Valle de Manoa
30 de octubre, 13.45 h
La ranchera subía por la carretera llena de curvas que conducía al valle de Manoa. Se trataba de un viejo Toyota en el que se apreciaban distintas capas de pintura y que iba equipado con una baca para tablas de surf y con unos neumáticos desmedidamente grandes. Llegó a la verja que cerraba el acceso al túnel y se detuvo. Un hombre se apeó, se acercó y leyó el cartel: PROPIEDAD PRIVADA. PROHIBIDO EL PASO.
—¡Mierda! —exclamó Eric Jansen, zarandeando la verja.
Estaba cerrada. Examinó el sistema. Era un teclado numérico. Introdujo distintas contraseñas de la empresa, pero ninguna funcionó. Seguro que el condenado Drake había cambiado el código de entrada, pensó Eric.
Volvió a la ranchera, dio media vuelta y bajó por la carretera un corto trecho, se internó por un desvío y ocultó el vehículo entre la maleza. Si alguien de Nanigen lo descubría, pensaría que pertenecía a algún agricultor que estaba por allí, ocupándose de sus campos. A nadie se le ocurriría relacionarlo con el vicepresidente de Nanigen, en busca de su hermano.
Se echó una mochila al hombro y corrió carretera arriba, se deslizó bajo la verja y entró en el túnel. Cuando salió por el otro extremo, abandonó la carretera y se adentró en el bosque tropical. Entonces abrió la mochila y sacó un ordenador portátil y una caja llena de complicados circuitos electrónicos que, con sus cables a la vista y su antena, tenía un aspecto totalmente casero. Se colocó unos auriculares y empezó a escuchar la banda entre los 60 y los 90 gigahercios. No oyó nada, de modo que cambió de frecuencia para escanear la onda de red de comunicación inalámbrica de Nanigen. Escuchó un zumbido ininteligible. Era lo que siempre se escuchaba. Las conversaciones de la empresa. El problema consistía en descifrarlo.
Estuvo tres horas a la escucha, hasta que las baterías empezaron a agotarse. Entonces recogió todo su equipo, volvió a la carretera, entró en el túnel y fue en busca de su ranchera. Nadie lo había visto, y él tampoco había visto a nadie. Al día siguiente regresaría para reanudar la escucha, por si Peter y los demás se encontraban en algún lugar del valle. No sabía si estaban allí o no. Lo único que sabía era que habían desaparecido.