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23 de octubre de 1913

Querida Pearl: Cuánto me alegro de saber que estás bien y gozas de buena salud. Tu madre está débil, aunque se muestra animada, como siempre. Al final me ha hecho caso y ha dejado de dar clases. La he sustituido yo. ¿Puedes creerlo? También quería decirte que he empezado a leer tus libros de Charles Dickens.

No sé si tu madre te ha contado lo que le pasó a tu padre. Fue hasta pueblos perdidos del interior y volvieron a apedrearlo. Gracias a Dios, está bien. Sin embargo, siento informarte de que dos de sus discípulos chinos murieron. Papá se ha encargado de llevar la iglesia en su ausencia. Ha mejorado mucho dando sermones. Absalom está tan contento con él que cada vez alarga más sus misiones de evangelización, aunque eso disgusta a tu madre.

También tengo que comunicarte una triste noticia: nainai falleció el mes pasado. Mediante los esfuerzos de tu padre, al final accedió a convertirse. Papá insistió en esperar a Absalom para que oficiara el funeral. Creía que Dios favorecería los deseos de Absalom con respecto al paso de nainai a su próxima vida. Papá no quería correr riesgos. Todos pensábamos que sería imposible porque Absalom estaba muy lejos. De hecho, hacía tan solo unos meses se había negado a regresar incluso cuando Carie le avisó del empeoramiento de su estado de salud, así que no abrigábamos muchas esperanzas.

Sin embargo, Absalom apareció. Viajó a lomos del burro día y noche. ¡El animal acabó desplomado en el suelo! Nainai es muy afortunada, pues su viaje al cielo contó con la bendición de Absalom. Para un chino, una buena muerte es más importante que un buen nacimiento.

Carie ahora vive sola, después de enviar a tu hermana a estudiar a Shanghai. Absalom reanudó su viaje al día siguiente de enterrar a nainai. No se quedó por Carie. Naturalmente, eso no es nada nuevo para ti.

Papá ha conseguido la conversión de varias personas. Todas ellas se contaban entre la gente que papá invitó al funeral de nainai. Absalom les gustó más que el monje jefe que tenían en el templo budista. Pero hay problemas. Uno de los hombres tiene más de una mujer, y el otro es alcohólico. Absalom ya los había dado por no aptos, pero papá falsificó los papeles. ¿Es que nunca aprenderá? Se deja llevar por su deseo de complacer a Absalom.

7 de marzo de 1914

Querida Pearl,

Tu madre me ha leído tu carta. Te felicito por tu nueva popularidad. En solo un año has pasado de no poder hacer amigos a convertirte en la delegada de clase. También quería darte la enhorabuena por ganar el primer premio del concurso de redacción. Parece que has hecho buen uso de tu formación china. Por cierto, ¿en Occidente conocen a Confucio?

Seguro que tu madre ya te habrá explicado lo que me ha ocurrido. Estaba embarazada de unos meses cuando dejé a mi marido. Me sentía fatal llevando su semilla dentro de mí. Pensé en tomar las hierbas medicinales chinas indicadas para abortar. Mi madre había muerto por tomarlas, así que puedes imaginar lo asustada que estaba.

Sin embargo, hace tres semanas comencé a sangrar. Fui a pedir ayuda a tu madre. Antes de reunir el valor necesario para contarle la verdad, ella lo intuyó. No había manera de parar la hemorragia. Tu madre supuso que sería por un aborto espontáneo. Me dijo que podría haber muerto si no hubiera acudido a ella. Me llevó al doctor de la embajada británica. Yo estaba inconsciente cuando el médico terminó. La buena noticia es que ahora ya estoy bien. La mala es que quizá no pueda tener hijos en un futuro.

No puedo expresar con palabras lo mucho que me ha apenado eso.

Carie ha estado dándome clases de piano. Tenía razón cuando decía que la música me ayudaría a curarme. Me sirve para acercarme a Dios y entenderlo un poco mejor. Siempre he querido aprender a tocar el piano, desde que éramos niñas. Para mí es realmente un sueño hecho realidad.

Carie me ha puesto al frente de los estudiantes de primaria. ¿Te ha contado que nuestra escuela religiosa se ha ampliado? Pronto incluiremos también enseñanza media. En lugar de tres clases, ahora tenemos cinco. El colegio se ha hecho tan popular que algunos vecinos han matriculado a sus hijas. No olvides lo que costaba convencer a las familias campesinas de que apoyaran la educación de sus hijos. Este año hemos tenido que denegar varias solicitudes debido a la falta de espacio. Papá expuso el problema al gobernador de Jiangsu, que a su vez prometió destinar un terreno a la ampliación de la escuela. El carpintero Chan dirigirá la obra.

2 de diciembre de 1915

Querida Pearl,

No te lo vas a creer. Te escribo desde Shanghai. Te explico lo que ha ocurrido. Mi marido me raptó. Para él, yo seguía siendo de su propiedad. En ningún momento me dijo que me había vendido. ¿Recuerdas que me preguntaba de dónde habría sacado el dinero para comprar una nueva concubina?

Total, que me escapé y me escondí en la iglesia. Mi marido y sus hombres a sueldo vinieron por mí. Le pegaron una paliza a papá cuando se negó a decirles dónde estaba escondida. Al final lo averiguaron. Entraron en la iglesia por la noche y me cogieron. Fue Carie quien envió un mensaje a Absalom, que apeló sin dilación al gobernador. Este dijo que mi secuestro era una violación de lo estipulado en el tratado. Al día siguiente el gobernador ordenó a mi esposo que me liberara, o de lo contrario sería detenido ¡y decapitado!

Yo no me sentía segura, pues temía que mi marido buscaría otra manera de raptarme. Papá vio unos hombres sospechosos merodeando por nuestra casa. Carie pensó que sería una buena idea que me marchara un tiempo de Chinkiang. Medió por mí para ponerme en contacto con la Escuela Cristiana para Mujeres de Shanghai, y me ofrecieron una beca. Solo puedo decir que Dios me ha bendecido de verdad.

24 de marzo de 1916

Querida Pearl,

¿Quién creería que la «París de Oriente» está construida sobre arena? Incluso el antiguo nombre de la ciudad lo dice. «Shang-hai-tan» significa banco de arena en la desembocadura de nuestro gran río Yangtsé. El emperador Guangxu la consideraba casi carente de valor, según tengo entendido. Seguro que su opinión imperial sirvió para atenuar el dolor cuando se vio obligado a cederla a manos extranjeras tras perder la Segunda Guerra del Opio. ¡Cuánto han hecho ingleses, franceses y alemanes con este banco de arena, mi nuevo hogar!

No debería estar contando de Shanghai como si tú no supieras nada de ella. Sé perfectamente que tú viviste en esta ciudad. De hecho, es como si te viera aquí, e imagino adónde ibas y cuáles eran tus lugares preferidos. Ya me perdonarás, pero es que no puedo evitar compartir mis sentimientos contigo, pues no tengo a nadie más con quien hacerlo.

Estoy encantada con la Escuela Cristiana. Voy a todas las clases que puedo. Todos los profesores me han ayudado mucho; a veces incluso se han quedado al acabar la clase para responder a mis muchas preguntas. Nunca imaginé que hubiera tantos libros, tanto por aprender.

Las estudiantes también son muy amables. Al principio me daba vergüenza y me incomodaba estar con ellas. Me sentía como una pueblerina. ¡Ni siquiera sabía que la dinastía Manchú había sido derrocada! ¡Cómo tantas otras cosas! Pero ¡no es maravilloso que ya no tengamos un emperador, y que China vaya a convertirse dentro de poco en una república!

Parece que ha pasado una eternidad desde mis primeras semanas en la escuela. Ahora ya me siento más integrada y he comenzado a hacer algunas amistades. No como la que tengo contigo, por supuesto. Pero aquí hay gente brillante y se respira un ambiente electrizante. Las personas más interesantes son los artistas, escritores, periodistas y músicos. Forman un grupo abierto que se reúne en determinados bares y restaurantes de la ciudad para conversar, beber y discutir durante horas y horas. Me da la impresión de que me junto con ellos cada vez más. Me parece estimulante, tan distinto de la vida que conocimos juntas en Chinkiang.

El doctor Sun Yat-sen se cuenta entre nosotros. Dirige en solitario a los nuevos republicanos que tienen como objetivo cambiar China. Es un cristiano de origen cantonés. Antes de hacerse revolucionario, fue médico. Se educó en Occidente y estudió ciencias políticas. Viajó a Japón para analizar cómo había cambiado el país la Restauración Meiji. En 1911 regresó a China y logró promover un levantamiento militar.

Pearl, como puedes ver, mi universo se expande a la velocidad de la luz. Si no se lo hubiera prometido a Carie, me habría saltado el culto del domingo. Tengo el estómago lleno, pero estoy ávida de saber.

Echo de menos a tu madre, y siempre estaré en deuda con ella. Hace dos días fui a visitar a Grace para entregarle un paquete de tu madre. Tu hermana está convirtiéndose en una refinada señorita. Es encantadora, pero un poco tímida comparada contigo. Oh, Pearl, ojalá estuvieras aquí conmigo.

2 de septiembre de 1916

Querida Pearl,

Han pasado seis meses desde la última vez que te escribí. Las cosas siguen sucediendo a una velocidad de vértigo. He entrado a formar parte del Partido Nacionalista Chino. La mayoría de sus integrantes somos seguidores del doctor Sun Yat-sen. Aunque siempre tendré fe en Dios, me veo abierta a otras ideas. Ahora tengo que marcharme a una reunión; seguiré escribiendo cuando vuelva.

27 de octubre de 1916

Esta carta está haciéndose esperar más de la cuenta. Mi vida está sumida en un caos fenomenal. Ya no distingo el día de la noche. China está viviendo una auténtica transformación política.

13 de diciembre de 1916

Pearl, debo compartir contigo mi pesar, el pesar de toda China: han diagnosticado cáncer al doctor Sun Yat-sen. No creen que sobreviva. Está previsto que le suceda Chiang Kai-chek. No estamos seguros de que sea digno de confianza. Su pasado lo muestra como un oportunista. Por desgracia, no hay otro candidato que lo iguale en experiencia militar y contactos. Ha sido comandante en jefe de China y se considera discípulo del Dr. Sun. El hecho es que es el único hombre que puede controlar a los señores de la guerra y que está comprometido con la causa del doctor Sun.

28 de enero de 1917

Querida Pearl

Debo informarte sobre la enfermedad de Carie. Estoy convencida de que ha estado ocultándote la verdad al respecto. El mes pasado la visité. Fue un placer estar de vuelta en Chinkiang, y reencontrarme con tantas caras conocidas. Sin embargo, cuando pasé a ver a tu madre me quedé desconcertada. Ya no podía levantarse de la cama. Por lo visto, su estado de salud empeoró cuando volvió a trabajar en la escuela poco después de que yo me marchara a Shanghai. Me dijo que no quería que volvieras a China para cuidar de ella. No deja de preocuparse por ti. ¿De verdad piensas volver?

Antes de regresar a Shanghai acompañé a Carie al Pueblo de la familia Deng, donde se ha comprado una parcela funeraria. No sé por qué habrá elegido ese lugar. No hablamos de los motivos que le habían llevado a ello. Solo intuía que está tan desilusionada con Absalom que no le interesa estar con él cuando muera. En cualquier caso, es un sitio bonito y tranquilo aunque esté apartado. Me parte el alma que haga esto sin decírselo a nadie. ¿Estaré traicionándola por contártelo a ti? Carie no soporta la idea de no estar allí para recibirte cuando vuelvas.

15 de abril de 1917

Queridísima Pearl

¡Qué maravilla que estés PROMETIDA, y que vayas a volver! ¡Madre mía! No te imaginas la sorpresa que me llevé cuando me enteré de tan trascendental noticia, y más aún después de tanto tiempo sin saber nada de ti. Por supuesto que cuentas con mi bendición. En la carta que escribiste a Carie decías que la «decisión de certificar el matrimonio» se debía a la «conveniencia del viaje». No sé si hay algo que entiendo mal. ¿Acaso es dicha «conveniencia» el motivo por el que te casas? Disculpa mi excesiva cautela, pero es que mi matrimonio estuvo a punto de arruinarme la vida. En tu caso, sin embargo, supongo que la enfermedad de tu madre ha sido solo una razón más para agilizar tus felices planes de boda.

Agradezco mucho a Carie que comparta tus cartas y fotos conmigo. Enseguida entendí lo que os había unido a ti y al señor Lossing Buck. Por lo pronto, vuestro amor común por China. Qué suerte encontrar a alguien en Estados Unidos que lleve toda su vida interesado en China. Y, naturalmente, debió de impresionarte él como persona. Licenciado en Cornell, catedrático de la Universidad de Nankín y comprometido con la mejora de la situación del campesinado chino. Sus conocimientos en agronomía serán muy valorados aquí. Y se le ve muy apuesto. ¡Hacéis una hermosa pareja! Es una idea magnífica que celebréis la boda en Chinkiang.

Me parece que deberías saber lo que siente tu madre. Aunque desea que estés a su lado, no quiere que sigas sus pasos. Prefiere que hagas tu vida en Estados Unidos. Yo, desde luego, no comparto sus sentimientos, pero creía que debías conocerlos.

Hoy ha llegado otra carta tuya. Veo que Lossing y tú os habéis presentado como pareja ante el Consejo Presbiteriano de Misiones Extranjeras, y que han concedido a Lossing el puesto de misionero agrónomo en China. Disculpa mi egoísmo por lo feliz que me siento ante otra magnífica noticia como ésta. Estoy deseando volver a verte.

Me he planteado regresar a Chinkiang. Mi vida en Shanghai ha estado llena de emociones, pero me siento como una hoja de loto flotando en el agua… sin raíces. Hablo cada día de ayudar a mi país, pero lo cierto es que no he conseguido ningún logro importante. He estado trabajando en empleos de baja categoría para cubrir las necesidades básicas. Me paso el tiempo hablando de política y pidiendo a gritos una reforma. El Partido Republicano proporciona un foro donde uno muestra su talento para el debate y la discusión. Está pensado para aquéllos a los que les encanta oírse.

Temo estar convirtiéndome en una revolucionaria de salón. Cada vez soy más consciente de lo diferente que soy de mis camaradas. Ellos llevan estudiando toda su vida. Yo he aprendido mucho en estos dos últimos años, pero en el fondo sigo siendo una chica de una pequeña ciudad como Chinkiang. Me he criado alejada del mundo de los libros. A veces he trabajado solo para llevarme algo de comer a la boca. Eso me ha hecho perder la paciencia con idealistas y soñadores, por muy buenas intenciones que tuvieran.

Muchos de mis camaradas no pueden evitar precipitarse hacia su propia destrucción. ¿Cómo van a salvar el país cuando ellos mismos están perdidos?

En tu carta me sugieres que «conozca a la gente allí donde esté». Es lo que intento. Siempre he envidiado tu capacidad para hacer que la sola presencia de una persona resulte curativa. Tú ves el lado humano y bondadoso de todo el mundo. A mí me pasa eso solo en contadas ocasiones. Tu madre es un ejemplo.

Tú eres un ser distinto a tus padres. Me di cuenta de ello cuando dijiste que «vives en muchas mansiones». Yo intento derribar los muros de mi propia cultura. Por mi condición de china, tiendo a tener ciertos sentimientos. Trato de no ser tan agria como nuestro famoso vinagre oscuro de Chinkiang. Amo a mi país, tanto que odio que no sea todo lo que quiero que sea.

Estoy pensando en fundar un periódico local cuando regrese a Chinkiang. Cuento con tus contribuciones.

Un abrazo,

SAUCE