Marcus pesaba cada vez más al lado de Krister.

—¿Duermes?

—No —respondió el crío con la voz rasposa, muerto de sueño—. Lee más. El perro salvaje quiere saber más del zorro.

«—¿Qué debo hacer? —preguntó el Principito.

»—Debes tener mucha paciencia —respondió el zorro—. Al principio te sentarás un poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré por el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca…».

Marcus se había quedado dormido. La respiración era profunda. Cuando Krister lo tumbó con cuidado y le subió el saco de dormir, murmuró:

—¿Y después?

—Después el zorro le contará un secreto al Principito —susurró Krister—. Pero eso será mañana. Yo voy a dormir en la tienda que hay enfrente. Vera se queda aquí contigo. Ven conmigo si te despiertas por la noche. ¿De acuerdo?

—De acuerdo —respondió Marcus casi dormido—. El perro salvaje es igual que el zorro.

Krister se quedó quieto mientras el niño se dormía profundamente. Después salió de la caseta. El frío se iba posando en el césped. La noche tenía muchas estrellas y era clara y negra a la vez.

«No, amigo mío —pensó—. Yo soy el zorro».