan sólo un poder simbólico, ya que cada persona era libre de tomar su propia decisión. Pero el problema principal era cómo llegar a una decisión. En muchas de las acampadas el movimiento intentó alcanzar una decisión por consenso, hablando y debatiendo hasta que todos estuvieran de acuerdo, tras exponer de forma educada y respetuosa durante horas argumentos y contraargumentos. A fin de evitar un ruido excesivo e interrupciones, se adoptó un lenguaje de signos, variante del lenguaje de los sordos, para indicar aprobación o rechazo, o para pedir al orador que fuera terminando. Las asambleas estaban moderadas por voluntarios que rotaban regularmente en esta función, no sólo para que no surgieran líderes sino para evitar que surgieran líderes por el cansancio derivado de dicha tarea. Aunque los debates no tenían la acritud que a menudo está presente en las discusiones dentro de los movimientos sociales, en la mayoría de los casos observados los participantes ejercieron una presión colectiva contra cualquier intento de ideólogos y autoproclamados líderes de utilizar la asamblea para su propaganda. Tras muchos días de experiencia, algunos de estos movimientos empezaron a debatir sobre la necesidad de alcanzar una decisión colectiva sobre propuestas concretas por mayoría simple, después de incorporar el mayor número de aportaciones posibles. Efectivamente, el principio de decisión por consenso permitía que algunos grupos minoritarios bloquearan cualquier resolución, obstruyendo e imponiendo una posición preconcebida. El movimiento volvió a aprender antiguas lecciones, como la importancia de reconocer los derechos de las minorías sin someterse a su chantaje.
La contradicción entre deliberación y ejecución eficaz de la decisión se trató creando múltiples comisiones que traducirían las orientaciones generales derivadas de la asamblea en iniciativas concretas. De hecho, las comisiones eran completamente autónomas, y también tenían que deliberar distintas propuestas para llegar a un acuerdo sobre lo que debía hacerse. Además, cualquiera podía proponer la creación de una comisión sobre cualquier tema específico, desde iniciativas agroecológicas hasta el cuidado de los niños o la reforma de la ley electoral. Algunas comisiones eran funcionales, para encargarse de las necesidades del movimiento (limpieza, seguridad, comunicación, etc.). Otras se centraban en la elaboración de propuestas sobre distintos temas que se presentarían a la asamblea. Otras organizarían las acciones para llevar a la práctica algunas de estas propuestas, como la comisión para bloquear los desahucios. Las comisiones estarían activas mientras hubiera participantes, por lo que aparecerían y desaparecerían dependiendo de la evolución del movimiento. En el caso de Barcelona, las que más duraron fueron las comisiones que reflexionaban sobre las formas del movimiento, elaborando estrategias sobre la implantación de los principios de la democracia participativa en la práctica del movimiento.
Sin embargo, la posibilidad de que el movimiento organizara esta nueva política dependía materialmente de la ocupación del espacio público: de la existencia de las acampadas, aunque sólo una pequeña minoría se quedara por las noches, que proporcionaban el escenario para la contrasociedad que materializaba el sueño de una democracia real. Sin embargo, era claramente imposible mantener esa ocupación indefinidamente. Esto no se debía tan sólo a los problemas logísticos y al acoso de la policía, sino al proceso de deterioro de la vida en el campamento. La falta de vivienda es una dramática realidad en las ciudades españolas, igual que en el resto del mundo. Sólo una fracción de los sin techo tienen problemas psiquiátricos graves, pero esta fracción es muy visible, y muchos terminaron en las acampadas, donde se sentían protegidos. Esto creó un gran problema al movimiento, en España y en casi cualquier ocupación que he vivido en otros países. Por una parte, la imagen que proyecta la presencia de los sin techo en el campamento en el 99% de los casos (que son la referencia del movimiento) hace imposible que la gente se identifique con las acampadas de indignadas. Por otra parte, muy poca gente entre los ocupantes estaría dispuesta a prohibir la presencia de alguien en el campamento, ya que sería contrario a los principios incluyentes del movimiento.
Sin embargo, el problema más importante al que hizo frente el movimiento al seguir con la ocupación del espacio público fue que, con el tiempo, sólo los activistas a tiempo completo podían participar en las asambleas y gestionar las tareas diarias. Normalmente se trataba de jóvenes sin cargas familiares, sin empleo y dedicados cada vez más exclusivamente al movimiento. Cuanto más durasen las ocupaciones, más se identificaría el movimiento con una pequeña minoría de activistas, apenas representativa de la ciudadanía a la que querían movilizar. Por eso, después de seis u ocho semanas, por término medio, la mayoría de las asambleas votó por que se levantaran las acampadas y continuar el movimiento de otras formas. Algunos decidieron quedarse en las plazas, pero eran un blanco fácil para la policía, que al final acabó con todas las ocupaciones a mediados de agosto.
En muchas ciudades el movimiento decidió descentralizar sus acciones trasladándolas a los barrios y organizar asambleas locales que representaban los intereses de los residentes según el mismo modelo de deliberación y toma de decisiones democráticas. Se siguieron formando comisiones para llevar a cabo campañas o sencillamente para elaborar propuestas que se difundirían por Internet, y se discutían en distintas formas y lugares. Sin embargo, los principios organizativos clave —rechazo de los líderes elegidos, soberanía de las asambleas y espontaneidad y autogestión de las comisiones— siguieron funcionando por todas partes. Al igual que los mismos problemas de funcionalidad y eficacia que habían plagado el movimiento, induciendo a una reflexión profunda sobre cuál era el significado de la eficacia y el logro en una práctica colectiva cuyo objeto era cambiar la vida, además de lograr sus reivindicaciones y defender sus derechos.
Un eslogan popular entre los hackers dice: «¡No propongas, haz!» Eso es lo que intentó el movimiento. Comenzó a hacer oír su indignación en las manifestaciones callejeras, la forma más antigua de acción colectiva. Después, al ocupar el espacio público en muchas ciudades del país, afirmó su determinación de enfrentarse a la arrogancia del poder que había respondido a las protestas con una mezcla de desdén y operaciones policiales. Rápidamente surgió la cuestión sobre las formas y los medios de influir en la sociedad para conseguir los objetivos del movimiento. Como la desconfianza en el sistema político era absoluta, el movimiento no dio ninguna consigna sobre qué hacer en las elecciones, ni siquiera si abstenerse o votar en blanco. Todo el mundo era libre de seguir su opinión en las decisiones tácticas sobre las elecciones. Al estar ausente la política formal del horizonte del movimiento, tuvieron que recurrir a otras formas de acción. Hubo muchas manifestaciones en las calles, así como marchas que atravesaron España y Europa. También hubo una serie de acciones contra la injusticia: físicamente, bloqueando los desahucios de las viviendas cuyas hipotecas se habían ejecutado; protegiendo a los emigrantes acosados por la policía; negándose a pagar el metro por el precio excesivo de las tarifas; ejerciendo de diversas formas la desobediencia civil, y manifestándose ante edificios gubernamentales, las oficinas de la Comisión Europea, sedes de bancos, servicios de agencias de calificación, etc. Sin embargo, desde las primeras fases del movimiento, estaba claro que la principal acción era concienciar a los participantes y a la población en general. Las asambleas y comisiones no eran reuniones para preparar acciones revolucionarias: no eran un medio, sino un fin en sí mismas. Al llegar a la conclusión de que el sistema era injusto, atreverse a enfrentarse a él desde la seguridad de un espacio común, en Internet y en las plazas, era la forma más coherente de acción para el movimiento. Si había que emprender una larga marcha, era fundamental compartir sentimientos y conocimientos entre los propios ocupantes y con la gente en general. Las primeras asambleas fueron muy emotivas: la gente se expresaba libremente, recibía atención y se sentía respetada. En Barcelona fui testigo de cómo una anciana llamaba por teléfono a su casa desde un banco cerca de la asamblea de Plaza de Catalunya y contaba, casi entre lágrimas, que había hablado en la reunión y que todos la habían escuchado. Y añadió: «Nunca en mi vida había hablado en público». Decir en voz alta y colectivamente lo que todos habían guardado durante años fue un gesto liberador que hizo el movimiento más expresivo que instrumental a corto plazo. Como sabemos que las emociones impulsan la acción colectiva, esto podría ser de hecho clave para un futuro cambio social, un tema fundamental que trataré más adelante.
Para que el movimiento avanzara en acciones no institucionales, embarcándose completamente en la desobediencia civil, tenía que atreverse a afrontar las posibles consecuencias de la confrontación: la posibilidad de violencia. Al ocupar el espacio público los manifestantes se exponían a la represión policial. En distintas ciudades se produjeron actuaciones policiales violentas. Una especialmente brutal se produjo el 27 de mayo en Barcelona. Una operación conjunta de los Mossos d’Esquadra (bajo las órdenes del consejero Felip Puig, dirigente de Convergència) y la policía municipal (bajo las órdenes de la concejal socialista Assumpta Escarp) atacó a primeras horas de la mañana la acampada de Plaza de Catalunya con el pretexto de limpiarla. Los acampados se sentaron pacíficamente y se negaron a irse. Fueron repetidamente golpeados durante seis horas, con el resultado de 147 heridos, varios de ellos de gravedad. La escena, con la gente herida sin piedad sin oponer resistencia, se difundió en directo por Internet y se emitió en alguna cadena de televisión (Antena 3 en particular), lo que provocó la indignación masiva y renovada. Por la tarde, más de 20.000 personas se acercaron en solidaridad y volvieron a ocupar la plaza mientras que la policía se retiraba. Sintiéndose fuertes con esa demostración de respaldo, algunos en el movimiento de Barcelona decidieron avanzar en la ofensiva bloqueando la entrada al parlamento catalán el 11 de junio, el día en que los diputados se reunían para votar los recortes presupuestarios. Cientos de manifestantes intentaron bloquear la entrada e insultaron, zarandearon y lanzaron pintura a algunos de los parlamentarios. La policía, disfrazada de manifestantes, se infiltró entre éstos y algunos observadores lo consideraron una provocación. Hubo una violenta represión policial que terminó con heridos y detenidos que posteriormente fueron acusados y juzgados. Estos incidentes se distorsionaron y tuvieron amplio eco en los medios de comunicación, que presentaban la imagen de un movimiento radical y violento. Muchos creyeron que era el final del movimiento. En realidad, estas tácticas degradantes se volvieron en su contra. Unos días después, el 19 de junio, el movimiento convocó una manifestación en protesta por la violencia policial y en apoyo de sus reivindicaciones que reunió a 200.000 personas en las calles de Barcelona. El movimiento sobrevivió a la prueba de fuego de la popularidad. No obstante, surgió un debate dentro del movimiento sobre el papel de la autodefensa, incluida la defensa física, como forma de acción. Después de todo, sostenían algunos, la violencia está en el sistema: en la brutalidad sistemática de la policía contra los jóvenes; en la tortura que, según algunas sentencias judiciales, la policía practica ocasionalmente; en la negación de un trabajo digno y una vivienda asequible para la juventud; y en la insensibilidad del gobierno y los parlamentarios ante las graves quejas de los ciudadanos. Sin embargo, se reafirmó como axioma del movimiento que la no violencia era fundamental. En primer lugar porque la violencia, amplificada por los medios, aunque no estuviera provocada por los manifestantes, les privaría del apoyo de la población. Pero fundamentalmente porque la oposición a la violencia, en todas sus formas e independientemente de su origen, es un principio básico de la nueva cultura por la paz y la democracia que el movimiento quiere difundir. Así pues, la desobediencia civil se considera adecuada, incluyendo algunas formas audaces, como el bloqueo de los edificios sentándose en la entrada o encadenándose a las puertas. Pero nunca está bien la violencia activa, y ni siquiera responder violentamente a los ataques violentos de la policía. La cuestión de la violencia se debatió en las asambleas y siempre recibió la misma respuesta de una gran mayoría del movimiento. Los actos violentos, incluso los justificados, contradicen la misma esencia del movimiento, pues el resultado sería la vuelta a las antiguas tácticas de acciones revolucionarias que dejaron a un lado la integridad moral para expresar su rabia, transformándose en el mismo mal que querían combatir[49]. El 15-M es un movimiento pacífico cuyo valor permitió la deslegitimización de la represión violenta, logrando una primera gran victoria en el corazón de los ciudadanos.
Si tuviéramos que identificar un objetivo unificador del movimiento, éste sería la transformación del proceso político democrático. Se imaginaron muchas versiones distintas de la democracia, y cómo conseguirla. Uno de los temas más populares era la reforma de la ley electoral, para hacerla proporcional y conseguir una representación adecuada de las minorías políticas. Pero también hubo propuestas sobre referéndums obligatorios, de consulta y participación en la toma de decisiones, tanto localmente como en Internet. El control de la corrupción, los límites en el mandato de los cargos electos, topes salariales, eliminación de privilegios (incluida la eliminación de la inmunidad judicial para los diputados) y una serie de medidas para limpiar y abrir el sistema político se debatieron y propusieron en asambleas y comisiones. La idea era que sin unas instituciones políticas realmente democráticas, cualquier política progresista o las decisiones adoptadas no se implantarían, ya que los políticos no serían responsables ante sus ciudadanos y seguirían sirviendo a los poderes establecidos. Así pues, es un movimiento político, pero no uno de partidos, ni de afiliación o simpatía por ningún partido. Es ideológica y políticamente plural, incluso si en sus filas hay personas de muchas ideologías, así como una mayoría de jóvenes con poca experiencia política y una desconfianza total en la política organizada. No obstante, si bien el movimiento es político, su intención no es abrirse camino en el sistema institucional, ya que la gran mayoría consideraba que se habían manipulado las normas institucionales de representación. Así pues, aunque se propusieron algunas reformas, era más un ejercicio pedagógico para conectar con la gran mayoría de la población que una esperanza real de cambiar el sistema político. Nunca se pensó en crear uno o varios partidos para expresar las aspiraciones del movimiento. Sin embargo, debía de ser posible otra política, pero no a través de los canales establecidos por los que querían poner límites al proceso de representación democrática.
Los partidos políticos no supieron cómo tratar al movimiento. En la práctica eran hostiles y utilizaron la represión policial con diferentes grados de violencia contra la ocupación del espacio público. Se mostraron especialmente soliviantados por los intentos de bloquear el parlamento, llegando a denunciar estas acciones como ataques fascistas contra la democracia. Al mismo tiempo, especialmente para los socialistas e Izquierda Unida, las movilizaciones masivas supusieron una oportunidad de reabastecer sus escasos contingentes, ya que los jóvenes habían abandonado cualquier esperanza de que los representaran los partidos tradicionales. Los socialistas, el partido en el gobierno cuando empezó el movimiento, manifestaron un apoyo bastante ambiguo durante la campaña electoral a algunas de las reivindicaciones del movimiento, pero no lo mantuvieron tras su aplastante derrota en las elecciones de noviembre de 2011. El Partido Popular, tras mantener una actitud cauta durante el periodo electoral para no alejar a una parte del electorado, insultó a las indignadas una vez en el poder, calificándolas de «mezcla de revolucionarios radicales, anarquistas violentos y entusiastas ingenuos». Izquierda Unida expresó una cierta comprensión y atrajo votos como resultado de esta actitud benevolente. En el movimiento dicha actitud les parecía una pura táctica, pues sabían que en la tradición comunista había una profunda desconfianza hacia cualquier movimiento sin líderes ni programa, una rama libertaria que históricamente estaba en conflicto con el papel de vanguardia del partido. En resumen, había una total exterioridad entre el movimiento y el sistema político, tanto desde el punto de vista organizativo como del ideológico.
Sin embargo, aunque al movimiento no le interesaba el proceso electoral (excepto para intervenir en los debates y concienciar a los ciudadanos) y despreció los resultados electorales como irrelevantes para el futuro de la democracia, sí pareció tener un impacto en los comicios. En España hubo dos elecciones en 2011: las elecciones municipales el 22 de mayo, precisamente las elecciones que el incipiente movimiento utilizó para lanzar sus críticas a la democracia, y las elecciones generales el 20 de noviembre. Hay pocos estudios rigurosos sobre el impacto del movimiento en el momento de escribir este libro. No obstante, hay una serie de observaciones relevantes para nuestro análisis. El estudio de Jiménez Sánchez[50] sobre las elecciones municipales muestra que hubo el mayor incremento de votos en blanco o nulos desde 1987, con un aumento del 37 y del 48% respectivamente desde las elecciones municipales de 2007. También aumentó el voto para izquierda Unida. Estas tendencias fueron más acusadas en las ciudades en las que el movimiento tuvo una mayor presencia. Los candidatos de la derecha nacionalista catalana moderada y los proindependentistas vascos también tuvieron más votos. El impacto combinado de estos votos afectó negativamente al Partido Socialista, que obtuvo un 19% menos de votos que en 2007, sufriendo la mayor derrota de su historia en las elecciones municipales y perdiendo la alcaldía de Barcelona, ciudad que había gobernado durante tres décadas.
En las elecciones generales del 20 de noviembre, el Partido Popular (PP) obtuvo una sonada victoria, que le supuso la mayoría absoluta de los escaños del Congreso. Los conservadores y los medios de comunicación afines lo consideraron un rechazo a los valores del movimiento por parte de la mayoría silenciosa de votantes. En realidad, un análisis más detallado de los resultados de las elecciones índica otra cosa[51]. El factor clave en las elecciones fue el derrumbamiento del Partido Socialista, que perdió 4.300.000 votos respecto a las elecciones anteriores de 2008, mientras que el Partido Popular sólo obtuvo 560.000 votos más que en 2008. Los votos restantes fueron a parar a partidos minoritarios que, con una excepción, aumentaron sus votos sustancialmente. Efectivamente, con el número de votos obtenidos en 2011, el Partido Popular habría perdido las elecciones de 2004 y 2008. Fue la pérdida de los socialistas, no la victoria de los conservadores, lo que dio al PP el control del parlamento gracias a una ley electoral distorsionada en favor de los que obtienen la mayoría de los votos. Así pues, aunque este análisis tiene que confirmarse con futuros estudios, parece que el principal impacto del movimiento en el sistema político fue infligir un gran daño permanente en el PSOE, el partido que, en la mayoría de las elecciones, dominó la política española desde 1982. No fue una estrategia deliberada por parte del movimiento. Fue la consecuencia de una reacción espontánea de la retirada del electorado joven que posibilitó la victoria socialista en 2004, inmediatamente después del movimiento contra la guerra de Irak y contra la manipulación de la información sobre los ataques terroristas por parte del presidente Aznar[52]. El voto conservador no se vio afectado por el movimiento por la fidelidad de los votantes conservadores a su partido y su desconfianza ideológica general ante las protestas populares. Efectivamente, partidos como el socialista, que basan su legitimidad histórica en que representan las reivindicaciones de los trabajadores y la sociedad civil en lugar de a las empresas y las élites sociales, dependen de que su base electoral crea que puede seguir contando con ellos. Como, a través de las protestas del movimiento, quedó claro que el gobierno socialista estaba más interesado en rescatar a los bancos y seguir las instrucciones de Merkel que en ayudar a los jóvenes y mantener el estado del bienestar, la desafección política contra el sistema se centró en los socialistas. Perdieron la mayoría de su poder institucional en todo el país, y una gran parte de los observadores cree que van a tardar mucho tiempo, si lo consiguen, en recuperarse de esta derrota demoledora. Izquierda Unida (excomunistas) mejoró considerablemente sus resultados electorales, triplicando sus escaños. No obstante, esta impresionante demostración de recuperación de los comunistas se tradujo en la realidad en 11 escaños en un parlamento con 350. Así pues, lo que demuestran las elecciones es que la nueva política, presente en el movimiento, y la vieja política, presente en las instituciones, están desconectadas de los ciudadanos, que al final son los que deciden si se atreven a conciliar sus sentimientos con sus votos.
Tras meses de intensa actividad, de movilizar a cientos de miles en las calles, de acampadas multitudinarias, de conectarse en red con el mundo en movimientos similares, el impacto medible de las indignadas en España pareció ser escaso: pocas propuestas se han concretado políticamente, su principal repercusión ha sido contribuir a la práctica destrucción del Partido Socialista, y sus sueños siguen siendo sueños.
Una serie de acciones contra los desahucios o de denuncia de los abusos institucionales contaron con el apoyo de la opinión pública, pero no pudieron cambiar la avaricia de los caseros, la fría determinación de los prestamistas de ejecutar sus contratos o la aplicación burocrática de la ley por parte de las autoridades. No obstante, hubo, y sigue habiendo, cientos de asambleas autónomas en ciudades y barrios de todo el país que se reúnen con periodicidad variable. En Internet siguen bullendo debates, ideas, proyectos, pero no hay coordinación entre las distintas voces del movimiento. Por eso una cierta inquietud se apoderó de los miembros más activos del movimiento.
El 19 de diciembre de 2011 la comisión de extensión internacional de la Acampada de Sol en Madrid tomó una decisión simbólica: se declaró en «huelga» de su actividad y en situación de «reflexión activa indefinida». El motivo:
El 15-M va perdiendo gente. Lo vemos en las manifestaciones, en las asambleas, en los barrios, en los actos, en la red. La gente deja de sumarse, la que lo hace no llega a vincularse y acaba desapareciendo. ¿De verdad creemos que esta situación no significa nada, que es sólo causa del frío, que simplemente toca pasar por este periodo de laxitud y que tras él volverá a ocurrir un nuevo 15-M por generación espontánea? Quizá más allá de adjudicarnos medallas, de regodearnos con resistir, del llamar estructura a lo que es burocracia, de asociar soberanía asamblearia a lo que resulta ser dispersión y división; en lugar de todo eso tal vez debiéramos pensar por qué cada vez somos más invisibles, por qué estamos más desconectados de la gente, por qué parece que el 15-M no hace nada. Por qué, en definitiva, cada vez a más gente le recorte la desesperanza.
Desde luego, la solución es una incógnita, pero seguro que no pasa por seguir enfrascados en nuestras respectivas comisiones y grupos de trabajo, indiferentes a lo que ocurre a nuestro alrededor. Más que un movimiento, ahora somos cientos de grupúsculos que a veces balbucean entre sí, que se lanzan monólogos buscando aprobación. Como resultado de esta desconexión, el espacio público que habíamos redescubierto ha vuelto a ser sustituido por una suma de espacios privados. No hay prácticamente diálogo, no hay construcción colectiva, no hay espacios para encontrarnos todos y debatir y vibrar y plantarle cara a los de arriba. […] Es el momento de pararnos y hacernos algunas preguntas profundas. ¿Nos hemos olvidado de escucharnos unos a otros? ¿Estamos reproduciendo las formas del viejo activismo que ya se han demostrado inútiles (entre otras cosas porque excluyen a muchísima gente)?… El éxito del movimiento depende de que seamos de nuevo el 99%. […] Vivimos en un momento histórico único en el que poder cambiar el mundo, y no podemos desaprovecharlo. […] Esperemos salir de nuestras asambleas, volver a unirnos sin las limitaciones de nuestras respectivas comisiones y grupos de trabajo, respirar aire fresco otra vez y hacer un camino común. Un camino que nos permitiera recuperar la tuerza que teníamos al principio y que plantó cara a los de arriba. (www.actasmadrid.tomalaplaza.net/?p=2518)
Ésta fue una clara manifestación del carácter autorreflexivo de un movimiento que estaba reinventando la política y no caería en la tentación de convertirse en otra fuerza política negándose a aceptar la marginalidad de una voz crítica sin influencia en la sociedad. Para muchos la cuestión era: ¿qué pasa ahora? Empezaron a circular propuestas, una de ellas con el objetivo del 12 de mayo de 2012 como día de acción global coordinada para reavivar la lucha contra un orden social injusto. Pero había que tener en cuenta otra cuestión: ¿qué ha logrado este movimiento, la mayor movilización independiente en España en muchos años? La respuesta más inmediata es que la transformación real se estaba produciendo en las mentes. Cuando la gente piensa de otra forma, si les une la indignación y albergan la esperanza del cambio, la sociedad cambiará en última instancia de acuerdo con sus deseos. Pero ¿sabemos si se está produciendo realmente ese cambio cultural? Una valoración aproximada puede derivarse de las encuestas sobre la actitud de los españoles sobre el movimiento[54]. Desde la primera encuesta en mayo de 2011 a la última, cuando escribo esto, realizada en noviembre de 2011 y consultada el 18 de enero de 2012, el 75% de los españoles expresaba su simpatía por el movimiento y compartía sus principales ideas sobre la critica del sistema político, la responsabilidad de los bancos en la crisis y otra serie de temas. Un 75% consideraba el movimiento una fuente de regeneración de la democracia. No obstante, un 53,2% de los encuestados no creía que el movimiento ayudara a cambiar la situación: la crisis continuaba y nada podía cambiar la misma política de siempre (http://www.simplelogica.com/iop/iop11002.asp). Efectivamente, era una valoración justa de la situación.
Por lo tanto, el movimiento expresa claramente el sentimiento y la opinión de la mayoría de la gente. No es una protesta marginal, y se niega a enmarcarse en un gueto ideológico radical. Sus ideas se difunden y la mayoría de la gente las acepta porque conectan con las frustraciones del movimiento. Pero las formas de conectar estos sentimientos con acciones que lleven a un cambio material en la vida y en las instituciones sociales están por explorar. Porque eso es precisamente la nueva política. Esta búsqueda sincera que realiza la mayoría del movimiento es un trabajo en curso.
No obstante, también hay un importante debate en algunos de los círculos del movimiento. Hay una crítica de lo que muchos llaman una «visión productivista de la acción social». Sí no se consigue algo concreto, hay un fracaso. Sostienen que es la reproducción de la lógica capitalista en la evaluación del movimiento. Al internalizar el imperativo de productividad, entablan de hecho una perspectiva autodestructiva en relación con los objetivos originales de transformación social profunda. Porque si se quiere conseguir un resultado concreto, no hay forma de salir de la necesidad de un programa, una estrategia, una organización y un plan de acción que vaya de la A a la Z. Todo esto lo han rechazado las indignadas porque saben por experiencia o porque intuitivamente creen saber adónde lleva: a una nueva forma de democracia delegada y a renunciar al sentido de la vida ante la racionalidad económica. Por lo tanto, a muchos activistas les embargó un sentimiento de serena paciencia. Dijeron: vamos a reconstruirnos de dentro afuera, sin esperar a que el mundo cambie para encontrar la alegría de vivir en nuestra rutina diaria. Ahora es invierno, llegará la primavera. La primavera es la estación de la vida y la revolución. Estaremos allí. Habrá de todo: momentos de crisis, de lucha, de tristeza, de heroísmo, y momentos divertidos cuando se abran nuevas vías y millones se unan porque lo desean, no porque han sometido su libertad a una bandera izada en su nombre. Para que haya una corriente profunda y autorreflexiva en el movimiento, lo que importa es el proceso más que el producto. De hecho, el proceso es el producto. No significa que el producto final (una nueva sociedad) no sea importante. Pero esta nueva sociedad será el resultado del proceso, no de un plan preconcebido de cómo será el producto. Esta es la transformación realmente revolucionaria: la producción material de un cambio social no a partir de unos objetivos programáticos, sino de las experiencias en red de los actores del movimiento. Por eso son importantes las asambleas ineficaces, porque son las curvas de aprendizaje de la nueva democracia. Por eso las comisiones surgen y mueren no dependiendo de su eficacia, sino del compromiso de la gente que aporta su tiempo y sus ideas. Por eso es fundamental la no violencia, porque un mundo no violento no puede nacer de la violencia, y mucho menos de la violencia revolucionaria. Porque creen que esta lógica no productivista del movimiento es la transformación mental más importante, aceptan la lentitud del proceso y se sitúan a largo plazo, porque la lentitud es una virtud: permite reflexionar, corregir errores y da espacio y tiempo para disfrutar del proceso de cambiar el mundo como preludio para celebrar el nuevo mundo que se crea. «Vamos despacio porque vamos lejos» fue una de las pancartas más populares del movimiento. En este largo viaje, los ritmos se alternan: a veces aceleran, y después se calman. Pero el proceso no se detiene, aunque durante algún tiempo permanezca invisible. Hay raíces de nueva vida por todas partes, no hay un plan central, sino que se mueve y conecta en red, manteniendo el flujo de energía, esperando a la primavera. Pero estos nodos están siempre conectados. Hay nodos de redes de Internet, locales y globales, hay redes personales que vibran con el pulso de un nuevo tipo de revolución en el que el acto más revolucionario es la invención de sí mismo.
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Acampadatrs (2011): Agora. Disponible en http://agota.acampadatrs.net/ [consultado el 25 de febrero de 2012].
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Democracia real Ya (2011): Disponible en http://www.DemocraciaRealYa.es/ [consultado el 25 de febrero de 2012].
Marchapopularindignada (2011): Disponible en http://marchapopularindignada.wordpress.com/ [consultado el 25 de febrero de 2012].
N-1 (2011): Disponible en https://n-1.cc/ [consultado el 25 de febrero de 2012]. Esta fuente es fundamental puesto que informa sobre documentos internos e interacciones del movimiento que no están disponibles en ningún otro sitio.
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Tomalaplaza.net (2011): «Actas de #acampandasol». Disponible en http://actasmadrid.tomalaplaza.net/ [consultado el 25 de febrero de 2012].
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