Ala Wai, Honolulu
28 de octubre, 8.00 h
Akamai Boat Services se hallaba en el bulevar Ala Moana, junto al Ala Wai Boat Basin, en un extremo de la playa de Waikiki. El taxi dejó a Peter allí a las ocho de la mañana, pero el astillero ya estaba en plena actividad. No era muy grande, puede que solo hubiera una docena de barcos fuera del agua, de modo que no le costó trabajo localizar el Boston Whaler.
Estaba allí por culpa de la pregunta que le había hecho Alyson Bender la noche anterior: «¿La policía ha examinado el barco?».
¿Por qué se lo había preguntado? Se suponía que debía estar preocupada por su novio; sin embargo, parecía más interesada en el barco. Eric había saltado de él.
Peter dio una vuelta alrededor de la embarcación, examinándola atentamente.
Teniendo en cuenta los golpes que había recibido, el Boston Whaler parecía sorprendentemente intacto. Cierto que el casco de fibra de vidrio blanco estaba arañado por todas partes, como si hubiera caído en manos de unas garras gigantescas, que tenía una rotura de casi un metro a lo largo de la amura de estribor y que se había desprendido un trozo de la proa, pero los Whalers eran famosos por su capacidad para mantenerse a flote aun habiendo sufrido graves daños en el casco. Además, Eric tenía experiencia con ese tipo de embarcaciones y se habría dado cuenta de que no corría riesgo de hundirse. En cualquier caso, los daños sufridos no justificaban que Eric hubiera abandonado el barco. Sencillamente, su hermano no tendría que haber saltado al agua. Habría sido mucho más seguro para él quedarse a bordo.
Así pues, ¿por qué lo había hecho? ¿Por un ataque de pánico? ¿Por confusión? ¿Por algo más, quizá?
Había una escalera de madera apoyada en el extremo más alejado del caso. Peter subió por ella hasta la popa. Todas las escotillas y la entrada de la cabina estaban selladas con cinta de la policía. Deseó echar un vistazo a los motores fuera borda, pero también estaban sellados.
—¿Puedo ayudarlo? —gritó un hombre desde el embarcadero. Era fornido, tenía el pelo canoso y llevaba un mono de trabajo manchado de grasa. Una gorra de béisbol sucia le ocultaba los ojos.
—Ah, hola —dijo Peter—. Me llamo Peter Jansen. Este era el barco de mi hermano.
—Ya… ¿Y se puede saber qué está haciendo en él?
—Bueno, quería ver…
—¿Sabe usted leer?
—Sí, claro.
—Pues no lo parece, porque hay un cartel en la entrada que dice que las visitas deben pasar primero por la oficina principal para identificarse. ¿Es usted una visita?
—Supongo que sí.
—Entonces, ¿por qué no se ha registrado?
—Pensaba que podía…
—Se equivoca, no puede. ¿Qué demonios hace ahí arriba?
—Este era el barco de mi hermano…
—Sí, ya lo he oído la primera vez. Era el barco de su hermano. ¿Ve toda esa cinta amarilla? Sé que la ve y también que sabe leer, porque me lo ha dicho, ¿verdad?
—Sí.
—Bien, pues está usted en la escena de un crimen y no se le ha perdido nada ahí. Ahora haga el favor de bajar inmediatamente, vaya a la oficina a registrarse y de paso muéstrenos alguna identificación. Porque tendrá usted alguna, ¿no?
—Sí.
—Muy bien. Pues baje de ahí y deje de hacerme perder el tiempo —ordenó antes de dar media vuelta y alejarse.
Peter bajó por la escalera apoyada en el otro lado de la embarcación. Cuando estaba a punto de llegar al suelo, oyó de nuevo la gruñona voz masculina.
—¿En qué puedo ayudarla, señorita?
—Estoy buscando un Boston Whaler que la guardia costera rescató ayer —contestó una voz de mujer.
Era la voz de Alyson.
Peter se detuvo, oculto por el casco de la embarcación.
—¡Maldita sea! —exclamó el hombre—. ¿Se puede saber qué pasa con ese barco? ¡Recibe más visitas que un tío rico en su lecho de muerte!
—¿Por qué lo dice? —preguntó la mujer.
—Porque ayer se presentó un tipo diciendo que era su barco, pero como no tenía ninguna identificación lo envié a paseo. Esta mañana ha venido un joven, diciendo que era el barco de su hermano, y he tenido que hacer que se bajara de la cabina. Y ahora aparece usted. ¿Qué pasa?
—No sabría decirle. En mi caso ocurre que me dejé algo a bordo y quería recuperarlo.
—Ni lo sueñe, a menos que venga con una autorización de la policía. ¿La tiene?
—La verdad es que no.
—Pues lo siento, pero es la escena de un crimen. Ya se lo he dicho al joven.
—¿Y dónde está ese joven?
—Hace un momento estaba bajando por la escalera que hay al otro lado del barco. Seguramente estará ahí todavía. Ahora vendrá. ¿Quiere pasar por la oficina?
—¿Para qué?
—Puede llamar a la policía desde allí, a ver si le dan algún tipo de autorización para que pueda recoger sus cosas.
—Me parecen muchas molestias. Se trata solo de mi reloj. Me lo quité y…
—Claro.
—Supongo que podría comprarme otro, aunque me costó lo suyo.
—Ya se lo he dicho.
—Pensaba que sería más fácil.
—Lo mejor es que pase y se identifique.
—No veo la razón.
—La razón es que tiene que hacerlo.
—No me convence —dijo ella—. Prefiero no tener nada que ver con los asuntos de la policía.
Peter esperó unos minutos más y entonces oyó que el hombre decía:
—Ya puedes salir, muchacho.
Salió de detrás del casco. No vio rastro de Alyson en el astillero. El hombre lo miraba con curiosidad.
—¿Qué pasa, no querías toparte con ella?
—Es que no nos llevamos demasiado bien —contestó Peter.
—Ya me lo figuraba.
—¿Quiere que pase y me identifique?
El hombre asintió lentamente.
—Por favor.
Peter entró en las oficinas, se identificó y firmó en el registro de visitas. No veía qué diferencia podía suponer. Alyson Bender ya sabía que había ido a ver el barco y, por lo tanto, ya sabía que él sospechaba algo. A partir de ese momento iba a tener que actuar con rapidez. Se dijo que al final del día tendría que haber acabado con aquello.
Regresó a su hotel, donde encontró un correo de Jorge en su ordenador. No tenía texto, pero sí tres archivos adjuntos. Uno era la grabación de la conversación entre Alyson y Vin Drake. Escuchó las otras dos. Eran dos llamadas que Alyson había hecho desde su móvil en las horas posteriores a la desaparición de Eric.
Ambas le parecieron bastante rutinarias. En la primera, había llamado a alguien, puede que del departamento de compras de Nanigen, y había solicitado un nuevo desglose del presupuesto. En la segunda, había hablado brevemente con un hombre, seguramente un contable, acerca de una cuestión de gastos.
Alyson: Omicron ha perdido otros tres… esto… prototipos.
Hombre: ¿Qué ha pasado?
Alyson: No me lo han dicho. Vin Drake quiere que lo contabilicemos como gastos ordinarios y no como disminución de capital.
Hombre: ¿Una pérdida de tres Hellstorms? Representa un gasto considerable, la gente de Davros…
Alyson: Tú simplemente ponlo como gasto, ¿vale?
Hombre: Desde luego.
Peter guardó los archivos después de escucharlos, aunque para él no tenían ningún sentido ni le revelaban nada que pudiera utilizar.
A pesar de lo que le había dicho Jorge, también guardó la conversación entre Alyson y Vin. Descargó el archivo en un lápiz de memoria, que se guardó en el bolsillo, y también lo grabó en un CD. Acto seguido, bajó al centro de negocios del hotel y pidió que le imprimieran una etiqueta en la que ponía «Nanigen. Datos 5.0. 28-10». Cuando hubo acabado, miró la hora. Faltaba poco para las once de la mañana.
Bajó a la terraza para tomarse un desayuno tardío y sentarse un rato al sol. Mientras daba cuenta de unos huevos y un café comprendió que estaba dando por sentado muchas cosas. La más importante era que Nanigen tendría una sala de conferencias equipada con los aparatos electrónicos de costumbre. Aun así, le parecía que era una suposición bastante razonable, ya que todas las empresas de alta tecnología tenían salas así.
En segundo lugar, suponía que la visita llevaría a todos los estudiantes de un lado para otro en grupo, en vez de dividirlos o enseñarles las instalaciones individualmente. Sospechaba que Vin Drake dirigiría la visita en persona, y a Drake le gustaba tener cuanto más público mejor. Además, si iban todos juntos, Nanigen podría controlar con más facilidad cuánta información recibía cada uno.
Para Peter era importante que todos los estudiantes se mantuvieran juntos, porque necesitaba todos los testigos posibles para lo que pretendía hacer. Pero ¿y si lo organizaba delante de uno o dos testigos solamente…? No. Su mente funcionaba a toda velocidad. No. Lo mejor sería hacerlo ante mucha gente.
Calculaba que esa sería la mejor manera de conseguir que la fachada de Vin Drake se desmoronara y confesara lo que él y Alyson le habían hecho a su hermano. Por último, debía confiar en que Drake —o como mínimo Alyson— perderían su sangre fría, especialmente si los ponía nerviosos de antemano.
Y eso era algo que creía saber cómo lograr. Si concluía su plan con éxito, Drake y Alyson acabarían perdiendo los nervios delante de los estudiantes. Y eso era justo lo que deseaba.