Agradecimientos

Quiero agradecer a mi padre, Gordon Thompson, su incansable e inapreciable ayuda tanto en la documentación como en la creación de este libro; a la infatigable Pippa Brown, por venir al rescate de un pésimo mecanógrafo, que sólo sabe usar el dedo índice, y mecanografiar todo el manuscrito; a Martin Fletcher y Bill Hamilton, por sus útiles sugerencias; a la maravillosa Lisa Whadcock, por su sabiduría y perspicacia; a Peter Ackroyd, por descubrirme la obra de George Scharf; al personal de la London Library, por la ayuda que me prestaron para encontrar resultados electorales olvidados hace ya mucho tiempo y guías antiguas de Durham; a Robert y Faanya Rose, por invitarme cortésmente a la antigua casa de FitzRoy en Chester Street; a la Norwood Historical Society, por su ayuda en localizar el paradero de FitzRoy en sus últimos días; a John Morrish, por dejarme su manuscrito no publicado sobre cómo vivir con depresión; a Tom Russell y Paul Daniels, por acompañarme en la dura ascensión hasta el fortín de la bahía de Montevideo; a Patrick Watts (no se acordará, hace demasiado tiempo), por su visita guiada en el puerto de Stanley; a los empleados de la Fazenda Bananal Engenho de Murycana, Brasil, por enseñarme la propiedad; y a los pingüinos de punta Dúngenes en la Patagonia, por cuidar de mí cuando era el único ser humano en kilómetros y kilómetros a la redonda.