Y bien, ¿cuál es el resultado del pasaje milagroso y del regreso?
El campo de batalla es simbólico del campo de la vida, donde cada criatura vive de la muerte de otra. El caer en la cuenta de la inevitable culpa de vivir puede enfermar el corazón de tal modo que, como Hamlet o como Arjuna, el individuo puede rehusarse a seguir. Por otra parte, como casi todos nosotros, el individuo puede inventar una falsa y finalmente injustificada imagen de sí mismo como un fenómeno excepcional en el mundo, no culpable como los otros, sino justificado de sus inevitables pecados porque representa el bien. Esa rectitud del yo lleva al mal entendimiento, no sólo de uno mismo, sino de la naturaleza del hombre y del cosmos. La meta del mito es despejar la necesidad de esa ignorancia de la vida efectuando una reconciliación de la conciencia del individuo con la voluntad universal. Y esto se efectúa a través de una valoración de la verdadera relación entre los fenómenos pasajeros del tiempo con la vida imperecedera que vive y muere en todos.
“Así como una persona se desprende de sus ropas viejas y se pone otras nuevas, así el Yo encarnado se desprende de sus cuerpos viejos y entra en otros que son nuevos. Las armas no Lo hieren; el fuego no Lo quema; el agua no Lo moja; el viento no Lo marchita. Este Yo no puede ser herido, ni quemado, ni mojado, ni marchitado. Es eterno, lo penetra todo, no cambia, es inmóvil, el Yo es el mismo para siempre.”[38]
El hombre en el mundo de la acción pierde su centramiento en el principio de la eternidad si está ansioso por el resultado de sus hechos. Pero si los entrega con sus frutos en el regazo del Dios vivo, es liberado por ellos, como por medio del sacrificio, de las limitaciones del mar de la muerte. “Haz sin apego el trabajo que tienes que hacer… cédeme todas tus acciones, con la mente concentrada en el Yo, libérate de la nostalgia y del egoísmo, lucha sin dejarte perturbar por la congoja.”[39]
Poderoso en esta intuición, tranquilo y libre en la acción, exaltado de que por su mano haya de correr la gracia de Viracocha, el héroe es el vehículo consciente de la Ley terrible y maravillosa, ya sea que trabaje de carnicero, corredor de caballos o rey.
Gwion Bach, después de haber probado tres gotas de la marmita del veneno y de la inspiración, fue comido por la bruja Caridwen, renació como niño, fue abandonado en el mar, fue encontrado a la mañana siguiente en una red de pescar por un joven infeliz, dolido y desilusionado llamado Elphin, hijo del rico terrateniente Gwyddno, cuyos caballos habían muerto a causa del líquido derramado al romperse la marmita. Cuando los hombres sacaron la bolsa de cuero de la red, la abrieron y vieron la frente del niño, le dijeron a Elphin: “¡Contempla una frente radiante (taliesin)!” “Taliesin ha de llamarse”, dijo Elphin. Tomó al niño en sus brazos y lamentando su desgracia, lo colocó compasivamente detrás de él. Hizo que su caballo, que antes iba al trote, avanzara lentamente, y lo llevó con tanta suavidad como si lo hubiera sentado en la silla más cómoda del mundo. Después, el niño recitó en voz alta un poema en alabanza y consuelo de Elphin, y le predijo honor y gloría.
¡Bello Elphin, deja de lamentarte!
No dejes que nadie se muestre insatisfecho de lo suyo.
La desesperación no ha de traer ventajas.
Ningún hombre ve lo que lo sostiene…
Débil y pequeño como soy,
En la espumeante playa del océano,
Te he de ser el día de la necesidad
De más servicio que trescientos salmones…
Cuando Elphin regresó al castillo de su padre, Gwyddno le preguntó si había hecho una buena pesca, y él le contestó que lo que traía era mejor que el pescado. “¿Y qué es?”, dijo Gwyddno. “Un bardo”, contestó Elphin. Entonces dijo Gwyddno: “¿Y qué beneficio ha de traerte?” Y el niño mismo contestó y dijo: “Le traerá más ganancias que las que el agua te ha traído a ti.” Y preguntó Gwyddno: “¿Sabes hablar siendo tan pequeño?” Y el niño contestó: “Sé mejor hablar que tú sabes preguntar.” “Déjame escuchar lo que sabes decir”, dijo Gwyddno. Entonces Taliesin cantó una canción filosófica.
Un día, el rey celebró una sesión con la corte y Taliesin se colocó en un rincón. “Y cuando los bardos y los heraldos vinieron a cantar alabanzas, a proclamar la fuerza y ‘el poder del rey, en el momento en que pasaron por el rincón en que Taliesin estaba, éste juntó los labios y expeliendo el aire mientras hacía vibrar los labios con el dedo, hizo ‘blerum, blerum.’ Ninguno de ellos le prestó mucha atención mientras pasaban, sino que siguieron adelante hasta que llegaron a presencia del rey, ante el cual hicieron señal de obediencia con sus cuerpos, como debían, sin hablar una sola palabra, pero adelantaron los labios y con los dedos los hicieron sonar: ‘blerum, blerum’, como habían visto hacer al muchacho. Esto le causó asombro al rey y pensó para sí mismo que estarían borrachos. Por lo tanto, ordenó a uno de los señores que le servían que se dirigiera a ellos y expresara el deseo de que volvieran a sus cabales, y que consideraran el lugar en que se encontraban y lo que era adecuado que hicieran. Así lo hizo prestamente el señor. Pero ellos no suspendieron sus tonterías. Después el rey envió por segunda vez al señor que les había hecho advertencias antes, y por tercera vez, pidiendo que abandonaran la estancia real. Por fin el rey ordenó a uno de sus escuderos que golpeara al jefe de ellos, llamado Heinin Vardd; y el escudero tomó una escoba y lo golpeó en la cabeza, de manera que cayó sentado en su silla. Entonces se puso de rodillas e imploró la gracia del rey para demostrar que aquella irreverencia no era por falta de conocimiento, ni por embriaguez, sino por influencia de algún espíritu que estaba en el salón. Después de lo cual Heinin habló de esta manera: ‘Oh rey honorable, que vuestra gracia sepa que no hemos enloquecido por la fuerza de la bebida, o por mucho licor; estamos mudos, sin fuerza para hablar, como hombres embriagados, por la influencia de un espíritu que está sentado en aquel rincón con la forma de un niño.’ El rey ordenó al escudero que lo fuera a buscar y éste fue al taburete donde estaba sentado Taliesin y lo trajo ante el rey, quien le preguntó qué era y de dónde venía. Taliesin contestó al rey en verso.
Para Elphin soy el primer bardo en jefe.
Mi país original es la región de las estrellas del verano;
Idno y Heinin me llaman Merddin,
Pero más tarde los reyes han de llamarme Taliesin.
Estuve con mi Señor en la más alta esfera,
Caí con Lucifer en las profundidades del infierno.
He llevado un pendón ante Alejandro;
Sé los nombres de las estrellas de norte a sur;
He estado en la galaxia en el trono del Distribuidor;
Estuve en Canaán cuando Absalón fue muerto;
Llevé el Espíritu Divino al nivel del valle de Hebrón;
Estuve en la corte de Don antes de que naciera Gwdion.
Fui instructor de Eli y de Enoc;
Me dio alas el genio del espléndido báculo;
He sido locuaz desde antes de que me fuera dado el don de la palabra;
Estuve en el lugar de la Crucifixión del Misericordioso Hijo de Dios;
He sido tres veces aprisionado en la prisión de Arianrod;
He sido jefe máximo de los trabajos de la torre de Nemrod:
Soy un milagro cuyo origen no se conoce.
He estado en Asia en el Arca con Noé,
He visto la destrucción de Sodoma y Gomorra;
Estuve en la India cuando Roma fue construida,
Y ahora vengo aquí, a las ruinas de Troya.
Estuve con mi Señor en el pesebre del asno;
Conforté a Moisés a través de las aguas del Jordán;
He estado en el firmamento con María Magdalena;
Obtuve la musa del caldero de Caridwen;
He sido el bardo del arpa de Lleon de Lochlin.
He estado en la Colina Blanca, en la corte de Cynvelyn,
Estuve por un día y un año en cepo y grilletes,
He sufrido hambre por el Hijo de la Virgen,
Me he nutrido en la tierra de la Deidad,
He sido el maestro de todas las inteligencias,
Soy capaz de instruir al universo entero.
Estaré sobre el rostro de la tierra hasta el día del juicio
Y no se sabe si mi cuerpo es de carne o de pescado.
Luego, estuve durante nueve meses
En el vientre de la bruja Caridwen;
Originalmente fui el pequeño Gwion,
Y ahora soy Taliesin.
Y cuando el rey y sus nobles hubieron oído la canción, mucho se maravillaron, porque nunca habían escuchado nada así de un muchacho tan joven.”[40]
La parte mayor de la canción del bardo está dedicada al Imperecedero, que vive en él, y sólo una breve estrofa a los detalles de su biografía personal. Los que escuchan están orientados al Imperecedero y reciben incidentalmente unas cuantas informaciones. Aunque Gwion había temido a la terrible bruja, había sido tragado y había renacido. Después de haber muerto su ego personal, se levantó establecido en el Yo.
El héroe es el campeón de las cosas que son, no de las que han sido, porque el héroe es. “Antes de que Abraham fuera, yo soy.” Él no equivoca la aparente invariabilidad del tiempo con la permanencia del Ser, ni teme los momentos venideros (ni la “otra cosa”), como destructores de la permanencia con su propio cambio. “Nada retiene su propia forma; pero la Naturaleza, la gran renovadora, sigue haciendo formas de las formas. Por eso nada perece en el universo, sino que varía y renueva su forma.”[41] Así es posible permitir la llegada del momento venidero. Cuando el Príncipe de la Eternidad besó a la Princesa del Mundo, su resistencia se aplacó. “Abrió los ojos, despertó y lo miró amistosamente. Juntos bajaron las escaleras; el rey despertó, lo mismo que la reina y toda la corte, y se miraron los unos a los otros con ojos asombrados. Y los caballos de la corte se levantaron y se sacudieron; y los perros de caza brincaron y movieron las colas, los palomos del techo sacaron las cabezas menudas de debajo de las alas, miraron a su alrededor y volaron por el campo; las moscas que estaban en la pared empezaron a caminar; el fuego de la cocina se encendió, llameó y cocinó la comida; el asado empezó a humear; el cocinero le dio al pinche un manotazo en la oreja que lo hizo aullar; y la criada terminó de desplumar el pollo.”[42]