Hace apenas diez o quince años los monstruos solían comer españoles.

Nos devoraban la cabeza comenzando por los ojos, saboreaban nuestras retinas y las escupían como trozos duros de mejillones. Nuestros restos eran, más tarde, debidamente resucitados, pero no para convertirnos en más monstruos sino en nuevas víctimas.

En España, los monstruos tenían un criadero asegurado e indefenso.

Cuando escribí La dama número trece (2003), mi primera —hasta ahora quizá única— novela de terror, terror (signifique esta repetición lo que signifique), la situación estaba cambiando en lo que a la Invasión de Monstruos Extranjeros se refiere, y ya mirabas a tu alrededor y encontrabas algún autor español como yo, de los que fuimos devorados en su día y, tras una suerte de maleficio conocido con el nombre esotérico de EAQNGL («Escribir Aquello Que Nos Gusta Leer»), revividos como monstruos también.

Resulta que todas las teorías acerca de que los españoles sólo podíamos ser devorados por inmensas criaturas con piel de barras y estrellas o de Union Jack la mayoría, apodadas con nombres extraños como Stephen King, Dean Koontz, J. R. R. Tolkien, Isaac Asimov o H. P. Lovecraft, eran erróneas. Merced al oscuro poder del hechizo EAQNGL, las víctimas hispanas también podíamos rugir con nuestra propia voz y ser oídos incluso más allá de los Pirineos, en ciertas ocasiones.

Hoy hay muchos monstruos en España, lo cual nos agrada sobremanera a aquellos Aliens que nos hemos pasado los últimos años incubando huevos en la cabeza de muchos lectores de este país. De hecho, se diría que empieza a darse la amenazadora situación de que hay más monstruos que víctimas, y todos ellos se dedican a escribir. Pero, claro está, no todos los monstruos lo son y no todos valen para serlo. Hay que gruñir, y gruñir en serio, y tener gran voracidad y dedicación, y proponerse no dejar ni un solo hueso del lector (oh, tú, lector, sí… ese bocado exquisito, humm) intacto.

Quiero presentarles a un buen colega monstruo: Javier Márquez Sánchez. No se fíen de su juventud, porque es de los que disimulan hasta que el lector tiene la inmensa suerte (¡sí, confiésalo, lector: quieres ser devorado, por eso estás aquí!) de abrir uno de sus libros. Entonces el «inofensivo» Javier saca sus colmillos y salta a la yugular. Como muestra, esta novela que podría formar parte, ya mismo, de las películas que montan con muchos espectáculos de Monstruos Extranjeros.

Ah, eso es lo que el monstruo español aún no ha conseguido del todo: invadir y machacar a quienes nos machacaron hace años. Pero, cuidado, tiempo al tiempo. Somos cada vez mejores y más fuertes. Temblad USA, UK, URSS… Oh, bueno, o como quiera que se llame lo que hay al Este de Europa.

Somos cada vez mejores, lector.

Y Javier Márquez va a demostrártelo ahora mismo.