Agradecimientos
Finalmente, tan solo añadir unas palabras de agradecimiento a cuatro personas sin cuya ayuda esta traducción no hubiera sido lo mismo, o incluso puede que no hubiera existido. Mi hermano Carlos Aguilar, su amiga Alicia Fernández, mi esposa Hiroko Anzai y esa mujer siempre sorprendente que responde a los nombres de Nobuko Igarashi, Nobuko Asaka, y Nobuko Ikari.
Colofón
En diciembre de 2002 realicé mi primer viaje a Aomori, y mi plan incluía comenzar la visita por la casa natal de Osamu Dazai en Kanaki. Una de las habituales nevadas de aquella zona obligó a cancelar los vuelos y tuve que viajar en tren expreso, lo cual provocó que perdiera la conexión con el tren local (que en invierno cuenta todavía con una vieja estufa dentro del vagón) y que no pudiese acudir en esa ocasión a Kanaki. Por fin, en abril de 2009 conseguí mi objetivo, y quedé fascinado por aquel imponente caserón, recorriendo las habitaciones donde Osamu Dazai bebía sake sonriendo en silencio mientras escuchaba charlar a familiares y amigos cuando volvía de vez en cuando a su casa natal. La tercera vez que visité Aomori, en abril de 2012, tampoco pude visitar Kanaki; pero aproveché esos días para avanzar en la traducción de esta obra que el lector tiene en sus manos y que terminé en la primavera del año siguiente. Si el espíritu de Dazai me ayudó o no entonces a captar y traducir lo que él quiso decir con sus escritos, es algo que dejo al criterio de cada uno.
Daniel Aguilar