Anexos

Referencias biográficas

En diciembre de 1954, Pravda anunció el proceso y la ejecución de Abakoumov, Ministro de la Seguridad, adjunto de Beria, y de ciertos jefes de los consejeros soviéticos que habían montado el proceso de Slansky y especialmente de Likhatchev.

En 1955, Kohoutek y Doubek fueron detenidos y condenados a penas de prisión. Aprovechando las reducciones de condena y las amnistías fueron liberados en 1958. Kohoutek pasó a la reserva. Doubek fue asignado a un puesto de responsabilidad en la Agencia Oficial de viajes Cedok y formará parte de la representación checoslovaca en la Exposición Internacional de Bruselas; mientras, muchas de sus víctimas de los años 50, permanecerán aún más de dos años en la cárcel.

Contra Smola y otros référents se tomaron medidas administrativas, pero no muy graves.

El Fiscal General Urvalek, y el Presidente del Tribunal, Novak, no sufrieron —y eso mucho más tarde— más que sanciones administrativas.

Ladislav Kopriva fue expulsado del Partido en 1963, por el Comité Central, al mismo tiempo que Alexander Cepicka, yerno de Gottwald y antiguo Ministro del Ejército.

Karol Bacilek fue suspendido por entonces de su función de miembro de la Presidencia del Partido y hubo de abandonar su puesto de Primer Secretario del Partido Comunista Eslovaco, donde fue reemplazado por Alexander Dubcek. Igualmente, Bruno Köhler fue relevado de su responsabilidad de Secretario del Comité Central del Partido Comunista Checoslovaco.

Bacilek y Köhler no fueron excluidos del Comité Central y denegada su pertenencia al Partido, hasta la reunión de ese comité en mayo de 1968, simultáneamente que a Novotny y Siroky.

Una primera Comisión de Rehabilitación, presidida por Rudolf Barak, entonces Ministro del Interior, presentó su informe en septiembre de 1957. En casi la totalidad de los casos, confirmaba las condenas. Consideraba incluso que el que Slansky hubiese sido «desenmascarado», había «ayudado mucho al Partido» y que su condena era «justa y equitativa».

Fue creada una segunda Comisión presidida por Drahomir Kolder en 1962. Presentó su informe en abril del año siguiente. Al contrario que la primera, concluyó que los procesos reposaban sobre acusaciones inventadas, pidió que los veredictos fuesen anulados, y se pronunció a favor de la rehabilitación jurídica de los condenados. El Comité Central descartó la rehabilitación en el Partido de Rudolf Slansky, Otto Sling, Bedrich Reicin, Otto Fischl, Karel Svab…

No fue hasta 1968, que la cuestión de las rehabilitaciones se consideró en toda su amplitud y en todas sus implicaciones. Con ocasión del primero de mayo, los condenados del proceso de Slansky y de otros procesos análogos, recibieron las más altas condecoraciones del Estado Checoslovaco.

Entre aquellos que han jugado algún papel en este libro, cinco de los supervivientes han tenido un lugar importante en el proceso de democratización: Josef Smrkovsky, actualmente Presidente de la Asamblea Nacional Checoslovaca; Gustav Husak, Primer Secretario del Partido Comunista Eslovaco; Eduard Goldstücker, Presidente de la Unión de Escritores Checoslovacos; Josef Pavel, Ministro del Interior desde mayo de 1968 hasta finales de agosto, en que tuvo que dimitir ante la petición de los soviéticos; Léopold Hoffman Presidente de la Comisión de la Asamblea Nacional para el Ejército y la Seguridad.

Referencias históricas

El veinticinco de febrero de 1948, el Presidente de la República Checoslovaca, Benes, después de numerosas semanas de confusión política, acepta la dimisión de los Ministros no comunistas del Gobierno del Frente Nacional. Decide encargar a Klement Gottwald, principal dirigente del Partido, la formación de un nuevo Ministerio cuya mitad de sus miembros, doce de veinticuatro, habría de ser comunista. Este episodio ha sido conocido en occidente —usando la terminología de sus propios modelos— como «el golpe de Praga».

Sin embargo, nada tenía que ver con un golpe de estado. La tradición comunista era veterana en los antiguos núcleos industriales de Bohemia y Moravia: nació en 1921 de la clásica escisión de la socialdemocracia a partir de la celebración de la III Internacional. El Partido Comunista Checo, no había conocido la clandestinidad antes de la invasión alemana de 1938; como partido de oposición, había conservado siempre un carácter profundamente nacional incluso cuando, en las graves convulsiones de los años 1928-29, estuvo marcado por el reagrupamiento de la Internacional Comunista alrededor de Moscú.

Gottwald y Slansky asientan la organización del Partido con un centralismo más estricto, siguiendo el modelo soviético. Los cuadros comunistas de la nueva generación, que desde entonces se formarían en Moscú, se encontraron todos unidos en los diferentes frentes de la Resistencia contra la Alemania nazi o combatiendo al lado del Ejército Rojo. En 1945, el precio pagado por la liberación del país, les autorizaba a esperar, como igualmente sucedía en los demás países de la Europa liberada, jugar un nuevo papel político o, más a menudo, ampliar rápidamente sus ambiciones de gobierno.

La liberación del país se llevó a cabo en el caos de la posguerra: el Ejército Rojo y el Partido Comunista fueron durante mucho tiempo las únicas fuerzas organizadas; en los territorios liberados se articularon progresivamente los Comités Nacionales bajo su control que, durante numerosos meses, ostentaron el poder real. Nada impidió entonces a los comunistas checos acceder al poder: los votos que recogieron en Bohemia y Moravia en las primeras elecciones después de la guerra (38% y 43% de los sufragios), mostraron que los partidos burgueses, divididos, no podían hacer nada para pararlos.

La aplicación real de esta situación se aplazó por más de tres años. En efecto, el reparto de Yalta, colocó a Checoslovaquia entre las democracias de la Europa del Este que entraron en el espacio de «influencia soviética"; definición muy imprecisa y que abarcaba múltiples y diversas aplicaciones prácticas. La solución checoslovaca sería, por tanto, la más fiel al espíritu de Yalta. En política internacional, el hábil juego diplomático llevado por Benes durante la guerra, preparó un acercamiento a la URSS que no excluiría las tradicionales fidelidades a occidente; en política interior, la fórmula del Frente Nacional reagrupando (como Moscú lo había deseado desde 1941) a todas las fuerzas políticas patrióticas y resistentes, encuentra una primera expresión en el programa de Kosice (marzo de 1945) y en la formación de un gobierno provisional que cuenta con cerca de un tercio de comunistas: Gottwald y Siroky, son Viceprimeros Ministros, mientras que el eslovaco Clementis es adjunto de Jan Masaryk en Asuntos Exteriores.

Este frágil equilibrio cae rápidamente enfermo. Muy pronto se planteó el problema de la reconstrucción económica del país. En 1947 el Plan Marshall viene a darle un color político: la URSS, que teme un sometimiento de la Europa central a los intereses americanos, presiona a la dubitativa Checoslovaquia a rechazar la ayuda occidental; al mismo tiempo, los acuerdos comerciales y diplomáticos con la URSS, y después con los países del este, tejen una nueva solidaridad que viene a sancionar, en septiembre de 1947, la creación del Kominform, que será la oficina de información encargada de coordinar la acción de los nueve grandes partidos comunistas europeos.

En Checoslovaquia, más que en otras partes, el año 1947 y la guerra fría, marcan más que el «golpe de Praga» de 1948 el gran viraje de la posguerra. De hecho, mientras la URSS incita a los diferentes partidos comunistas a luchar por el poder en sus países respectivos, el Partido Comunista Checo no tiene oposición. Controlando (por medio de Zapotocky) la Organización Sindical Unitaria y muchas de las tradicionales asociaciones nacionales —la única fuerza organizada en un periodo de enfermedad política y de dificultades económicas— y disfrutando de la neutralidad vigilante del Ministro de la Guerra (el General Svoboda), el Partido Comunista está presente por todas partes en la administración y en la policía, avanzando, como lo reconoce Benes, «muy lejos en el camino del poder real».

Ante esta fuerza social, el problema de la constitucionalidad del «golpe de Praga» deviene secundario: la multiplicación de los Comités de Acción Revolucionaria tiene el apoyo del Partido; y, los acontecimientos acaecidos entre el veintiuno y el veinticinco de febrero de 1948, con el apoyo de los comités, permite medir la amplitud de la movilización del país en favor de los comunistas en el momento en que toman el poder.

Sin embargo, esa masa conquistadora y unida no va a tardar en dividirse y desgarrarse, ingresando de esa forma en la gran crisis de los partidos comunistas de 1949 y 1953.

Más aún que el deterioro de la situación internacional, lo que permite comprender esta evolución es la división del mundo comunista concomitante. En junio de 1948, la condena de Yugoslavia por el Kominform viene a sancionar a un país hermano, culpable de haber marcado su independencia ante la perspectiva de los proyectos políticos y económicos de Moscú. Desde entonces Tito, antaño el lugarteniente más amado de Stalin, se convierte en el símbolo del enemigo interior y su figura aparecerá muy a menudo en la imaginería de los procesos de 1950. Contra estas veleidades de «comunismo nacional», Stalin pone a la orden del día la intensificación de la lucha de clases encaminada a la toma del poder, al mismo tiempo que la «bolchevización» de los partidos comunistas. En todos los casos se trata de perseguir al enemigo en la propia casa, de depurar el Partido, de asegurar la sumisión a las directrices del Kominform.

En Checoslovaquia, la recuperación de los partidos no gubernamentales de la oposición desde el otoño de 1948, y la persistencia de una oposición nacional eslovaca, ha determinado, más que un cualquier otro lugar, un endurecimiento de la actitud del Partido. Slansky y Geminder se han encargado de la puesta en marcha de un plan llamado «de lucha de clases». Ambos se encontrarán entre los condenados de 1952.

Así, en una atmósfera de suspicacias y delaciones, se precisan los temas políticos que orquestados por Moscú, se convertirán en las actas de acusación. Son revividos temas tradicionales como el trotskismo, el espionaje a favor de occidente, o el «desviacionismo burgués», y temas más recientes como el titismo, el «nacionalismo burgués eslovaco» o la debilitación de la vigilancia.

En fin, en este mundo cerrado y vigilante, la experiencia política individual deviene un factor de discriminación: los que como London, han combatido en España o en los movimientos de resistencia occidentales se vuelven sospechosos, así como los exilados de Rusia o los resistentes de Checoslovaquia; el antisemitismo renaciente del periodo estalinista viene a completar la acusación.

Quedan por coordinar los siguientes temas: el proceso del Ministro de Asuntos Exteriores, Rajk, en 1949; el asunto de los hermanos Field que proporciona a la vez el modelo y la trama para los futuros procesos. De un proceso a otro, de una confesión a otra, se encuentran las mismas alusiones y las mismas implicaciones. En Praga, después de que Gottwald tuviese unos momentos de vacilación, se descubren numerosos «núcleos de sabotaje": en Asuntos Exteriores y en Comercio Exterior, (London, Hajdu, Lóbl, Margolius); en el Partido Comunista Eslovaco, (Sling, Clementis, Husak); entre los altos funcionarios del Partido, (Geminder, Svab, Simone y, sobre todo, Slansky, detenido en noviembre de 1951). Los principales acusados del «Núcleo de Conspiración contra el Estado», serán juzgados y condenados en diciembre de 1952. El Partido Checoslovaco satisfacía de esta forma los deseos de autoridad y control del movimiento comunista, expresados por Moscú; en septiembre de 1951, seis nuevos secretarios del Comité central reemplazan a Slansky, cuyo secretariado unicéfalo queda suprimido. Los seis pertenecen a la «línea dura bolchevique», entre ellos Antonin Novotny.

Al mismo tiempo, los responsables se encontraron con las dificultades económicas, industriales y alimentarias del país; con la retórica de la guerra fría, el arreglo de cuentas en el aparato del Partido, la fragmentación del mundo comunista y las exigencias de Moscú en la depuración.

A pesar del periodo confuso y de excitación que siguió a la muerte de Stalin, a pesar del informe de Khrouchtchev de 1956, la Dirección del Partido Comunista Checo reabrirá muy lentamente los expedientes del proceso de Praga. Una comisión especial queda encargada de verificar la investigación, y aunque su informe no será jamás divulgado, consiguientemente se comienza a liberar discretamente a algunos de los condenados.

El equipo dirigente sobrevivió a los sobresaltos de 1956 y a la desestalinización, que no sucedió hasta 1961, fecha en que se comenzó a rehabilitar a los supervivientes.

En abril de 1963, Novotny ha de comunicar al Comité Central el informe preparado por una nueva comisión con el tema de los once condenados de 1952: expurgado, divulgado con reticencia, el informe reconoce los descalabros jurídicos y la insubstancialidad de todas las actas de acusación. Rehabilitados en el plano penal, algunos de los condenados no lo son aún en el plano político: Posthumement, Slansky, Fischl, permanecen excluidos del Partido Comunista; Clementis, del Comité Central. La rehabilitación completa no será culminada hasta la primavera de 1968.

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