[1] Cuentos de hadas de Grimm, N° 1, "El rey rana".
[2] Psicopatología de la vida cotidiana.
[3] Evelyn Underhill, Mysticism, A study on the Nature and Development of Man's Spiritual Consciousness (Nueva York, E. P. Dutton and Co., 1911), parte II, "The Mystic Way". cap. II, "The Awakening of the Self".
[4] Sigmund Freud, Introducción al psicoanálisis. IV. "Teoría sexual"; "La angustia". Obras Completas, ed. cit., p. 264.
[5] Malory, Le Morte d'Arthur, I, XIX. Esta persecución del ciervo y la visión de la "bestia", marca el principio de los misterios asociados con la búsqueda del Santo Grial.
[6] George A. Dorsey and Alfred L. Kroeber, Traditions of the Arapaho (Field Columbia Museum, Publication 81, Anthropological Series, Vol. V: Chicago, 1903), p. 300. Reproducido en la obra de Stith Thompson Tales of the North American Indians (Cambridge, Mass., 1929), p. 128.
[7] C. G. Jung, The Integration of Personality (Nueva York y Toronto; Farrar and Rinehart, Inc., 1939), p. 128.
[8] Wilhelm Stekel, Die Sprache des Traumes (Wiesbaden: Verlag von J. F. Bergmann, 1911), p. 352. El Dr. Stekel señala la relación entre el color rojo sangre y el pensamiento de la sangre que expectoran los tuberculosos.
[9] Reproducido con el permiso de los editores de Henry Clarke Warren, Buddhism in Translations (Harvard Oriental Series, 3; Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1896), pp. 56-57.
[10] En la sección anterior y a través de las siguientes páginas, no he intentado agotar las evidencias. Haberlo hecho en la forma en que, por ejemplo, lo hace Frazer en La rama dorada hubiera alargado prodigiosamente mis capítulos, sin aclarar la línea básica del monomito. En vez de eso, doy en cada sección unos pocos ejemplos destacados de un grupo de tradiciones representativas ampliamente difundidas. Durante el curso de mi trabajo, cambio gradualmente mis fuentes de información, para que el lector pueda apreciar las cualidades peculiares de los diferentes estilos. Cuando el lector llegue a la última página habrá revisado un número inmenso de mitologías. Si deseara comprobar las citas de cada sección del monomito, sólo necesita consultar algunos de los volúmenes enumerados en las notas y revisar unas cuantas de las múltiples fábulas, que han servido como fuentes.
[11] Proverbios. I; 24-27, 32.
[12] "Los libros espirituales citan este proverbio latino que ha aterrorizado mis de un alma" (Ernest Dimnet, The Art of Thinking, Nueva York, Simon and Schuster, Inc., 1929, pp. 203-2
[13] Francis Thompson, The Hound of Heaven, primeras líneas.
[14] Ibid, conclusión.
[15] Ovidio, Metamorfosis, I, 504-553.
[16] Supra. p. 12.
[17] Freud; complejo de castración.
[18] Jung. The Integration of the Personality, pp. 104, 106.
[19] La serpiente (en mitología es un símbolo de las aguas terrestres), corresponde precisamente al padre de la perseguida ninfa, Dafne, al río Peneo.
[20] Grimm, N° 50.
[21] Las mil y una noches, traducción de R. Cansinos Assens (Aguilar, México, 1954), vol. I, pp. 531-538.
[22] Génesis, 19:26.
[23] Werner Zirus, Ahasverus, der Ewige Jude (Stoff-und Motivgeschichte der deutschen Literatur 6, Berlín y Leipzig, 1930), p. 1.
[24] Supra, p. 58.
[25] Véase Otto Rank, Art and Artist, traducción de Charles Francis Atkinson (Nueva York, Alfred A. Knopf, Inc., 1943), pp. 40-41. "Si comparamos el tipo neurótico con el creador es evidente que el primero sufre de un control excesivo en su vida impulsiva… Ambos se distinguen fundamentalmente del tipo medio, que se acepta a sí mismo tal como es, por la tendencia a ejercitar su voluntad en reformarse a sí mismo. Hay, sin embargo, la siguiente diferencia: que el neurótico, al rehacer voluntariamente su ego, no pasa por encima del trabajo destructivo preliminar y por lo tanto, es incapaz de apartar el proceso creativo completo de su propia persona y de transferirlo a una abstracción ideológica. El artista creador también empieza… con la recreación de sí mismo que resulta en un ego ideológicamente construido [pero en su caso] este ego está en la posición en que puede trasladar la fuerza de voluntad creadora de su propia persona a representaciones ideológicas de esa persona y, por lo tanto, darle objetividad. Debe admitirse que este proceso está limitado al individuo mismo, y no sólo a sus aspectos constructivos sino a los destructivos. Esto explica por qué es difícil que cualquier trabajo creador salga adelante sin crisis mórbidas de naturaleza 'neurótica'."
[26] Abreviado de Las mil y una noches, ed. cit, vol. I, pp. 1072-1082.
[27] Bruno Gutmann, Volksbuch der Wadschagga (Leipzig, 1914), p. 114.
[28] Washington Matthews, Navaho Legends (Memoirs of the American Folklore Society, vol. V, Nueva York, 1897), p. 109.
El polen es el símbolo de la energía espiritual entre los indios americanos del Suroeste. Se usa profusamente en todos los ceremoniales, para apartar el mal y como para señalar el camino simbólico de la vida. (Para un estudio del simbolismo navajo de la aventura del héroe ver Jeff King, Maud Oakes y Joseph Campbell. Where the Two came to their Father, A Navaho Ceremony, The Bollingen Series I, Pantheon Books, N. Y., 1943, pp. 53-84.)
[29] Dante, "Paraíso", XXXIII, 12-21.
[30] Véase Oswald Spengler, La decadencia de Occidente (traducción de Manuel García Morente; Espasa Calpe, Madrid, 1944,1, pp. 220-1).
"Napoleón —dice Spengler— como persona empírica, hubiera podido caer en Marengo, pero lo que él significaba se hubiera realizado entonces en otra forma." El héroe, que en este sentido y en este grado se ha despersonalizado, encarna durante el período de su acción trascendental, el dinamismo del proceso cultural; "entre él, como hecho, y los demás hechos, existe una armonía metafísica" (ibid., p. 218). Esto corresponde a la idea del Héroe Rey de Thomas Carlyle, como "Ableman" (On Herord, Hero-Worship and The Heroic in History, Lecture VI).
[31] Durante los tiempos helénicos, una amalgama de Hermes y de Thoth se efectuó en la figura de Hermes Trismegisto, "Hermes Tres Veces Grande", quien era el patrón y maestro de todas las artes y especialmente de la alquimia. La retorta sellada "herméticamente", en que eran colocados los metales místicos, se veía como un reino aparte —una región especial de fuerzas intensificadas comparables a las del reino mitológico—; y allí los metales sufrían extrañas metamorfosis y trasmutaciones, simbólicas de las transformaciones del alma bajo el tutelaje de lo sobrenatural. Hermes era el maestro de los antiguos misterios de la iniciación y representaba el descenso de la sabiduría divina en el mundo, también representada en las encarnaciones de los salvadores divinos. (Ver infra, pp. 310-314). (Ver C. G. Jung, Psychologie and Alchemie, Zurich: Rascher Verlag, 1944; también Jung, The Integration of Personality, Cap. v, "The Idea of Redemption in Alchemy".)
[32] El siguiente sueño proporciona una vivida idea de la fusión de los opuestos en el inconsciente: "Soñé que pasaba por una calle de burdeles y me había dirigido a una de las mujeres. Cuando entré, ella se convirtió en un hombre que yacía medio desnudo en un sofá. Dijo: ‘¿No te molesta (que ahora sea yo hombre)?’ El hombre era viejo, y tenía quemaduras blancas. Me recordó a cierto jefe forestal que era amigo de mi padre." (Wilhelm Stekel, Die Sprache des Traumes, pp. 70-71). "Todos los sueños —observa el Dr. Stekel— tienen una tendencia bisexual. Cuando la bisexualidad no se percibe, está escondida en el contenido latente del sueño" (ibid., p. 71).
[33] El pozo es simbólico del inconsciente. Comparar con el del cuento de hadas del Rey Rana, supra, pp. 53-54.
[34] Compárese con la rana del cuento de hadas. En la Arabia anterior a Mahoma, los genios (singular: m. Jinni, f. Jinniyah) eran los demonios que se aparecían en los desiertos y la soledades. Peludos y mal formados, o con forma de animales: avestruces o serpientes, eran un peligro para las personas indefensas. El profeta Mahoma admitió la existencia de estos espíritus (Corán, XXXVII, 158) y los incorporó a su sistema, que reconoce tres inteligencias creadas debajo de Alá: ángeles formados de luz, genios de fuego sutil, y el Hombre, del polvo de la tierra. El "genio" de Mahoma tiene el poder de tomar la forma que desee, pero no más sólida qué la esencia del fuego y del humo y por medio de ellos se hacen visibles a los mortales. Hay tres clases de genios: voladores, caminantes y buzos. Muchos de ellos se supone que han aceptado la verdadera fe, y son vistos como buenos; el resto son malos. Estos últimos viven y trabajan asociados íntimamente con los Ángeles Caídos, cuyo jefe es Iblis ("el que hace desesperar").
[35] Un ifrit —o efrit— (ifritah) es un jinni (jinniyah) poderoso. Los marid son una clase de genios particularmente fuertes y peligrosos.
[36] Adaptado de Las mil y una noches, ed. cit., vol. I, pp. 1079-1083.
[37] Compárese con la serpiente del sueño, supra, p. 64.
[38] Leonhard S. Schultze, Aus Namaland und Kalahari (Jena, 1907), p. 392.
[39] Ibid., pp. 404, 448.
[40] David Clement Scott, A Cyclopaedic Dictionary of the Mang’anja Language spoken in British Central Africa (Edimburgo, 1892), p. 97.
Compárese con el siguiente sueño de un niño de doce años: "Una noche soñé con un pie. Parecía que estaba en el suelo, y yo, que no lo esperaba, caí encima de él. Parecía ser de la misma forma que mi propio pie. El pie saltó repentinamente y empezó a correr detrás de mí; creo que yo saltaba por una ventana y corría desde el patio hacia la calle, tan rápido como mis piernas podían llevarme. Creo que corría hacia Woolwich, pero el pie me alcanzó y me sacudió; entonces desperté. He soñado con este pie varias veces."
El muchacho había escuchado la noticia de que su padre, que era marino, había tenido un accidente y se había roto el tobillo. (C. W. Kimmins, Children’s Dreams, An Unexplored Land; Londres, George Allen and Unwin, Ltd., 1937, p. 107.) "El pie —escribe el doctor Freud— es un símbolo sexual antiquísimo que aparece ya en el mito" (Una teoría sexual, Obras Completas, op. cit., p. 789). Debe tenerse en cuenta que la palabra Edipo significa "el de los pies hinchados".
[41] Compárese J. V. Mansikka en la Encyclopaedia of Religion and Ethics de Hastings, Vol. IV, p. 628; artículo "Demons and Spiritus (Slavic)". Los artículos, obra de un grupo de autoridades, reunidos en este volumen bajo el encabezado general de "demonios y espíritus" (menciona algunos de los de África, Oceanía, Asirio-Babilonia, budistas, célticos, chinos, cristianos, egipcios, griegos, hebreos, hindúes jainistas, japoneses, judíos, musulmanes, persas, romanos, eslavos, teutones, y variedades tibetanas) son una excelente introducción a la materia.
[42] Ibid., p. 639. Comparar con Lorelei. El estudio de Mansikka sobre los espíritus eslavos del bosque, del campo y del agua está basado en la obra de Hanus Máchal. Nákres slovanského bájeslovi (Praga, 1891), un resumen del cual se puede encontrar en la Slavic Mithology de Máchal. (The Mithology of alt Races, vol. III; Boston, 1918.)
[43] En los tiempos de Alejandro, Pan se identificaba con la divinidad itifálica egipcia Min, quien era, entre otras cosas, el guardián de los caminos desiertos.
[44] Comparar con Dionisos, la gran contraparte tracia de Pan.
[45] Wilhelm Stekel, Fortschritte und Technik dar Traumdeutung (Viena-Leipzig-Berna, Verlag für Medizin, Weidman und Cie., 1935), p. 37. El guardián simboliza, de acuerdo con el Dr. Stekel "conciencia, o si se prefiere, el agregado de toda la moralidad y restricciones que se presentan en la conciencia". "Freud —continúa el Dr. Stekel— describiría al guardián como el ‘superego’. Pero en realidad es sólo un ‘interego’. La conciencia previene la intervención de los deseos peligrosos y de las acciones inmorales. Éste es el sentido con que deben interpretarse los guardianes, policías y oficiales en los sueños en general" (ibid., pp. 37-38).
[46] A. R. Radcliffe Brown, The Andaman Islanders (2a edición, Cambridge University Press, 1933). pp. 175-177.
[47] Una serpiente marina marcada con rayas de colores oscuros y claros, más o menos temida cuando es vista.
[48] R. H. Codrington, The Melanesians, their Anthropology and Folklore (Oxford University Press, 1891), p. 189.
[49] Jataka, 1:1. Resumido de la traducción de Eugene Watson Burlingame, Buddhist Parables (Yale University Press, 1922), pp. 32-34.
[50] Se ha señalado que esta aventura del príncipe Cinco Armas es el primer ejemplo conocido de la celebrada historia universal del niño-brea, del folklore popular. (Ver Aurelio M. Espinosa: “Notes on the Origin and History of the Tar-baby Story”, Journal of American Folklore, 43,1939, pp. 129-209; “A New Classification of the Fundamental Elements of the Tar-baby Story on the Basis of Two Hundred and Sixty Seven Versions”, ibid, 56, 1943, pp. 31-37, y Ananda P. Coomaraswamy, “A Note on the Stickfast Motif”, ibid, 57, 1944, pp. 128-131).
[51] El trueno (vajra) es uno de los símbolos principales de la iconografía budista, y significa la fuerza espiritual del estado de Buddha (iluminación indestructible) que sacude las realidades ilusorias del mundo. Lo absoluto o Adi Buddha está representado en las imágenes del Tibet como, Vajra-Dhara (tibetano: Dorje-Chang), “Sostenedor del rayo adamantino”.
En las figuras de los dioses que han venido de la antigua Mesopotamia (Sumeria, Acadia, Babilonia y Asiri a) el trueno, en la misma forma que el vajra, es un elemento conspicuo (ver lám. XXI); de ellos lo heredó Zeus.
Sabemos también que entre los pueblos guerreros primitivos, hablan de sus armas como truenos. Sicut in coelo et in terra; el guerrero iniciado es un agente de la voluntad divina, su adiestramiento no consiste solamente en habilidades manuales, sino también en las espirituales. La magia (que es la fuerza sobrenatural del trueno) como también la fuerza física y el veneno químico, da energía letal a sus golpes. Un maestro consumado no requiere ningún arma física; es suficiente con la fuerza de su palabra mágica.
La parábola del príncipe Cinco Armas ilustra este tema. Pero también enseña que el que confía o se enorgullece de sus características empíricas o meramente físicas está completamente perdido. “Aquí tenemos el retrato de un héroe —escribe el Dr. Coomaraswamy— que entra en la experiencia estética (los ‘cinco puntos’ son los cinco sentidos), pero que es capaz por una superioridad moral intrínseca, de libertarse a sí mismo y de libertar a otros” (Journal of American Folklore, 57, 1944, p. 129).
[52] Jataka, 55: 1, 272-275. Adaptado, ligeramente abreviado de la traducción de Eugene Watson Burlingame, op. cit., pp. 41-44. Reproducido con autorización de Yale University Press, editores.
[53] Nicolás de Cusa, De Visione Dei, 9:11, citado por Ananda K. Coomaraswamy, “On the One and Only Transmigrant” (Supplement to the Journal of the American Oriental Society, abril-junio, 1944), p. 25.
[54] Ovidio, Metamorfosis, VII, 62; XV, 338
[55] Supra, p. 71.
[56] Longfellow, The Song of Hiawatha, VIII. Las aventuras atribuidas por Longfellow al héroe iroqués Hiawatha pertenecen propiamente al héroe cultural algonquino Manabozho. Hiawatha es un personaje histórico real del siglo XVI. Ver nota, p. 268, infra.
[57] Leo Frobenius, Das Zeitalter des Sonnengottes (Berlín, 1904), p. 85.
[58] Henry Callaway, Nursery Tales and Traditions of the Zulus (Londres, 1868), p. 331.
[59] Ananda K. Coomaraswamy, “Akimcanna: Self-Naughting” (New Indian Antiquary, vol. III, Bombay, 1940), p. 6, nota 14, donde cita y discute a Tomás de Aquino, Summa Theologica, I, 63, 3.
[60] El sarcófago o ataúd es alternativa del vientre de la ballena. Compárese con Moisés entre los juncos.
[61] Sir James G. Frazer, La rama dorada (Fondo de Cultura Económica, México, 1956), p. 404.
[62] Duarte Barbosa, A Descriptíon of the Coasts of East Africa and Malabar in the Begirming of the Sixteenth Century (Hakluyt Society, Londres, 1866), p. 172; citado por Frazer, op. cit., p. 323.
Éste es el sacrificio que rehusó el rey Minos cuando retuvo el toro de Poseidón. Como ha demostrado Frazer, el regicida ritual tiene una tradición general en el mundo antiguo. “En la India meridional —dice— el rey gobernaba y terminaba su vida con la revolución del planeta Júpiter alrededor del Sol. En Grecia, por otra parte, el destino del rey parece quedar suspendido de la balanza al cabo de cada ocho años”… “Sin ser demasiado aventurado, podemos conjeturar que el tributo de las siete doncellas y siete donceles que los atenienses tenían obligación de enviar a Minos cada ocho años, tenía alguna relación con la renovación de los poderes reales para otro ciclo óctuplo” (ibid., p. 329). El sacrificio del toro exigido a Minos, entrababa que él mismo había de sacrificarse, según el modelo de la tradición heredada, al terminar el ciclo de ocho años. Pero parece que él ofreció, en su lugar, el sustituto de los jóvenes y las doncellas atenienses. Ello tal vez explica cómo el divino Minos se convirtió en el monstruo Minotauro, el rey autoaniquilado, en el tirano Garra, y el Estado hierático, en el cual cada hombre cumple su papel, en el imperio comerciante, en el cual cada uno marcha por su cuenta. Tales prácticas de sustitución parecen haberse convertido en generales a través de todo el mundo antiguo hada el fin del gran período de los primeros estados hieráticos, durante los milenios tercero y segundo a.C.