La diosa universal hace su aparición ante los hombres bajo una multitud de disfraces, pues los efectos de la creación son múltiples, complejos, y de especies mutuamente contradictorias cuando se experimentan desde el punto de vista del mundo creado. La madre de la vida es al mismo tiempo la madre de la muerte; está enmascarada en las feas demonios de la enfermedad y del hambre.
La mitología astral sumerio-babilónica identificó los aspectos de la hembra cósmica con las fases del planeta Venus. Como estrella matutina era una virgen, como estrella vespertina era una prostituta; como señora del cielo de la noche, era la consorte de la luna. Y cuando se extinguía bajo el brillo del sol era la bruja del infierno. Dondequiera que se extendió la influencia mesopotámica, los rasgos de la diosa recibían la luz de esta estrella cambiante.
Un mito del sur de África, tomado de la tribu Wahungwe Makoni de la Rodesia del Sur, muestra los aspectos de la madre Venus en coordinación con las primeras etapas del ciclo cosmogónico. Aquí el hombre original es la luna; la estrella de la mañana es su primera esposa, la estrella de la tarde la segunda. Así como Väinämöinen salió del vientre por su propia iniciativa, así el hombre de la luna emerge de las aguas abismales. Él y sus esposas son los padres de las creaturas de la tierra. La historia ha llegado hasta nosotros como sigue:
“Maori (Dios) hizo el primer hombre y lo llamó Mwuetsi (luna). Lo puso en el fondo de un Dsivoa (lago) y le dio un cuerno de ngona, lleno de aceite de ngona.[7] Mwuetsi vivía en Dsivoa.
Mwuetsi le dijo a Maori: ‘Quiero ir a la tierra.’ Maori dijo: ‘Te arrepentirás.’ Mwuetsi dijo: ‘No importa, quiero ir a la tierra.’ Maori dijo: ‘Entonces ve a la tierra.’ Mwuetsi salió de Dsivoa y se dirigió a la tierra.
La tierra estaba fría y vacía. No había hierba, ni arbustos, ni árboles. No había animales. Mwuetsi lloró y dijo a Maori: ‘¿Cómo viviré aquí?’ Maori dijo: ‘Te previne. Has empezado a andar un camino al final del cual has de morir. Sin embargo, te daré un ser de tu especie.’ Maori le dio a Mwuetsi una doncella llamada Massassi, la estrella de la mañana. Maori dijo: ‘Massassi será tu mujer por dos años.’ Maori le dio a Massassi un artefacto para hacer fuego.
Por la noche, Mwuetsi fue a una cueva con Massassi. Massassi dijo: ‘Ayúdame, vamos a hacer una fogata. Yo buscaré chimandra (combustible) y tú le darás vueltas a la rusika (parte giratoria del hacedor de fuego).’ Massassi buscó el combustible, Mwuetsi hizo girar la rusika. Cuando el fuego estuvo encendido, Mwuetsi se acostó a un lado y Massassi al otro. El fuego ardió entre ellos.
Mwuetsi pensó para sí: ‘¿Para qué me dio esta doncella Maori? ¿Qué haré con esta doncella, Massassi?’ Cuando fue de noche Mwuetsi tomó su cuerno de ngona, mojó su dedo índice con una gota de aceite de ngona. Mwuetsi dijo: ‘Ndini chaambuka mhiri ne mhirir (voy a saltar por encima del fuego).’[8] Mwuetsi saltó sobre el fuego. Mwuetsi se aproximó a la doncella, Massassi. Mwuetsi tocó el cuerpo de Massassi con el aceite que tenía en el dedo. Luego Mwuetsi regresó a su lecho y se durmió.
Cuando Mwuetsi despertó por la mañana, miró a Massassi. Mwuetsi vio que el cuerpo de Massassi estaba hinchado. Cuando rayó el día, Massassi empezó a dar a luz. Massassi dio a luz hierbas. Massassi dio a luz arbustos. Massassi dio a luz árboles. Massassi no dejó de parir hasta que la tierra estuvo cubierta de hierbas, arbustos y árboles.
Los árboles crecieron. Crecieron hasta que sus copas tocaron el cielo. Cuando las copas de los árboles tocaron el cielo empezó a llover.
Mwuetsi y Massassi vivían en la abundancia. Tenían frutos y grano. Mwuetsi construyó una casa. Mwuetsi hizo una pala de hierro. Mwuetsi hizo una azada y cultivó la tierra. Massassi construyó trampas para peces y atrapó peces. Massassi fue a buscar madera y agua. Massassi cocinó. Así Mwuetsi y Massassi vivieron por dos años.
Después de dos años Maori le dijo a Massassi: ‘El plazo ha terminado.’ Maori tomó a Massassi de la tierra y la llevó a Dsivoa. Mwuetsi lloró a gritos y le dijo a Maori: ‘¿Qué haré sin Massassi? ¿Quién me traerá la madera y el agua? ¿Quién cocinará para mí?’ Mwuetsi lloró durante ocho días.
Por ocho días lloró Mwuetsi. Entonces dijo Maori: ‘Te he prevenido que caminas hacia tu muerte. Pero voy a darte otra mujer. Te daré a Morongo, la estrella de la tarde. Morongo permanecerá contigo durante dos años. Luego me la llevaré.’ Maori le dio Morongo a Mwuetsi.
Morongo llegó a la choza de Mwuetsi. Por la noche, Mwuetsi quiso acostarse a un lado del fuego. Morongo dijo: ‘No te acuestes ahí, acuéstate conmigo.’ Mwuetsi se acostó junto a Morongo. Mwuetsi sacó su cuerno de ngona y puso un poco de aceite en su dedo índice. Pero Morongo dijo: ‘No hagas eso, yo no soy como Massassi. Frótate con aceite de ngona, frótame con aceite de ngona.’ Mwuetsi hizo lo que le dijeron. Morongo dijo: ‘Ahora, ayúntate conmigo.’ Mwuetsi se ayuntó con Morongo. Mwuetsi se fue a dormir.
Al amanecer despertó Mwuetsi. Cuando miró a Morongo vio que su cuerpo estaba hinchado. Cuando llegó el día, Morongo empezó a dar a luz. El primer día, Morongo dio a luz pollos, ovejas y cabras.
La segunda noche Mwuetsi durmió con Morongo otra vez. A la mañana siguiente, ella dio a luz ganado mayor.
La tercera noche Mwuetsi durmió con Morongo de nuevo. Y a la mañana siguiente Morongo dio a luz primero niños y luego niñas. Los muchachos que nacieron por la mañana ya habían crecido al atardecer.
En la cuarta noche Mwuetsi quiso dormir con Morongo de nuevo. Pero empezó una tormenta y Maori habló: ‘Déjala. Vas rápidamente hacia tu muerte.’ Mwuetsi tuvo miedo. La tempestad pasó. Cuando hubo pasado, Morongo le dijo a Mwuetsi: ‘Haz una puerta y úsala para cerrar la entrada de la choza. Maori no podrá ver lo que hacemos y podrás dormir conmigo.’ Mwuetsi hizo una puerta. Con ella cerró la entrada de la choza. Entonces se acostó con Morongo. Después se fue a dormir.
Cerca de la mañana, Mwuetsi despertó. Mwuetsi vio que el cuerpo de Morongo estaba hinchado. Cuando llegó el día, Morongo empezó a dar a luz. Morongo parió leones, leopardos, serpientes y escorpiones. Maori lo vio. Maori le dijo a Mwuetsi: ‘Te previne.’
La quinta noche Mwuetsi quiso dormir con Morongo otra vez. Pero Morongo dijo: ‘Mira, tus hijas han crecido. Ayúntate con tus hijas.’ Mwuetsi miró a sus hijas. Vio que eran hermosas y que habían crecido. De manera que durmió con ellas. Dieron niños a luz. Los niños que nacieron por la mañana ya habían crecido al llegar la noche. Y Mwuetsi se convirtió en el Mambo (rey) de un gran pueblo.
Pero Morongo durmió con la serpiente. Y ya no dio a luz. Vivió con la serpiente. Un día, Mwuetsi volvió a Morongo y quiso dormir con ella. Morongo dijo: ‘Déjame.’ Mwuetsi dijo: ‘Tengo ganas.’ Se acostó con Morongo. Debajo del lecho de Morongo estaba la serpiente. La serpiente mordió a Mwuetsi. Mwuetsi enfermó.
Después de que la serpiente hubo mordido a Mwuetsi, Mwuetsi enfermó. Al día siguiente no llovió. Las plantas se marchitaron. Los ríos y los lagos se secaron. Los animales murieron. La gente empezó a morirse. Mucha gente murió. Los hijos de Mwuetsi preguntaron: ‘¿Qué haremos?’ Los hijos de Mwuetsi dijeron: ‘Consultaremos al hakata (los dados sagrados).’ Los hijos consultaron al hakata. El hakata dijo: ‘Mwuetsi el Mambo está enfermo y muriéndose. Debéis mandar a Mwuetsi a Dsivoa.’
De allí que los hijos de Mwuetsi estrangularan a Mwuetsi y lo enterraran. Enterraron a Morongo con Mwuetsi. Luego escogieron a otro hombre para que fuera Mambo. Morongo también había vivido dos años en el Zimbabwe de Mwuetsi.”[9]
Es claro que cada una de las tres etapas de la procreación representa una época en el desarrollo del mundo. El patrón del proceso ya era conocido casi como si ya lo hubieran observado; esto queda indicado en la advertencia del Más Alto. Pero al Hombre de la Luna, el Poderoso Viviente, no se le negaría la realización de su destino. La conversación en el fondo del lago es el diálogo de la eternidad y del tiempo, el “Coloquio de lo Pasajero”, “ser o no ser”. El indómito deseo triunfa finalmente; el movimiento empieza.
Las mujeres y las hijas del Hombre de la Luna son las personificaciones y los precipitadores de su destino. Con la evolución de su voluntad de creación del mundo, las virtudes y los rasgos de la madre diosa se metamorfosearon. Después del parto del vientre elemental, las primeras dos esposas fueron prehumanas, suprahumanas. Pero cuando prosiguió el ciclo cosmogónico y el momento creciente pasó de sus formas primordiales a sus formas históricas humanas, la señora de los partos cósmicos desapareció y el campo quedó libre a las mujeres de los hombres. Por lo tanto el viejo señor demiúrgico en medio de su comunidad se convirtió en un anacronismo metafísico. Cuando al final se cansó de lo meramente humano y sintió nostalgia por la mujer de su abundancia, el mundo enfermó por un momento bajo la fuerza de su reacción, pero luego se liberó y corrió libremente. La iniciativa pasó a la comunidad de los hijos. Las figuras paternas simbólicas, parecidas a los sueños, sucumbieron en el abismo original. Sólo el hombre permaneció en la tierra completa. El ciclo se había iniciado.