[1] C. G. Jung, Energetik der Seele (Zurich-Leipzig-Stuttgart, Rascher Verlag, 1928), cap. I.
[2] Ver Kant, Crítica de la razón pura.
[3] Sánscrito: Mãyã-shakti.
[4] Por encima de las categorías y, por lo tanto, no definido por ninguno de los dos contrarios llamados “vacío” y “ser”. Esos términos son sólo claves para la trascendencia.
[5] Este reconocimiento de la naturaleza secundaria de la personalidad en cualquier deidad que se adore es característico de la mayor parte de las tradiciones del mundo (ver, por ejemplo, supra, p. 168, n. 154). En el cristianismo, mahometismo y judaísmo, sin embargo, la personalidad de la divinidad se enseña como final, lo que hace relativamente difícil para los miembros de estas comunidades entender cómo pueden superarse las limitaciones de su propia divinidad antropomórfica. El resultado ha sido, por una parte, una general ofuscación de los símbolos, y, por otra, un fanatismo sin dios, como jamás se ha visto en la historia de la religión. Para un estudio del posible origen de esta aberración, ver Sigmund Freud, Moisés y el Monoteísmo, (Obras Completas, ed. cit.)
[6] Lucas, 17: 21.
[7] Supra, p. 177.
[8] Supra, pp.-85-86.
[9] Supra, p. 87.
[10] Supra, p. 46.
[11] Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, Historia de la nación chichimeca (1608), cap. I (publicado por Lord Kingsborough, Antiquities of México; Londres, 1830-48, vol. IX, p. 205; también por Alfredo Chavero, Obras históricas de Alva Ixtlilxóchitl; México, 1891-92, vol. II, pp. 21-22).
[12] Hastings, Encyclopaedia of Religion and Ethics, vol. V, p. 375.
[13] Ver Mrs. Sinclair Stevenson, The Heart of Jainism (Oxford University Press, 1915), pp. 272-278.
[14] Un año divino es igual a 360 años humanos, cf. supra, p. 205.
[15] Ver Mandukya Upanishad, 3-6.
[16] Mandukya Upanishad, 8-12. Dado que en sánscrito la a y la u se unen en o, la sílaba sagrada se pronuncia y se escribe “om”. Ver plegarias, pp. 140 y 215, nota 31, supra.
[17] Mandukya Upanishad, 7.
[18] Ha idra zUta, Zohar, III, 288a. Véase supra, p. 168.
El Zohar (zõhar: “luz, esplendor”) es una colección de escritos hebreos esotéricos, que dio a conocer hacia 1305 un sabio judío español, Moisés de León. Se dijo que el material se había sacado de originales secretos que se remontaban a las enseñanzas de Simeón ben Yohai, un rabí de Galilea en el siglo II d.C. Amenazado de muerte por los romanos, Simeón se había escondido durante doce años en una cueva; diez siglos más tarde, sus escritos fueron encontrados allí y ellos fueron las fuentes de los libros de Zohar.
Las enseñanzas de Simeón se supone fueron tomadas del hokmah nistarah, o sabiduría oculta de Moisés, esto es, un cuerpo de prácticas esotéricas, estudiado por Moisés en Egipto, tierra de su nacimiento, y meditado por él durante sus cuarenta años en el desierto (donde recibió instrucción especial de un ángel) y finalmente incorporado criptográficamente en los primeros cuatro libros del Pentateuco, de donde puede extraerse con el entendimiento y el manejo adecuado de los valores numéricos místicos del alfabeto hebreo. Este acervo y las técnicas para redescubrirlo y utilizarlo constituyen la cabala.
Se dice que las enseñanzas de la cábala (qabbãlãh, “acervo recibido o tradicional”) fueron en un principio confiadas por Dios mismo a un grupo especial de ángeles en el Paraíso. Después de que el Hombre había sido expulsado del Jardín, algunos ángeles comunicaron las lecciones a Adán, pensando que lo ayudarían a recobrar la felicidad. De Adán pasó la enseñanza a Noé y de Noé a Abraham. Abraham comunicó algo de ella durante su estancia en Egipto y de ese modo la sublime sabiduría puede encontrarse en forma abreviada en los mitos y filosofías de los gentiles. Moisés estudió primero con los sacerdotes de Egipto, pero la tradición le fue repasada por las especiales instrucciones de sus ángeles.
[19] Ha idra rabba qadisha, XI, 212-14 y 233, traducción de S. L. Mac-Gregor Mathers, The Kabbalah Unveiled (Londres, Kegan Paul, Trench, Trübner and Company, Ltd., 1887), pp. 134-135 y 137.
[20] Summa contra Gentiles, I, i.
[21] Ver supra, pp. 31-35.
[22] Johannes C. Anderson, Maori Life in Ao-tea (Christchurch [Nueva Zelanda], sin fecha [1907?]), p. 127.
[23] En los escritos sagrados del budismo Mahayana dieciocho “vacuidades” o grados del vacío son enumerados y descritos. Todos los experimentan el yogui y el alma cuando ésta pasa a la muerte. Ver Evans-Wentz, Tibetan Yoga and Secret Doctrine, pp. 206, 239.
[24] Ver The Vedantasara of Sadananda, traducido con introducción, texto sánscrito y comentarios, por Swami Nikhilananda (Mayavati, 1931).
[25] Los cinco elementos de acuerdo con el sistema chino son tierra, fuego, agua, madera y oro.
[26] Traducido de Richard Wilbelm, Chinesische Märchen (Jena, Eugen Diederichs Verlag, 1921), pp. 29-31.
[27] Reverendo Richard Taylor, Te Ika a Maui, or New Zealand and its Inhabitants (Londres, 1855), pp. 14-15.
[28] El pequeño círculo bajo la porción principal de la figura 13. Comparar con el Tao chino, nota, p. 142, supra.
[29] Kenneth P. Emory, “The Tuamotuan Creation Charts by Paiore”, Journal of the Polynesian Society, vol. 48, N° 1 (marzo, 1939), pp. 1-29.
[30] Ibid., p. 12.
[31] Chandogya Upanishad, 3.19.1-3.
[32] A. S. Eddington, The Nature of the Physical World (The Macmillan Company, 1928), p. 83 [hay traducción española].
[33] “La entropía siempre va en aumento.” (Ver de nuevo Eddington, op. cit., pp. 63 ss.)
[34] Ta’aroa (dialecto tahitiano) es Tangaroa (ver lám. XX).
[35] Kenneth P. Emory, “The Tahitian Account of Creation by Mare”. Journal of the Polynesian Society, vol. 47, N° 2 (junio, 1938), pp. 53-54.
[36] E. A. Wallis Budge, The Gods of the Egyptians (Londres, 1904), vol. I, pp. 282-292.
[37] Kalika Purana, I (traducción de Heinrich Zimmer, The King and the Corpse, The Bollingen Series IX, Pantheon Books, 1948, pp. 239 ss.)
[38] Brihadaranyaka Upanishad, 1. 4. 1-5; traducción de Swami Madhavananda (Mayavati, 1934). Compárese con el motivo popular de la huida con transformación, supra, p. 183. Ver también Cypria 8, donde a Némesis “le repugna acostarse con su padre Zeus” y huye de él, tomando forma de peces y de otros animales (citado por Ananda K. Coomaraswamy, Spiritual Power and Temporal Authority in the Indian Theory of Government, American Oriental Society, 1942, p. 361).
[39] Mundaka Upanishad, 2. 2. 5.
[40] Zohar, I, 91b. Citado por C. G. Ginsburg, The Kabbalah, its Doctrines, Development and Literature (Londres, 1920), p. 116.
[41] Taittiriya Upanishad, 3. 10. 5.
[42] Las mitologías del suroeste de los Estados Unidos describen esa emergencia con gran detalle; también las historias de creación de los berberiscos cabila de Argelia. Ver Morris Edward Opler, Myths and Tales of the Jicarilla Apache lndians (“Memoirs of the American Folklore Society”, N° 31, 1938); y Leo Frobenius y Douglas C. Fox, African Génesis (Nueva York, 1927), pp. 49-50.
[43] George Grey, Polynesian Mythology and Ancient Traditional History of the New Zealand Race, as furnished by their Priests and Chiefs (Londres, 1855), pp. 1-3.
[44] Teogonía, 116 ss. En la versión griega, la madre no se niega, sino que ella misma da la hoz.
[45] Comparar con la polaridad maorí de Mahora-nui-a-rangi y Maki, p. 246, supra.
[46] S. N. Kramer, op. cit., 40-41.
[47] Ginmungagap, el vacío, el abismo del caos en el cual todo regresa al fin del ciclo (“Ocaso de los Dioses”) y del cual todo surge de nuevo después de una etapa intemporal de reincubación.
[48] Edda en prosa, “Gylfaginning”, IV-VIII (de la traducción de Arthur Gilchrist Brodeur; The American Scandinavian Foundation, Nueva York, 1916). Ver también Edda poética, “Voluspa”.
La Edda poética es una colección de treinta y cuatro antiguos poemas noruegos que tratan de los dioses y héroes paganos germánicos. Los poemas fueron compuestos por un grupo de cantores y poetas en varias partes del mundo vikingo (y por lo menos uno, en Groenlandia) durante el período 900-1050 d.C. La colección se completó aparentemente en Islandia.
La Edda en prosa es un manual para poetas jóvenes, escrito en Islandia por el maestro-poeta y jefe cristiano Snorri Sturluson (1178-1241). Resume los mitos paganos germánicos y reseña las reglas retóricas de esta clase de poesía.
La mitología documentada en estos textos revela un temprano estrato campesino (asociado con el productor del trueno, Tor), y otro estrato aristocrático posterior (el de Wotan-Odín). Y en tercer lugar, un claro complejo fálico (Nyorth, Freya y Frey), Influencias poéticas irlandesas se mezclan con los temas clásicos y orientales en su mundo grotescamente humorístico, pero profundamente preñado de formas simbólicas.
[49] “Épica de la Creación”, tablilla IV, versos 35-143, adaptado de la traducción de L. W. King, Babylonian Religion and Mythology (Londres y Nueva York; Kegan Paul, Trench, Trübner and Co. Ltd., 1899), pp. 72-78.
[50] Ver Dante, “Paraíso”, XXX-XXXII. Ésta es la rosa abierta por la cruz a la especie humana.
[51] Génesis, 3:7.
[52] Una amplia distinción puede hacerse entre las mitologías de los verdaderamente primitivos (los pueblos cazadores, pescadores, recolectores de raíces y de frutos), y los de las civilizaciones que surgieron siguiendo el desarrollo de las artes de la agricultura, el pastoreo y la lechería, hacia 6000 a.C. La mayor parte de lo que llamamos primitivo es en realidad colonial, difundido desde algún elevado centro cultural y adaptado a las necesidades de una sociedad más sencilla. Con el objeto de evitar el término equívoco “primitivo”, llamo a las tradiciones degeneradas o no desarrolladas “mitologías populares”. El término es adecuado a las finalidades del presente estudio elemental y comparativo de las formas universales, pero ciertamente no sería de utilidad para un análisis histórico estricto.
[53] George Bird Grinnell, Blackfoot Lodge Tales (Nueva York, Charles. Scribner’s Sons, 1892, 1916), pp. 137-138.
[54] J. S. Polack, Manners and Customs of the New Zealanders, (Londres, 1840), vol. I, p. 17. Ver este cuento como un mito cosmogónico sería tan inadecuado como ilustrar la doctrina de la Trinidad con un párrafo del cuento infantil “Marienkind” (Grimm, N° 3).
[55] Harva, op. cit., p. 109, que cita a S. Kraseninnikov, Opisanie Zemli, Kamcatki (San Petersburgo, 1319), vol. II, p. 101.
[56] Harva, op. cit., p. 109, que cita a Potanin, op. cit., vol. II, p. 153.
[57] P. J. Meier, Mythen und Erzählungen der Küstenbewohner der Gazelle-Halbinsel (Neu-Pommern) (Anthropos Bibliothek, Band I, Heft 1, Münster I. W., 1909), pp. 15-16.
[58] Ibid., pp. 59-61.
[59] “El universo no actúa en su conjunto como si estuviera bajo eficiente control y supervisión personal. Cuando escucho algunos himnos, sermones y plegarias que dan por seguro o afirman con simplicidad ingenua que este vasto cosmos despiadado, con todos los monstruosos accidentes que entraña, es como una guía cuidadosamente planeada y conducida por una persona, recuerdo la hipótesis más razonable de una tribu del oriente de África. ‘Dicen —escribe un observador— que aunque Dios es bueno y deseó el bien para todos, tiene por desgracia un hermano medio tonto que siempre interfiere con lo que Él hace’. Eso, por lo menos, guarda alguna semejanza con los hechos. El hermano medio tonto de Dios podría explicar algunas de las deprimentes y absurdas tragedias de la vida, que la idea de un individuo omnipotente, de ilimitada buena voluntad para cada una de las almas, no puede explicar de ninguna manera.” (Harry Emerson Fosdick, As I See Religion, Nueva York, Harper and Brothers, 1932, pp. 53-54.)
[60] Harva, op. cit., pp. 114-115 citando a W. Radloff, Proben der Volksliteratur der türkischen Stämme Sud-Siberiens (San Petersburgo, 1866-70), vol. I, p. 285. Libertándose de las asociaciones cosmogónicas, el aspecto negativo del payaso demonio de la fuerza demiúrgica ha llegado a ser un gran favorito en los cuentos que persiguen como fin la diversión. Un ejemplo vívido es el Coyote de las planicies americanas. Reineke Fuchs, Renard —el Zorro— es una encarnación europea de esta figura.