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Dicen que soy el hombre que durante más tiempo se ha mantenido joven de toda la ciudad. Para un cincuentón eso es ridículo; de todos modos, hasta los treinta y cinco a menudo un hombre no es más que un idiota egocéntrico. A partir de los treinta y cinco debería empezar a tener más sentido común. Recibir suficientes patadas en el trasero a lo largo de los años va muy bien[228].

Cary Grant

El 26 de agosto de 1948, Cary Grant y Betsy Drake viajaron juntos a Alemania, donde él debía protagonizar la comedia militar de posguerra La novia era él, de Howard Hawks, que había tenido que convencerle de que aceptara trabajar en la película. Hawks había firmado un nuevo contrato por cuatro películas con la 20th Century— Fox y, después de una década, por fin estaba en posición de rodar otra comedia al estilo de La fiera de mi niña.

Tras la Segunda Guerra Mundial muchos países europeos inmovilizaron el capital extranjero, incluidos veinticuatro millones de dólares de la 20th Century-Fox, que poco podía hacer al respecto, salvo ir donde estaba su dinero y hacer allí las películas. La novia era él fue una de las veinticuatro producciones de ese tipo que el estudio tenía previsto rodar en Europa a finales de los años cuarenta. Hawks, que acababa de terminar los planos principales de la única película independiente de toda su filmografía, el clásico del oeste Río Rojo, aprovechó la oportunidad para hacer una comedia ambientada en Alemania. Para persuadir al siempre ahorrativo Grant, accedió a su petición de que Betsy le acompañara durante todo el rodaje al otro lado del océano, con todos los gastos pagados a cargo del presupuesto de la película, incluida una visita que harían juntos a Bristol para presentársela a Elsie.

Howard Hughes no estaba demasiado conforme con que Hawks hubiera conseguido a Grant para la película. Habría preferido que el actor siguiera trabajando para la RKO, pero este, tanto por motivos profesionales como personales, declinó todas sus ofertas. Lo cierto era que su amistad se había resentido de lo que Grant estimó injustas y excesivas interferencias de Hughes durante el rodaje de En busca de marido. Consideraba a Schary un buen amigo también y, aunque en su momento no dijo nada, no le gustó ver cómo Hughes le intimidaba.

Por otro lado, durante la posguerra se asistió en Hollywood a un creciente cisma político entre la derecha y la izquierda. En tanto que Hughes era un conservador acérrimo, que participaba de forma activa en las maquinaciones del Comité de Actividades Antiamericanas, Grant seguía siendo liberal, y le indignó especialmente que las poderosas y fanáticas fuerzas de la derecha, con las que Hughes estaba comprometido, hubieran colocado a Charlie Chaplin encabezando su lista negra.

El guión de La novia era él, de Charles Lederer, Leonard Spigelgass y Hagar Wilde, estaba basado en la novela autobiográfica de Henri Rochard, un gran éxito de ventas, en la que narraba los problemas que tuvo como soldado nacido en Francia cuando quiso casarse con una mujer estadounidense. Los matrimonios militares entre soldados de las fuerzas de ocupación y civiles, frecuentes entre 1940 y 1950, fueron tema de varias películas durante la posguerra, como la dura Sayonara, una adaptación cinematográfica de la popularísima novela de James Michener, que ganó el premio de la Academia en 1957. En La novia era él el tema se trata de una forma mucho más frívola, pues el personaje al que se refiere el título, interpretado por Grant, termina colándose en un carguero con destino a Estados Unidos, vestido de mujer. A Grant, que había conocido bien el music-hall británico, donde el travestismo formaba parte de los números satíricos de las noches de los sábados, aquello le pareció increíblemente gracioso. De hecho, la mayoría de la gente suele recordar La novia era él como una película en la que Grant aparece siempre travestido, cuando en realidad viste de mujer, de una forma no demasiado convincente, durante menos de diez minutos, casi al final de la película. En La novia era él, el capitán Henri Rochard (Grant, en el papel de un «educado capitán francés» sin más acento que su habitual y leve entonación de Bristol) está enamorado de la teniente del ejército estadounidense Catherine Gates (Ann Sheridan), que es además su ayudante. Tras una tumultuosa relación contraen matrimonio, pero la pareja no tiene la posibilidad de consumar su unión. Estamos en la Europa de posguerra y el capitán Rochard, ciudadano francés, no puede acompañar a su esposa estadounidense a Estados Unidos, a menos que se ajuste a la reciente y restrictiva política de inmigración, cuya única excepción militar es la condición de «novia de guerra». Llegados a ese punto, él se disfraza de mujer.

La primera escala de Grant en su viaje a Alemania fue Londres, donde se reunió con Hawks para los primeros ensayos en los estudios Shepperton. La primera vez que se puso un vestido representó ante el director un número de travestismo, exagerando los gestos femeninos de su personaje. A Hawks no le pareció gracioso y le aconsejó que interpretara el papel de la forma más viril posible. Ser a todas luces un hombre heterosexual disfrazado de mujer, en lugar de un hombre afeminado con faldas, fue la clave de la comicidad del personaje interpretado por Grant.

Durante su estancia en Londres, Grant, Drake, Hawks y Sheridan se alojaron en un lujoso complejo de apartamentos de Grosvenor Square. Aun así, Grant no podía por menos de reparar en el miasma posbélico que cubría la bombardeada capital, acentuado por la niebla y la llovizna incesantes. Debido al apretado horario de ensayos, no tuvo tiempo de llevar a Drake a Bristol, y Hawks tuvo que asegurarle que podría volver a Inglaterra durante una pausa del rodaje.

La siguiente parada fue Heidelberg, donde empezaron a rodar el 28 de septiembre de 1948. Hawks filmó primero los exteriores, tras avisar a los actores de que estuvieran listos para rodar a determinadas horas a fin de aprovechar la mejor luz. Era la primera vez que Grant trabajaba en el continente europeo y no estaba acostumbrado ni al clima ni a las duras condiciones de posguerra. Hacía frío, el cielo era gris y comían en platós de hojalata. Con todo, lo que más le molestaba era tener que compartir el cuarto de baño con Sheridan. Solo Drake parecía disfrutar de la experiencia, que se tomaba como una aventura. Le encantaba la idea de «pasar penalidades», como ella decía, e incluso se ofreció voluntaria para ayudar a preparar las comidas del equipo.

Los fines de semana Grant y Drake se iban a Suiza o a Francia, donde vivían a cuerpo de rey durante dos días, antes de volver a las duras condiciones de los alrededores de Heidelberg.

En diciembre la producción se trasladó de nuevo a Londres, y Grant planeó llevar a Drake a Bristol el primer fin de semana libre. Por desgracia, poco después de llegar Sheridan enfermó de pleuresía, agravada por el implacable invierno inglés, el peor que el país había sufrido en veinte años. Grant tuvo que estar disponible durante siete días para adaptarse a un plan de rodaje improvisado, que cambiaba diariamente, y una vez más hubo de posponer el encuentro entre Drake y Elsie.

Al cabo de dos semanas Sheridan mejoró lo bastante para que Grant rodara la escena de amor con ella, después de lo cual tenía previsto partir con Drake hacia Bristol. Sin embargo, de pronto Grant tuvo un fuerte dolor de cabeza, le subió mucho la fiebre y empezó a toser. Hawks le envió de vuelta al hotel para que se tomara un merecido descanso, pero a las dos de la madrugada Grant se puso amarillo. Lo llevaron a toda prisa al hospital, donde le diagnosticaron hepatitis vírica complicada con ictericia, una combinación potencialmente mortal, que motivó su ingreso en la unidad de cuidados intensivos.

Permaneció allí cuatro semanas, durante las cuales adelgazó dieciséis kilos. Los médicos llegaron a comunicar a Drake, que estaba al borde de la histeria, que se preparara para lo peor, pues Grant tenía menos de un 10 por ciento de posibilidades de sobrevivir. El problema, según le explicaron, era el estado de su hígado, afectado por el exceso de alcohol consumido durante años.

Pero la condición física de Grant, por lo demás extraordinaria, le salvó. Cuando salió del hospital, le ordenaron guardar cama y le trasladaron a una pequeña suite del hotel Mayfair. La única persona a la que permitió cuidarle fue Drake, que permaneció a su lado las veinticuatro horas del día, pendiente de todas sus necesidades.

Como el rodaje tuvo que volver a interrumpirse, el resto del reparto y del equipo, incluido Hawks, regresó a Estados Unidos. Pasadas dos semanas, después de ayudar a Grant a trasladarse al lujoso apartamento de Pamela Churchill en Mayfair, que el actor había subarrendado, Drake regresó a Hollywood por insistencia de Grant para empezar a trabajar en su nueva película, Dancing in the Dark, que él le había ayudado a conseguir.

Grant, con la única compañía de una enfermera particular, que era una completa desconocida, cayó en la peor depresión de su vida y, según confesó más adelante a sus amigos, pensó seriamente en suicidarse.

En enero de 1949, cuatro meses después del primer ataque, Grant, en franca recuperación, por fin estaba en condiciones de volver a casa. Drake, que seguía en Estados Unidos trabajando en su película, organizó eufórica el regreso a Los Angeles en el barco danés Dalerdijk, que escogió porque disponía de un buen equipo de tratamiento médico. El Dalerdijk zarpó de Amberes el 10 de marzo y Grant ocupó una suite privada que hizo las veces de enfermería personal. El mal tiempo y el agitado estado del mar convirtieron su confinamiento en una experiencia aún peor. Postrado en la cama, Grant sufrió durante las dos semanas que el barco tardó en atravesar el Atlántico, cruzar el canal de Panamá y ascender por las aguas del Pacífico hasta el puerto de Los Ángeles.

Entretanto Hawks fue avanzando la filmación de la película y programó el resto de las escenas de Grant para rodarlas en los estudios de la Fox. En una escena Grant atraviesa un almiar con una motocicleta. Antes de que el actor enfermara solo se había rodado la primera parte, y cuando Hawks vio más tarde el copión comentó con ironía que parecía que «Cary sale [por el otro lado] con ocho kilos menos»[229].

La producción del filme duró ocho largos y agotadores meses, y los retrasos imprevistos dispararon el presupuesto hasta más de dos millones de dólares. Por otro lado, debido a la enfermedad de Grant, Drake nunca llegó a conocer a Elsie, la razón principal por la que el actor había aceptado trabajar en la película.

En diciembre de 1948, durante el rodaje de La novia era él, se estrenó En busca de marido, que la crítica recibió con tibieza. Según la revista Time: «La recién llegada Betsy Drake parece haber estudiado, pero no aprendido, los trucos e inflexiones de voz de la Hepburn en sus inicios. Sus exageradas muecas provocan una única gran carcajada… cuando el héroe Grant las imita cruel y acertadamente. En el pasado Cary Grant ha demostrado su talento para interpretar de forma sobria una comedia. En esta película tiene problemas para encontrar una comedia que interpretar».

Pese a la respetable recaudación, Drake se sintió humillada por las críticas unánimemente negativas a su trabajo y empezó a pensar en volver a los escenarios de Nueva York. Grant no quería ni oír hablar de eso. Todavía débil y muy delgado, insistió en que la necesitaba a su lado y prometió conseguirle más trabajo. La única manera de ganarse a los críticos, le dijo, era hacer buenas películas, que con un poco de suerte podrían interpretar juntos.

Grant cumplió su promesa y utilizó su influencia en la Fox para que le dieran a Drake el papel protagonista en la versión cinematográfica del musical teatral The Bandwagon, de Howard Dietz y Arthur Schwartz. La película, cuyo título cambió durante la producción por Dancing in the Dark, fue dirigida por Irving Reis (a quien habían despedido de El solterón y la menor porque a Grant no le gustaba su trabajo). El productor, George Jessel, que estaba al corriente de las desavenencias entre su buen amigo Reis y Grant, se propuso que el rodaje fuera lo más desagradable posible para Betsy Drake en cuanto el estudio, «apremiado» por Grant, la impuso para el papel que en un principio estaba pensado para June Haver.

Dancing in the Dark se estrenó en la primavera de 1949, poco después del regreso de Grant a Los Angeles, y recibió críticas mordaces, la mayoría de ellas dirigidas contra Drake. Para impedir que la joven preparara las maletas y subiera a un avión en dirección a la costa Este, Grant consiguió que trabajaran juntos en la versión radiofónica de En busca de marido, para Lux Radio. El programa se emitió el 27 de junio y tuvo tanto éxito (como todos los que Grant hizo en la radio) que lo repitieron el 17 de abril del año siguiente. Después Grant aceptó grabar un serial radiofónico basado en Los Blandings ya tienen casa, con Betsy Drake en el papel de su esposa. Compró los derechos del serial a Selznick, que siempre necesitaba dinero, y Howard Hughes puso el dinero para adquirirlos[230].

La radio era un medio en el que Grant se sentía especialmente cómodo. Según el productor William Frye: «Era muy meticuloso, encantador, divertido y amable. También era exigente, pero trabajar con él fue para mí una lección de profesionalidad. Repasaba los guiones palabra por palabra y si había algo que concernía al punto de vista del personaje, insistía en cambiarlo para mejorarlo».

Eso no resultó tan fácil como parece. Los guionistas del serial, Jerome Lawrence y Robert E. Lee (autores más adelante de varios espectáculos de Broadway, entre ellos Inherit the Wind, y de numerosas series dramáticas para la televisión), no estaban dispuestos a que Grant cambiara una sola coma. Poco después del inicio de la producción el actor dejó de dirigirles la palabra, y ellos a él. «Uno de los problemas del programa —recordaría Frye años después— era que Betsy, una actriz adorable en pantalla, tenía problemas en la radio a causa de un ligero tartamudeo, lo que retrasaba mucho la producción porque había que montar una y otra vez sus intervenciones»[231].

Grant hizo algo más para que Drake se quedara con él: sacar el tema de la boda.

Eso fue lo que por fin disuadió a Drake de hacer las maletas.

En junio de 1949 los artículos de cotilleos de Hollywood se hicieron eco de que, según «fuentes no identificadas», Grant y Drake estaban comprometidos en secreto. La noticia desató la histeria entre los admiradores del actor y la locura en los medios de comunicación, que lograron que Grant, a sus cuarenta y cinco años, y su novia de veintiséis estuvieran en boca de todos. En realidad no fue hasta julio cuando Grant propuso oficialmente matrimonio a Drake, pero, debido a sus continuos problemas de salud (su recuperación era más lenta de lo previsto), decidieron no fijar la fecha de la boda. Grant pasó la mayor parte del verano haciéndose pruebas en el hospital Johns Hopkins de Baltimore, entre ellas el chequeo más completo al que le habían sometido jamás, para asegurarse de que no había nada en su organismo que le impidiera superar las persistentes secuelas de su reciente enfermedad.

Para su tranquilidad y la de Drake, los médicos le dijeron que estaba perfectamente, aunque le aconsejaron que moderara el consumo de alcohol y dejara de fumar. No hizo ninguna de las dos cosas. Así pues, contentos de que él estuviera lo bastante bien para casarse, Drake y Grant fijaron la fecha en secreto.

La novia era él se estrenó el 2 de septiembre de 1949 en Nueva York y Grant y Drake asistieron juntos a la gala. Grant, para quien el rodaje había sido inesperadamente difícil, se sintió muy complacido cuando, de pie al final del teatro Roxy (se proyectó allí en lugar del Radio City por problemas de programación debidos al retraso del estreno), oyó las carcajadas del público vestido de etiqueta. En la fiesta que se celebró a continuación un periodista de The New York Times le preguntó qué opinaba. «Acabo de ver la película —respondió— y estoy maravillado de cómo la gente se desternillaba de risa… Sinceramente creo que es la mejor comedia que he hecho».

La película permaneció en cartel hasta finales de octubre y recaudó más de cuatro millones y medio de dólares. Fue con diferencia el mayor éxito de la 20th Century-Fox en 1949, su comedia más popular y la tercera película de Hollywood más taquillera de aquel año, prácticamente empatada con Nido de víboras, de Anatole Litvak, que ganó el premio de la Academia, y superada solo por el lujoso musical de Henry Levin Jolson Sings Again y Pinky, un polémico filme de Elia Kazan de tema racial. La novia era él acabó siendo la tercera película de mayor éxito de la filmografía de Howard Hawks, después de El sargento York y Río Rojo. No solo le permitió recuperar la reputación de director rentable, sino que además supuso que Grant, a sus cuarenta y seis años, terminara la década de 1940 con un gran triunfo profesional y una popularidad sin precedentes.

Al acercarse el 25 de diciembre, la fecha elegida para la boda, Grant, a fin de asegurar la privacidad, recurrió al máximo experto en la materia, que de nuevo se mostró más que dispuesto a ayudarle. Howard Hughes se ocupó de todos los detalles. La mañana del día de Navidad, recogió a Grant y Drake en su coche, les llevó al aeropuerto y viajaron juntos en uno de sus aviones privados hasta Phoenix, a la pequeña propiedad de un amigo suyo, el terrateniente y magnate Sterling Hebbard. Allí, el reverendo metodista Stanley H. Smith ofició una breve ceremonia no religiosa. Hughes actuó de padrino; Drake no tuvo dama de honor. Después de la ceremonia Hughes les llevó en el avión de vuelta a Los Ángeles y luego les condujo a casa, donde a Drake le esperaba el regalo de boda de Grant, que había dejado allí uno de los ayudantes de confianza de Hughes durante su ausencia: un caniche blanco, al que ella puso el nombre de Suzie. Cuando cruzó el umbral en brazos de Grant, Drake le dijo que no podía ser más feliz.

La prensa, en efecto, quedó al margen del asunto, pero consiguió crear una historia sobre la boda de Grant y Drake preguntándose si él, como tantos otros en el mundo del espectáculo, se había visto atacado por un extraño virus del amor que flotaba en el aire del país. Mientras una de las décadas más tumultuosas de la historia de Estados Unidos llegaba a su fin y Hollywood se sumía en una tormenta política, los ricos y famosos no solo de Tinseltown, sino también de Washington y Nueva York, empezaron a casarse entre ellos, en un frenesí nunca visto desde los días de los felices años veinte. Es más, cuanto mayor era el novio, más joven era la novia. Aparte del matrimonio entre Grant, de cuarenta y seis años y Drake de veintisiete, nada menos que el vicepresidente de Estados Unidos, Alben Barkley, de setenta y uno, se casó aquel diciembre con una viuda de San Luis que contaba treinta y ocho. El alcalde de Nueva York, William O’Dwyer, se casó a los cincuenta y nueve años con una ex modelo de treinta y tres. Tyrone Power, de treinta y cinco, se casó con Linda Christian, de veinticuatro. Jimmy Stewart, de cuarenta y uno, se casó con Gloria Hatrick, de treinta y uno. Greer Garson volvió a casarse a los cuarenta y cinco, esta vez con el ganadero E. E. «Buddy» Fogelson, de cincuenta y ocho. La popular patinadora sobre hielo Sonja Henie, de treinta y nueve, se casó en segundas nupcias con el aristócrata de Nueva York Winthrop Gardner, de cincuenta y cinco, que fue al altar por tercera vez. Clark Gable, el rey de Hollywood, se casó a los cuarenta y ocho años con la que sería su cuarta esposa, lady Sylvia Ashley, de treinta y nueve, viuda de Douglas Fairbanks, y David O. Selznick, de cuarenta y siete, una vez que su divorcio de Irene fue oficial, se casó por fin con Jennifer Jones, de treinta.

Sin embargo, de todas esas bodas, fue la de Grant y Drake la que copó los titulares. La mañana del 26 de diciembre, al día siguiente de su boda secreta, la primera página de Los Angeles Examiner, en un titular que parecía más adecuado para anunciar el estallido de una nueva guerra mundial, informaba: CARY GRANT Y BETSY DRAKE SE FUGAN EN UN AVIÓN DE HUGHES.

Fue la solterona Hedda Hopper, de quien se decía que estaba locamente enamorada de Grant, al que siempre se refería como «el galán más guapo de Hollywood», quien hizo el comentario más acertado, aunque ligeramente cínico, sobre el matrimonio de Grant y Drake. Citando a la guionista Lenore Coffee, afirmó en su última columna del mes, del año y de la década: «Cuando un cuarentón se enamora de una chica de veinte, no es la juventud de ella lo que busca, sino la suya propia».