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Sede central de Nanigen

28 de octubre, 19.30 h

Peter había llevado a Alyson Bender a un aparte mientras Drake hacía su presentación al resto del grupo.

—Algunos de nosotros —le dijo— hemos traído muestras de nuestro trabajo y nos gustaría poder enseñárselas al señor Drake.

—Buena idea —contestó Alyson.

—Tengo un CD que contiene parte de mi investigación —dijo Peter, y ella asintió—. Es una grabación y tiene que ver con mi hermano —añadió.

Confiaba en empezar a ponerla nerviosa. Alyson asintió de nuevo y salió de la sala de reuniones. Peter se preguntó si lo que había visto en sus ojos era una chispa de miedo.

Aprovechó la ausencia de Alyson y que Drake seguía hablando para acercarse al panel de los dispositivos de audio. Necesitaba algún tipo de aparato, algo que amplificara su voz. No quería que ni Drake ni nadie pudiera hacerlo callar o desconectarlo. Tras la puerta había unos cajones. Los abrió y al final encontró lo que buscaba. Era un Lavalier, un micrófono inalámbrico que transmitiría su voz a los altavoces. Era idéntico al que Drake estaba utilizando en su exposición. Consistía en un micrófono de cuello que se conectaba por cable a una unidad transmisora. Se guardó el transmisor en el bolsillo y después metió el micro y el cable.

Drake concluyó su presentación, y las luces de la sala de conferencias se encendieron.

—Sé que algunos de ustedes han traído muestras de sus trabajos —dijo—. Estamos muy interesados en verlas. Si quieren… ¿Sí? ¿Qué ocurre?

Alyson Bender acababa de entrar de nuevo en la sala. Se acercó a Drake y le susurró algo al oído. Este miró a Peter mientras ella hablaba y después apartó la vista. Asintió un par de veces, pero no dijo nada. Al fin se volvió hacia Peter.

—Peter, tengo entendido que tienes una grabación.

—Sí, un CD.

—¿Y qué contiene? —Drake no parecía alterado en absoluto.

—Algo que le interesará. —El corazón le latía con fuerza.

—¿Relacionado con tu hermano?

—Sí.

Drake seguía impasible.

—Sé que este es un momento difícil para ti —dijo poniéndole una mano en el hombro—. ¿No sería mejor que lo habláramos en privado? —añadió en tono conciliador.

Drake quería llevarlo a un lugar apartado, donde nadie pudiera oírlos.

—Podemos hablar aquí —replicó Peter, en la sala de conferencias, delante de todos los demás.

La expresión de Drake se ensombreció.

—Me gustaría tener unas palabras en privado contigo, Peter. Eric era amigo mío, y para mí también ha sido una pérdida. Pasemos un momento a la otra sala.

Peter se encogió de hombros y acompañó a Drake y a Alyson hasta un cuarto contiguo que era la antesala del salón de conferencias. Drake cerró la puerta tras ellos y corrió el pestillo con disimulo. Luego se dio la vuelta y, en un abrir y cerrar de ojos, su rostro se contorsionó de ira. Agarró violentamente a Peter por el cuello y lo estrelló con una mano contra la pared mientras con la otra le retorcía el brazo y lo inmovilizaba.

—¡No sé a qué coño estás jugando, hijo de puta!

—¡No es un juego…!

—¡La policía no está buscando ningún teléfono móvil en el barco!

—¿No?

—¡No, cabrón! No lo está buscándolo porque no han ido al astillero en todo el día.

La mente de Peter funcionaba a toda velocidad.

—La policía no necesita ir al astillero —dijo— porque pueden encontrar el teléfono simplemente rastreando la señal del GPS.

—¡No, no pueden! —Drake le soltó el brazo y le asestó un puñetazo en el estómago antes de volver a inmovilizarlo—. ¡No me mientas! No puede porque desconecté el GPS antes de dejar el móvil en el barco.

—Vin… —dijo Alyson, nerviosa.

—Cállate.

—Así que desconectó el GPS y preparó el teléfono para que atascara los conductos de gasolina, ¿no?

—¡No, para que desconectara la bomba de gasolina, gilipollas! Y también estropeé la radio.

—Vin, escucha… —intervino Alyson.

—No te metas en esto.

—¿Por qué lo hizo? —preguntó Peter, que empezaba a ahogarse con la presión de Drake—. ¿Por qué?

—Tu hermano era un loco. ¿Sabes lo que quería? Quería vender esta tecnología. Resultó que había cierta cuestión legal sobre quién es el verdadero propietario de la empresa, y Eric pensó que debíamos venderla. ¿Te lo imaginas? ¿Vender esta tecnología? Eric traicionó a Nanigen y me traicionó a mí, personalmente.

—¡Vin, por el amor de Dios! —suplicó Alyson.

—¡Cállate!

—¡Tu micro! —gritó ella, señalando el micrófono que Drake llevaba en la solapa—. ¡Está conectado!

—¡Mierda! —bufó Drake, Golpeó brutalmente a Peter en el plexo solar y dejó que se derrumbara en el suelo, jadeando. Luego, muy despacio, se quitó la chaqueta, dejando al descubierto el transmisor que llevaba sujeto al cinturón, y señaló el interruptor. La luz estaba apagada—. No soy estúpido.

Peter, arrodillado en el suelo, tosía y jadeaba, incapaz de recobrar el aliento; entonces se dio cuenta de que el pequeño micrófono se le había escapado del bolsillo y colgaba del cable.

Drake podía verlo. A tientas, intentó volver a meterlo, y su mano tocó el transmisor. En ese momento oyó un fuerte ruido que salía de los altavoces de la sala.

Drake miró en la misma dirección. También había oído el ruido. Sus ojos siguieron la mano de Peter y vio el pequeño micro. Dio un paso hacia atrás y lanzó una patada, golpeándolo en la sien. Peter se derrumbó. Drake le quitó el Lavalier del bolsillo, desconectó el micrófono y lo tiró lejos. Peter rodó por el suelo entre gemidos.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Alyson—. Lo habrán oído todo.

—Cállate. —Drake daba vueltas furioso por la habitación—. ¡Maldición! Ninguno de ellos lleva el móvil encima, ¿verdad?

—No. Los dejaron en recepción.

—Muy bien.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó ella, temblando.

—Tú no te metas.

Abrió un panel de seguridad y apretó un botón rojo. Empezó a sonar una sirena de alarma. Cogió a Peter por las axilas y lo puso en pie. El joven se tambaleó, dolorido y aturdido por la paliza.

—Vamos, chaval —le dijo Drake—, es hora de arreglar este desorden.

Drake abrió la puerta e irrumpió en la sala de conferencias sosteniendo a Peter. Tuvo que gritar para hacerse oír por encima de la sirena.

—¡Alguien ha violado la seguridad! Peter está herido, y los robots de seguridad se han puesto en marcha. Son muy peligrosos. Vengan todos por aquí. Tenemos que llegar a la sala de seguridad.

Los condujo por el pasillo, llevando a Peter de un brazo mientras Alyson lo sostenía por el otro.

Los pocos investigadores que quedaban en el centro corrían hacia la salida.

—¡Salgan! —gritó alguien que pasaba a toda prisa junto a ellos.

La mayor parte de los empleados ya se habían marchado.

Sin embargo, Drake condujo al grupo hacia el interior del edificio.

—¿Dónde demonios nos lleva? —preguntó Rick Hutter a Drake.

—Es demasiado tarde para alcanzar la salida. Debemos ir a la sala de seguridad.

Los estudiantes estaban confusos. ¿Qué sala de seguridad?

¿Qué significaba todo aquello?

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Alyson.

Drake no respondió.

Llegaron a una pesada puerta con un rótulo que decía: NÚCLEO TENSOR. Introdujo una contraseña en el teclado y la puerta se abrió.

—¡Por aquí! ¡Vengan!

Los estudiantes entraron en una gran sala con un suelo de baldosas hexagonales. Estas eran casi transparentes, y pudieron ver abundante maquinaria bajo ellas, artefactos muy complejos que se adentraban en la profundidad de la tierra.

—De acuerdo —dijo Drake—, presten atención. Quiero que todos ustedes se sitúen en el centro de un hexágono. Cada hexágono es una zona de seguridad a prueba de robots. ¡Vamos, muévanse! ¡Deprisa, deprisa! No tenemos mucho tiempo.

—Tecleó un código de seguridad y todos oyeron cómo se activaban unos potentes cierres. Estaban atrapados en aquella sala.

Erika, muy asustada, soltó un grito y corrió hacia la puerta de salida.

—¡No! —gritó Danny, pero la puerta estaba cerrada y Erika no pudo salir.

Entretanto, Drake se había encerrado en la sala de control, desde donde los miraba a través de una ventana. Al cabo de un instante, desapareció de la vista. La puerta de la sala de control se abrió y por ella salió un desconocido, un empleado de Nanigen.

—¡Vaya allí y ayúdelos! —tronó la voz de Drake.

El hombre obedeció. Con aire confundido se situó en el centro de un hexágono, entre los estudiantes.

Estos se habían colocado por sí mismos. Erika había vuelto.

Peter estaba de rodillas. Rick intentó ayudarlo a que se levantara, pero no pudo. Karen vio que de la pared colgaban varias mochilas. Salió corriendo, cogió una y se la echó a la espalda.

Drake reapareció tras la ventana. Vieron cómo pulsaba rápidamente una serie de botones. Alyson se hallaba junto a él.

—¡Vin, por el amor de Dios…! —exclamó.

—No tenemos elección —repuso Drake, y pulsó el último botón.

Para Peter Jansen, aturdido como estaba por la paliza, todo ocurrió muy deprisa. El suelo hexagonal, se hundió bajo sus pies y descendió unos tres metros en las tenazas de un enorme artefacto electrónico que lo rodeaba desde muy cerca, casi tocándolo. En realidad, lo que parecían tenazas eran unos inducidos llenos de cables y pintados con rayas blancas y rojas. El aire olía intensamente a ozono y se oía un fuerte zumbido electrónico.

Se le erizó el vello del cuerpo. Una voz sintetizada dijo:

—No se mueva, por favor. Respire hondo y contenga el aliento.

Se oyó un ruidoso «¡clonk!», mecánico y crispante. Luego, el zumbido regresó. Peter sintió una breve sensación de náusea y también como si hubiera cambiado de posición dentro de la máquina.

—Puede respirar con normalidad. Espere.

Inhaló y dejó escapar el aire lentamente.

—No se mueva, por favor. Respire hondo y contenga el aire.

Otro «¡clonk!» y más zumbido. La sensación de náusea fue en aumento.

Parpadeó.

Estaba seguro de que su situación había cambiado. Antes veía las rayas rojas y blancas a media altura de los inducidos, pero en ese momento los veía desde mucho más abajo. ¡Se estaba encogiendo! Los inducidos zumbaron y se acercaron aún más. Pensó que era lógico. El campo magnético sería más potente a corta distancia. Cuanto más cerca, mejor.

—Respire hondo y contenga el aire —repitió la voz sintetizada.

Cuando miró de nuevo hacia arriba vio que realmente era mucho más pequeño. La parte superior de los inducidos, a tres metros por encima de él, le parecía en esos momentos tan alta como la bóveda de una catedral. ¿Qué altura tenía él?

—No se mueva, por favor. Respire hondo y…

—Ya sé, ya sé.

—No hable. Corre el riesgo de sufrir lesiones graves. Ahora, respire hondo y aguante.

Un último «¡clonk!», un ruido chirriante y un espasmo final de náuseas. Los inducidos se alejaron de él y el suelo bajo sus pies empezó a vibrar a medida que ascendía. Vio que una luz brillaba en lo alto y notó una brisa, fresca.

El suelo se niveló con el resto del pavimento y la vibración cesó. Se hallaba de pie sobre una superficie negra y pulida que se extendía en todas direcciones. Vio a lo lejos a Erika y a Jenny, que miraban a su alrededor, aturdidas. Y aún más allá divisó a Amar, a Rick y a Karen. ¿A qué distancia se hallaban exactamente? Peter no podía estar seguro, porque él mismo apenas medía más de un centímetro. Motas de polvo y restos de células muertas que rodaban por el suelo chocaron contra sus rodillas, como plantas rodadoras.

Los miró, estupefacto. Se sentía lento, aturdido y estúpido.

Poco a poco fue asimilando la realidad de la situación. Miró a Erika y a Jenny. Parecían tan confundidas como él. ¡Poco más de un centímetro de altura!

Un fuerte crujido hizo que se diera la vuelta y se encontró mirando la punta de la suela de un zapato. Era tan gruesa como alto era él. Alzó la vista y vio a Vin Drake, rodilla en tierra, observándolo desde lo alto; su rostro, enorme; sus exhalaciones, un viento nocivo y apestoso. Entonces Peter oyó algo parecido a un rugido, que resonaba por toda la sala igual que el trueno.

Era la risa de Vin Drake.

Con los ecos y resonancias de aquellos dos gigantescos seres le resultaba difícil oír bien. Los sonidos hacían que le dolieran los oídos. Le parecía que ambos se movían y hablaban lentamente, casi a cámara lenta. Alyson se agachó junto a Drake, y los dos miraron a Peter.

—¿Qué… estás… haciendo… Vin?

Sus palabras tronaron y resonaron, entremezclándose en una confusión de sonidos, demasiado graves para que resultara fácil distinguirlos.

Drake se limitó a reír. Al parecer, la situación se le antojaba divertida. Su risa lanzó uña ráfaga de aliento pestilente sobre Peter, que retrocedió ante el hedor.

Drake miró su reloj.

—Es… la… hora… del… descanso… Pau… hana…, como… dicen… aquí… Trabajo… terminado…

Alyson lo miró fijamente.

Drake ladeó la cabeza, como si tuviera algo en el oído. Parecía un tic.

Los estudiantes oyeron su voz tonante.

—Después… del… trabajo… viene… la… diversión…