Una vez cerradas las compuertas de la cámara norte para dar cabida al bote de Bolcke, se abrieron las de la cámara sur para dejar pasar a un gran carguero que viajaba en la otra dirección. Pitt lo rodeó con su lancha neumática, penetró en la cámara y fue al puesto de mando. En el muelle le esperaban el supervisor y dos vigilantes armados. El nivel de la otra cámara ya había bajado algunos metros. Como consecuencia, la embarcación de Bolcke ya no era visible.
Dirk saltó a tierra con el cabo del bote en la mano y lo sujetó mientras bajaba Ann. Después se volvió hacia el supervisor.
—La lancha donde iban dos hombres. —Señaló la embarcación de la otra cámara—. Tiene que cerrarle el paso.
—Lo siento, pero a quienes hay que cerrárselo es a ustedes —dijo el supervisor—. Guardias, arresten a estas personas.
Al mirar más allá del puesto de control, Pitt había visto caminar por el embarcadero a Pablo. Cuando oyó que los guardias ponían las manos encima a Dirk y Ann, dio más potencia al motor fuera borda. Dirk soltó el cabo, y la pequeña embarcación se fue hacia la cámara.
Entre el puesto de control y las compuertas delanteras había más de cien metros. A Pablo le faltaba poco para recorrerlos cuando oyó acercarse el bote. Se volvió y se quedó estupefacto al ver a Pitt al timón con la SIG Sauer en la mano.
Él no iba armado. Miró a los vigilantes del puesto de control, pero estaban ocupados en retener a Ann y Dirk y no hicieron nada por salir en persecución de Pitt. La lealtad a sueldo tenía sus límites.
Aún faltaban unos metros para que Pablo llegara hasta su lancha. Pitt giró para cortarle el paso. Desde el muelle, el colombiano vio que una brigada de mantenimiento había estado reparando unas vías de locomotora y que se habían dejado un raíl en mal estado, así que lo cogió (era una fina vara de acero forjado de unos dos metros de longitud) y echó a caminar.
Pitt pasó de largo y giró hacia el muelle. En el momento de saltar a tierra y apuntar con la pistola a Pablo, no vio el arma que había improvisado.
Estaba lento de reflejos a causa del cansancio y reaccionó demasiado tarde cuando Pablo hizo oscilar el raíl: apuntó y apretó el gatillo, pero fue más veloz el raíl, que chocó con su mano extendida. Tras un disparo inofensivo al aire, la pistola se desprendió de la mano de Pitt y cayó al agua.
Pitt se echó hacia atrás para esquivar la trayectoria inversa del raíl, pero no se salvó de un fuerte golpe en las costillas que le dejó medio noqueado. Aun así, logró no caerse y se zafó de Pablo, que volvió al ataque.
El raíl, usado por Pablo como una guadaña, silbó al cortar el aire.
—Has hecho un viaje muy largo para venir a morir aquí.
—Aún falta para eso —contestó Pitt.
Esquivando el raíl casi retrocedió hacia las compuertas y la lancha amarrada al final del muelle. La cámara se estaba vaciando muy deprisa. La lancha ya había bajado más de seis metros. Le echó un vistazo, pero vio que estaba demasiado lejos para saltar.
Pablo, que intuyó su indefensión, quiso rematar la faena y se acercó, moviendo el raíl aún más fuerte que antes.
Al ver que el peso de la barra metálica empezaba a hacer más lentos los ataques, Pitt decidió pasar al ataque. En la siguiente estocada de Pablo dio un paso hacia atrás, pero en vez de seguir plantó los pies en el suelo y se lanzó hacia delante.
La reacción de Pablo fue ponerse el raíl en el pecho para defenderse, mientras Pitt cargaba contra él. Pitt logró hacerle perder un poco el equilibrio y tambalearse hacia un lado. Entonces cargó con más fuerza y se aferró al raíl junto a las manos de Pablo, empujando con toda su energía.
Pablo no tuvo más remedio que retroceder e intentar afianzarse, pero el golpe le había girado hacia el muelle y, cuando intentó apoyar un pie detrás, no encontró más que aire. Al caer por el borde del muelle arrastró consigo a Pitt.
Al pie del puesto de control, encañonados por los vigilantes, Dirk y Ann habían asistido a la batalla. Dirk vio caer a Pitt y Pablo en la cámara con un gran chapuzón. Esperó a que volvieran a la superficie. Cuando se calmaron las aguas empezó a contar los segundos… y tuvo un escalofrío.
Más de un minuto después no había señales ni del uno ni del otro.