IV. Asesinato del obispo de Lieja.

Al atribuir esta fecha al asesinato del obispo de Lieja, Luis de Borbón, se ha faltado a la verdad histórica. Es cierto que el obispo fue hecho prisionero por los insurrectos de aquella ciudad. Es verdad que la noticia de la insurrección llegó a Carlos con el rumor de que el obispo había sido asesinado; que excitó su indignación contra Luis, que entonces estaba en su poder. Pero estos hechos ocurrían en 1468, y el asesinato del obispo no tuvo lugar hasta 1482. En los meses de agosto y septiembre de este año, Guillermo de la Marck, llamado el Jabalí salvaje de las Ardenas, se puso a conspirar con los ciudadanos descontentos de Lieja contra su obispo, Luis de Borbón, siendo ayudado con considerables cantidades de dinero por el rey de Francia. Por este medio, y la ayuda de muchos asesinos y bandidos que se agruparon a su alrededor, como jefe que les convenía, De la Marck reunió un cuerpo de tropas, a quien equipó con uniforme escarlata, con una cabeza de jabalí en la manga izquierda. Con este pequeño ejército se aproximó a la ciudad de Lieja. Entonces los ciudadanos, que estaban comprometidos en la conspiración, acudieron a su obispo y, ofreciéndole permanecer junto a él hasta la muerte, le exhortaron para que marchase contra los bandidos. El obispo se puso entonces a la cabeza de la escasa tropa de que disponía confiado en la ayuda del pueblo de Lieja. Pero tan pronto como dieron vista al enemigo, los ciudadanos, como antes habían convenido, desertaron de la bandera del obispo, que quedó con sólo un puñado de sus partidarios. En este momento, De la Marck cargó a la cabeza de sus bandidos, logrando el éxito descontado. El obispo fue llevado ante el desalmado caballero, quien primero le hizo un corte en la cara, y después le asesinó con su propia mano, y mandó que su cuerpo fuese expuesto desnudo en la gran plaza de Lieja, delante de la catedral de San Lamberto.

Tal es la historia real de una tragedia que llenó de horror a la gente de aquella época. El asesinato del obispo ha sido fechado quince años antes en el texto por razones que los lectores de la novela apreciarán fácilmente.