LA CAMPAÑA DE MESOPOTAMIA

El Imperio otomano representaba una amenaza constante para los intereses británicos. Por el oeste lindaba con el Canal del Suez, la ruta más rápida para conectar los puertos británicos con la India.

En febrero de 1915 los turcos lanzaron una tímida ofensiva contra el canal, que fue fácilmente rechazada por las tropas británicas que ocupaban Egipto. Esta incursión, unida a la inesperada resistencia turca en Gallípoli, hizo saltar las alarmas, por lo que se procedió a reforzar este frente con más tropas y a planear un ataque en dirección a Palestina.

Por el este, la amenaza no era menor. Los turcos y los alemanes estaban alentando una revuelta islámica en la India lo que, unido a la importancia de los pozos de petróleo de la región, aconsejaba emprender una acción en Mesopotamia. En noviembre de 1914 los británicos habían ocupado Basora por la necesidad de proteger los pozos de petróleo del sur de Persia y la refinería de Abadán.

En julio de 1915, una fuerza anglo-india, al mando del general sir Charles Townshend, partió de la ocupada Basora para tomar las ciudades de Nasiriya, a orillas del Éufrates, y de Amara, junto al Tigris. Pero la meta final era la mítica Bagdad, a casi 400 kilómetros hacia el norte, por lo que Townshend decidió tomar en septiembre Kut-el-Amara como base principal, al estar situada a medio camino de su objetivo final.

Pero los turcos no se cruzaron de brazos y comenzaron a establecer una sólida línea fortificada en Tesifonte, a 32 kilómetros al sur de Bagdad. Tras tomar Kut-el-Amara, los británicos intentaron el asalto de las defensas otomanas para tomar Bagdad, pero a finales de noviembre ya quedó claro que esta sólida muralla no podría ser penetrada. Townshend, que sufrió dificultades de aprovisionamiento al hallarse a 900 kilómetros del puerto de Basora, decidió retirarse hacia Kut-el-Amara, en espera de refuerzos.

Las fuerzas otomanas pasaron entonces a la ofensiva, poniendo sitio a Kut-el-Amara. Allí tendría que resistir Townshend con 11.600 soldados, y munición y víveres para dos meses. El asedio fue una dura prueba para esos abnegados hombres; los refuerzos británicos que acudieron en su auxilio no lograron abrirse paso, e incluso un barco cargado de alimentos que remontaba el Tigris con destino a Kut-el-Amara fue interceptado por los turcos. El hambre, la sed, los mosquitos, las enfermedades y la tensión provocada por continuos bombardeos y asaltos simulados hizo mella en los sitiados, que en abril tuvieron que comerse sus caballos. El gobierno británico, para salvar de la muerte a sus compatriotas evitándoles una humillante rendición, ofreció dos millones de libras esterlinas en oro a cambio de su liberación, una propuesta que fue rechazada por los turcos, perplejos por ese ofrecimiento tan poco acorde con el honor militar.

Finalmente, el 29 de abril se rindió la heroica guarnición de Kut-el-Amara. Los 9.600 supervivientes fueron hechos prisioneros; de ellos, más de la mitad moriría durante el traslado a los campos de internamiento o durante su estancia en ellos, a causa del hambre o los malos tratos. En cambio, Townshend recibiría trato de favor de sus captores, que lo alojaron en una lujosa villa cercana a Constantinopla en la que se le permitiría incluso salir de caza; no obstante, el general afirmó más tarde que siempre tenía presentes las tribulaciones que el destino había reservado a sus hombres…

En la segunda mitad de 1916, las tropas destinadas al frente de Mesopotamia recibieron más atención del gobierno de Londres, que estaba decidido a vengar esa humillante derrota. En diciembre, los británicos ya habían recuperado la moral de victoria y estaban preparados y dispuestos para tomar Kut-el-Amara, con el fin de intentar nuevamente la conquista de Bagdad. Avanzando gradualmente, las tropas dirigidas ahora por el metódico general sir Frederick Stanley Maude lograron apoderase de Kut-el-Amara el 24 de febrero de 1917, aunque la guarnición turca pudo evitar el cerco y escapar hacia el norte para proteger los accesos a Bagdad.

El lento pero seguro avance de los británicos, en el que se iban estableciendo sólidas líneas de aprovisionamiento, anunciaba que todo sería ahora muy diferente. En la lucha por Bagdad, los turcos no fueron capaces de contener el asalto de los motivados atacantes ingleses y optaron por abandonar la ciudad, que fue ocupada por los hombres de Maude el 11 de marzo.

En septiembre acabó de asegurarse la posición británica en este frente mediante nuevos avances, y en noviembre los turcos fueron definitivamente expulsados de Mesopotamia. Sin embargo, el general Maude no pudo disfrutar de las mieles del triunfo, al fallecer víctima del cólera el 18 de noviembre de 1917. Pero se despidió orgulloso de haber cumplido la misión que se le había encomendado; la bandera británica ondeaba ahora sobre la legendaria ciudad de las mil y una noches.