DESESPERACIÓN O HEROÍSMO

La guerra finalizaría en noviembre de 1918, pero la marina de guerra alemana aún protagonizaría, siete meses después de callar las armas, un hecho destacable. El escenario fue la bahía de Scapa Flow.

En esta base naval británica había quedado confinada en noviembre de 1918 la escuadra germana, compuesta de 74 navíos, como garantía del armisticio. Como oficial al mando de la flota se encontraba el almirante Ludwig von Reuter. Sus tripulantes, vigilados en todo momento por los ingleses, se encargaban del mantenimiento de los buques. Bien pronto, la antigua flota del káiser se convirtió en una especie de atracción turística. Muchos ingleses, deseosos de contemplar la escuadra que había combatido a la Royal Navy en la batalla de Jutlandia, se desplazaron a las Orcadas con este único fin.

Mientras tanto, las condiciones de vida de los marineros alemanes se iban deteriorando, puesto que estaban obligados a permanecer en todo momento a bordo de los barcos cuando estos —al contrario que los británicos— no estaban preparados para permitir en ellos largas estancias. El hecho de no poder bajar a tierra alimentó la tensión de los tripulantes, entre los que comenzaban a tener predicamento las consignas revolucionarias. Pero los alemanes no estaban dispuestos a continuar soportando estas humillaciones, que podían verse multiplicadas si, como todo parecía indicar, los ingleses se apoderaban finalmente de la flota e izaban la Union Jack en sus mástiles.

El 21 de junio de 1919, el almirante Reuter aprovechó la salida de la flota británica de Scapa Flow en un ejercicio de maniobras para ordenar el hundimiento de sus propios barcos. Con esta drástica decisión pretendía asestar un último golpe a sus antiguos enemigos. Los marineros germanos, abriendo los grifos de fondo para inundar las naves, lograron echar a pique 51 buques, incluyendo diez acorazados —entre ellos el SMS Bayern, el SMS Kronprinz Wilhelm o el SMS Friedrich der Grosse—, cinco cruceros de batalla —como el SMS Hindenburg— y cinco cruceros más.

Esta operación, que para algunos supuso un acto de cobarde desesperación y para otros una muestra de heroísmo, se saldó también con la muerte de nueve marineros alemanes, que recibieron sendos disparos de soldados ingleses que pretendían impedir el hundimiento de los barcos. Estos muertos serían sumados a la larga lista de víctimas de la Primera Guerra Mundial[17].

En la actualidad, los submarinistas que visitan los restos de la marina del káiser en las frías y oscuras aguas de Scapa Flow coinciden en que una extraña presencia les acompaña en sus inmersiones. Para ellos, el espíritu de aquellos marineros reposa en las profundidades junto a sus barcos, a los que permanecerán unidos para siempre.

Pero esa inquietante sensación no ha de sorprendernos, teniendo en cuenta que la Primera Guerra Mundial es el conflicto que ha generado más historias de espectros y apariciones. Tal como veremos en el siguiente capítulo, a lo largo de toda la guerra e incluso después, se forjaron los mitos y las leyendas más increíbles, como la aparición de ejércitos fantasmales y la misteriosa desaparición de regimientos enteros; una panoplia de relatos fantásticos que aún hoy cautiva nuestra imaginación.